Treinta y uno

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X-Men no me pertenece.

ADVERTENCIA: Clichés de mala calidad, cursilerías, gente que llora a la mínima provocación, depresión, ansiedad, clichés y cursilerías x1000, ausencia de mpreg y nopor, pero ya lo puedo oler acercarse (porque bendito Dios que no hay anosmia en esta casa).











Después de la muerte de su madre, años después de la de su padre, Erik, que sentía que no tenía un hogar ni una familia, había terminado regresando a su ciudad natal.

Era un pueblo pequeño, con pocas personas, al grado de que todo el mundo se conocía y donde la gente, para entretenerse, solía ir al pequeño mercado en el que prácticamente todos los habitantes del lugar tenían un puesto.

Ahí había visto a Magda por primera vez, en su puesto de verduras. Su cabello pelirrojo hacía que con el sol pareciera que tenía una aureola, sus sonrisas eran encantadoras y parecía gustar de conversar con cada cliente.

Erik necesitaba ir casi diariamente a comprar alimentos, porque vivía al día, pero aquello no le había parecido tan malo, después de todo podía ver a Magda. Él se iba a limitar solo a eso, mirarla.

Pero la mujer beta no mutante fue la que terminó acercándose a él, con pasos firmes y sonrisa dulce.

—O amas tanto mis verduras que quieres comprar mi puesto o quieres invitarme a salir, ¿cuál de las dos es? — Cuestionó con voz segura. Erik se quedó mirándola como un tonto. —¿Quieres comprar mi puesto? —

—No—

—¿Entonces es la segunda opción? — Claro, le estaba dando la oportunidad de invitarla a salir.

—¿Te gustaría ir por una bebida algún día? —

—¿Algún día? — Trató de pensar rápido, buscando no perderse en la sensación de lo mucho que le gustaba la mujer frente a él.

—¿El viernes? — Magda hizo una mueca discreta.

—No— Contestó risueña. —El sábado es cuando estoy desocupada, ¿está bien para ti? — Erik le sonrió.

—Está bien para mí—

A partir de ahí, todo se volvió más y más fácil, los pasos siguientes parecían obvios de seguir.

Así de fácil Erik obtuvo una nueva familia, solo que esta vez no eran unos "padres", era unas amadas esposa e hija.

...

Lo había dicho... de verdad lo había dicho y Erik lo estaba mirando con nada más que sorpresa. Sus cejas estaban muy elevadas, párpados apenas visibles y su boca estaba entre abierta.

Ugh.

Se sintió resbalar del agarre que Erik mantenía en su cuerpo y que le ayudaba a mantenerse en pie. Soltó un sonido de sorpresa, imponiendo más fuerza en sus brazos que rodeaban el cuello del alfa.

De inmediato sintió a Lensherr afianzar nuevamente su agarre.

—Mierda, lo siento—Exclamó el alfa para hacer que la silla de ruedas levitara, amoldándola a la posición en la que se encontraba Charles, para que pudiera sentarse en esta, regresándola a estar en contacto con el piso muy suavemente.

Se sentía tembloroso, avergonzado, expuesto, pero más que eso, el que justo después de su confesión Erik hubiera buscado alejarlo de él lo hacía sentir rechazado.

Mierda, no debió decir nada.

Trató de mantenerse en calma, pues no quería que sus emociones escaparan a Jean, por suerte su hija había estado demasiado entretenida coloreando y tarareando una combinación de las canciones que le cantaban, una frase de la de Erik, seguida de una frase de la de Charles.

Anhelo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora