Veinticuatro. Erec.

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—Y aquí estás —exclama Nils desde atrás de su escritorio sin disimular su asombro— Un domingo por la mañana

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—Y aquí estás —exclama Nils desde atrás de su escritorio sin disimular su asombro— Un domingo por la mañana. Increíble.  

—Me llamaste y tuviste suerte de que respondiera —espeto empezando a arrepentirme. 

—Tan afable como siempre —se mofa—. Termina de entrar y toma asiento. 

Lo hago de mala gana, no sin antes echar un vistazo alrededor de su oficina.

Si fuera la primera vez que estoy aquí, podría admitir que el ambiente es bueno.

De algún punto en lo alto se escucha un jazz suave que resuena por toda la habitación. La luz que se filtra a través de las cortinas azules pálidas le da al lugar una vibra de tranquilidad abrumadora. No ha cambiado nada respecto al diseño. No hay cuadros ilusionistas que distraigan o desorienten, por el contrario, son las mismas pinturas de paisajes minimalistas los que adornan las paredes color beige. El piso es tan reluciente que incluso refleja el iluminado del techo y sigue los movimientos dentro de las cuatro paredes como una cámara de seguridad. 

Todo aquí está planeado estéticamente para que apenas atravieses la puerta te sientas cómodo. Eso me irrita un poco. 

Nils viste la misma camisa negra de cuello de tortuga que la primera vez que lo conocí. Tal vez es un atuendo diferente y es su trabajo lo que reduce su estilo a un conjunto básico. Cualquiera que sea el caso, es una combinación fatal con buzo y deportivas. Parece que la mitad de su cuerpo tenía un partido de fútbol y la otra mitad una cita en la iglesia o una cena con su abuela. Lo último es más probable ya que es domingo. 

Reparo en sus lentes redondos y el reflejo verde engañoso que venden de sus ojos negros. El pelo le cae en la frente en una maraña de castaño desordenado que impide ver sus cejas pobladas pero sé que están levemente fruncidas porque siento su mirada analítica sobre mí antes de hacer contacto visual. Me observa sin disimulo y una sonrisa silenciosa se pinta en su rostro digno de modelo de productos para cuidados de la piel.

  “Es muy joven para esto” Pienso al igual que la primera vez que estuve aquí. “No encaja en el perfil de psicólogo.” 

Aparto la vista molesto. Tomó una de las bolas antiestrés que hay sobre su escritorio transparente mientras él cruza el despacho hasta la cocina improvisada a un costado de la oficina. Destripó el objeto en mi mano siguiendo sus movimientos. Lo veo sacar dos sobres de capuchino de una caja en la alacena junto a dos tazas que reconozco muy bien. 

Sigo el proceso de preparación desde que agrega el contenido de los sobres hasta que vierte el agua caliente y procede a mezclar con una mini batidora manual. 

Resulta satisfactorio ver como el agua se oscurece, como se forman varios tonos a partir del marrón hasta el blanco espumoso de la leche que se posiciona en la cima. La música al fondo se convierte en ruido blanco. Me cautiva el resultado de un simple polvo pre fabricado. Increíble.

Lights (Luces)Where stories live. Discover now