Veintidos.

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ADVERTENCIA: ESTE CAPITULO TOCA TEMAS FUERTES COMO LO SON EL ABUSO SEXUAL Y EL SUICIDIO. SI NO PUEDES SEGUIR LEYENDO, LO ENTIENDO. SI LO HACES, ES BAJO ADVERTENCIA. 

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—Tenía diez años cuando pasó por primera vez. 

Un escalofrío me recorre el cuerpo con solo escuchar esa línea. Even inhala una gran bocanada de aire antes de continuar. 

«Sus padres trabajaban hasta tarde y su hermano se acababa de marchar a la secundaria. Temprano, ese mismo día, el doctor de la familia había venido a verla porque presentaba síntomas leves de gripe. Le habían dado pastillas y recomendado descansar todo el día. Una pequeña con privilegios sin duda. 

El único que quedaba en casa, era su tío. Trabajaba con su padre todo el tiempo incluso en casa, por lo que la niña estaba acostumbrada a pasar tiempo con él.  Su tío prometió mantener un ojo sobre ella y avisar a sus padres en caso de que empeorara. 

Pasado el mediodía, le dio fiebre, así que decidió tomar un baño rápido. Por supuesto, no sabia que hacer eso solo empeoraría su estado. Se deshizo de la ropa y dejó correr el agua hasta que la tina se llenó. 

Olvidó ponerle seguro a la puerta y lo supo cuando su tío entró sin previo aviso. Si ella hubiese sido lo suficientemente lista, habría evidenciado el nerviosismo que acompañaba sus movimientos y la mirada alerta yendo y viniendo del pasillo hacia el cuarto de baño y a ella.

—Aguarda —La interrumpo contradiciendo mi promesa de hace un minuto— Espera. 

He cambiado totalmente de opinión. Ya sé hacia dónde va esto y no quiero saberlo. No, no creo ser capaz de soportarlo. 

—No necesito nada a cambio  —le aseguro manteniendo un tono neutro a pesar del malestar que empieza a florecer en mi estómago—. es suficiente. Todo está bien.

—Eso mismo dijo él —replica y continúa ignorando mi protesta— Todo está bien, pequeña. No te cubras —le dijo cuando finalmente decidió ingresar al cuarto y hacer lo que ella debió haber hecho, ponerle seguro a la puerta— Esta bien. —repitió bajando la voz— Soy tu tío, recuerdas. Voy a cuidarte. Está bien. 

—¡Even! —pruebo su nombre quizá con más aspereza de la que debería—. No tienes que hacer esto. Solo… —exhalo buscando calma—. Detente. 

—Déjame continuar —pide y su voz suena un poco quebrada, casi a suplica. 

Me doy cuenta entonces que ella no está haciendo esto por darme una carta de ventaja. No, eso ha sido una excusa y vaya que ha venido a usarla en el momento perfecto. Contrario a estar en la obligación de hacerlo, da la impresión que necesita hacerlo.  Dejarlo salir, desahogarse con alguien. Even necesita que la escuchen y por alguna razón que desconozco, me ha elegido a mí. Así que tras una mirada muda, asiento. La dejo que continúe contra toda protesta tratando de apagar las alarmas activadas en mi cabeza. Rezo porque no suceda lo que preveo. 

Una vez dentro, su tío se acercó, arrodillándose frente a ella para quedar a su altura. Alzó el teléfono que traía en su mano para que ella pudiera ver algo. Un vídeo en pausa ocupaba la pantalla. Una pareja en el mismo estado de desnudez que ella 

—Vamos a hacer esto. —dijo— Te ayudaré a mejorar. Mira esto. 

Reprodujo el video y las imágenes empezaron a moverse. Bueno, no las imágenes, las personas. Estaban teniendo relaciones sexuales, pero la niña no sabia que era aquello o si era algo malo.  

Vio el vídeo un poco sorprendida y curiosa. No preguntó nada hasta que vio a su tío empezar a desvestirse de la cintura hacia abajo.

Mi estómago se revuelve. Even ni se inmuta. Ha subido ambos pies al sofá, aunque ya no luce tan relajada como antes. Tiene la vista clavada en sus manos, mismas que delatan su nerviosismo. Eso es todo. Me pregunto cómo puede detallar tal acontecimiento sin mostrar ninguna emoción. De haber comido algo de pizza, no dudo en que ya la habría devuelto. 

Lights (Luces)Where stories live. Discover now