ᴄ ʜ ᴀ ᴄ ʜ ɪ ɴ ɢ

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Se miraban, algún tipo de tensión se podía palpar entre ellos dos. Uno estaba en el sofá individual y el otro sentado en una de las sillas del antecomedor. Sonreían de una manera rara, complaciente, lujuriosa.
Horacio jugaba con el vaso de vidrio medio vacío, sin apartar la mirada. Gustabo movía ansioso una de sus piernas, sin apartar la mirada.

Había transcurrido una hora desde que habían llegado a casa, el asunto del audio sex filtrado en Twitter pareció no pegarles de la misma manera que sus superiores, pareciera que era un problema más del cual no preocuparse. 

Habían declarado una guerra de la cual, cualquiera que se acercara no saldría ileso. Y los tres superiores habían aceptado con términos y condiciones, lo mejor de todo, sin que ellos se enterasen. Ellos iba a tener pelear por el control de la situación, ninguno iba a rendirse así como así, menos cuando el premio eran tres magníficos cuerpos bien trabajados para uno solo, no importaba si ellos quisieran. 

Los móviles de ambos vibraban con frecuencia, ninguno atendía. Horacio recibía mensajes tanto de Conway como de Volkov, y algún número desconocido que no tenía registrado. A Gustabo también le escribían los dos superiores, sumándose a la bandeja de entrada el  nombre del comisario Rodriguez. 

— ¿Quién te escribe tanto, Horacio? 

Dijo el rubio sin bajarlas comisuras de sus labios, paseando la mirada por todo el cuerpo del moreno, el cual se encontraba bien vestido. Una camisa abotonada hasta el estómago color amarillo pastel, dejando ver el pecho moreno de Horacio, estaba mal fajada en un pantalón pegado de cuero. El moreno sonrió más ante la pregunta. 

— ¿Y quién te escribe a ti, Gustabo? 

Miró la pantalla de su móvil para devolver la vista a su hermano, era una mirada juguetona, traviesa. Se movía de la misma manera en su lugar. 

Gustabo, que parecía que traía la misma ropa siempre, pasó a tronarse el cuello ansioso, sin dejarle de devolver la sonrisa al moreno. 

— ¿Sabes que ya los tenemos a los dos comiendo de la mano? 

Horacio soltó una breve carcajada, él los tenía a su merced desde que lo hicieron inspector. O Gustabo era tonto o se hacía. Se estaba saliendo todo de su control, ninguno de los dos podía riendas de la situación, estaba todo jodido. Sin embargo, aún se podía recuperar algo de entre tanto caos. Nuevamente la mente de ambos proyectaron la misma imagen, sus tres superiores. 

Gustabo se pasó la lengua por sus labios, terminando en un tirón de su propio labio. Horacio le guiñó el ojo con la misma sonrisa juguetona. Ambos sabían que los dos eran unos hijos de puta, que harían lo que fueran para conseguir lo que quisieran, aquí la cuestión estaba en, ¿qué tanto estás dispuesto a sacrificar por tres magníficos hombres que te atenderán así lo quieren o no?

Mucho.

Lo daría todo.

¿De verdad dos individuos estaban dispuestos? ¿Era realmente humano? Aquellos dos eran adictos al sexo, al placer y al dolor combinado.

Los celulares seguían vibrando. Los chicos seguían retandose.

Horacio fue quién tomó primero su móvil, intercalando mirada entre el dispositivo y su compañero. Lo desbloqueó y mediante la barra de notificaciones vio la cantidad de mensajes que tenía en la aplicación de mensajería.

21 mensajes de 4 chats.

10 llamadas perdidas.

Deslizó el dedo hacia abajo, desplegando los mensajes sin abrir dicha aplicación. Su sonrisa se fue ampliando en cuanto vio los mensajes.

𝐋𝐄𝐓'𝐒 𝐏𝐋𝐀𝐘, 𝐁𝐀𝐁𝐘   [Multishipp]Where stories live. Discover now