ɴ ᴏ ғ ʟ ᴇ x

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Habían llegado al taller, aparcando el auto deportivo afuera, para que fuese llevado a la parte de adentro para ser atendido. Bajó del auto con unos lentes de sol, su chaqueta negra de adornos metálicos y unos vaqueros rotos de corte recto, que le llegaban un poco por encima de los tobillos, una camisa blanca dos tallas más que la suya, fajada. Para aquella ocasión, había cambiado sus pendientes por unos totalmente color acero, la perforación transversal en la oreja izquierda junto con un par de aros en lóbulo, relucían a la par con el aro de la oreja derecha de tipo daith, y los dos pendientes largos, uno de cruz y el otro era un pluma que colgaba de un aro. Las puntas de su cabello platinado pintaban de un color fucsia. 

Del lado del copiloto bajó su hermano, con una chaqueta de cuero negro, con cadenas en las hombreras, que se dejaban caer a los costados de los brazos, a diferencia de la de Horacio, esta no traía picos. Iba con una camiseta negra y unos vaqueros de corte, igualmente recto, solo que estos eran de los que tapaban hasta el talón. El metal de su nueva perforación en la ceja relucía en su rostro, y jugaba con la bolita de otro piercing dentro de su boca, en su lengua. Se colocó las gafas de sol cuando hubo bajado del auto, a la altura de que pudiera ver por sobre de ellos. 

Los estilos de ambos eran similares, y aunque Horacio se había ofrecido a vestir a Gustabo, este se renegó, por lo que sí se marcaba una diferencia entre el conjunto de Horacio y el de Gustabo. 

Entraron al taller como si ellos fueran el único centro de atención, y así había sido. Los pocos mecánicos que estaban atendiendo posaron de inmediato su vista en aquellas dos figuras. Gustabo se acomodó junto a su hermanos cuando hubo rodeado el auto, se adentraron juntos hacía el taller, con un aire seguro, por no decir de egocentrismo.

Se dirigieron hacía la oficina del jefe, los mecánicos no dejaban de prestar atención al caminar de aquellos dos. Aunque  Gustabo tuviera pésimo estilo para vestir, podía hacer que aún así las miradas se fijaran en él. 

Yun, quién había visto entrar el auto desde la calle, se dirigió hasta la puerta abierta que le invitaba a subirse y adentrar el auto para la reparación. Una vez que dejó el vehículo en la zona correspondiente, bajó para seguir con la mirada al personaje rubio que se adentraba después que su compañero, cerrando la puerta detrás de él, no sin antes haberle guiñado el ojo. 

— ¿Qué hace Gustabo aquí? 

Emilio se había colocado junto a su compañero, que no había apartado la vista de la puerta ni porque Gustabo ya no estaba ahí. Yun parpadeó un par de veces al escuchar la voz de su acompañante, y giró su cabeza ligeramente hacía él. 

— ¿Quién? 

— Gustabo. Horacio y Gustabo. Compas míos.

Emilio regresó al auto que estaba esperando antes de que llegaran los hermanos. Yun había notado que habían pasado como si conocieran el lugar, como si ya tuvieran suficiente confianza, como si estuvieran en su casa. Frunció el ceño confundido cuando recordó que no estaba el jefe de servicio, y con la idea de que qué están buscando aquellos dos, se dirigió hacía hacía la oficina de su jefe, con un paso receloso. 

Abrió la puerta, y la cerró una vez estuvo dentro. Se volteó en dirección a los chicos, estaban recargados en el filo del escritorio, Horacio a la izquierda y Gustabo a la derecha, ambos miraban al recién llegado, Gustabo de brazos cruzados y postura desinteresada, Horacio con las manos delante de él, entrelazadas. 

 — ¿Tú eres Armando? 

La voz de Horacio no concordaba con la posición en la que se encontraba, se había escuchado seguro de si mismo, tratando de imponer. Yun no se acercó, se limitó a recargarse ligeramente en la puerta, con una mano escondida detrás suyo, sosteniendo la perilla.

𝐋𝐄𝐓'𝐒 𝐏𝐋𝐀𝐘, 𝐁𝐀𝐁𝐘   [Multishipp]Where stories live. Discover now