Dieciséis.

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La dirección de Isak me lleva a aparcar frente a un edificio departamental color marrón en los suburbios de la ciudad

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La dirección de Isak me lleva a aparcar frente a un edificio departamental color marrón en los suburbios de la ciudad. Mientras salgo del auto y lo rodeo para abrirle la puerta, caigo en cuenta de la distancia aproximada que tiene que recorrer hasta Elvebakken. Ya sea que lo haga a pie o en autobús, es considerable. 

A mi derecha se observa un corto puente de madera que separa el río que atraviesa toda la ciudad (incluida la secundaria Elvebakken) y separa las angostas calles que además de facilitar la circulación de las personas y el acceso al interior del barrio, sirven de punto intermedio para ubicarse. Aquí no hay casas, sólo edificios y locales comerciales pegados unos a otros con las paredes cubiertas de grafitis. Aunque para ser un barrio desarrollado, hay mucha presencia de naturaleza alrededor. Sin contar los árboles y helechos que rodean el río, se puede apreciar una buena cantidad de áreas verdes. Puede que la vista mejore desde la altura. 

—¿Vienes? —me llama Isak empezando a adentrarse en el edificio. 

Asiento con la misma duda que  acompaña su voz. No se que me espera en el interior o cómo serán las condiciones de vida de ella y su familia. El lugar se ve lo suficientemente seguro, y aunque me cuesta aceptar que estoy lejos de casa, ahora me preocupa más lo que sus padres puedan pensar de ella trayendo a un chico a su departamento en horarios lectivos. Puedo explicar eso y tratar de dejar una buena impresión, seguro. Pero como no pensé en ello antes. ¿En qué piensa ella al traer  a su casa al primer chico que le ofrece ayuda?

—Isak —la llamo apenas atraviesa las puertas de entrada. 

No recibo respuesta verbal, por lo que tengo que seguirla hasta el vestíbulo y recepción donde un chico moreno con el pelo afro y auriculares de casco se posa detrás del mostrador concentrado en la pantalla del móvil en sus manos.

Isak lo llama por el nombre de Lukas y el responde de forma autómata sin levantar la mirada. Le pasa un libro donde ella escribe su nombre y hora de llegada. Mientras observo todo sobre su hombro con una postura incómoda, noto también que hay registro de la hora de salida esta mañana. Hay una hoja casi llena con diferentes nombres y firmas. No puedo evitar cuestionar a qué se debe tanto papeleo, no estamos en un hospital privado ni nada semejante. Por lo que veo, este es el tipo de lugar a donde vendría alguien que busca empezar de cero sin mucho papeleo, entonces no entiendo a qué se debe el registro. Me guardo mis dudas hasta que ella termina y se despide del chico con la mano.

—¿Qué fue todo eso? —pregunto cuando nos hemos alejado lo suficiente. 

—No sé si has notado el logo en la entrada —responde sin añadir más. 

—¿Eso que tiene que ver con lo que pregunté? 

Realmente pasé por alto los detalles. Estaba más concentrado en seguirla al interior.

Lights (Luces)Where stories live. Discover now