ᴘ ʟ ᴀ ʏ ᴡ ɪ ᴛ ʜ ғ ɪ ʀ ᴇ

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Nuevamente estaban los cuatro reunidos, esta vez habían sido convocados por Volkov, con la floja excusa de que hablarían de trabajo. Ninguno de los citados creyó en lo absoluto el motivo, sin embargo, decidieron acudir a la reunión, esta vez en casa del comisario. El ambiente que había en el lugar era un poco pesado, nadie hablaba y todo se transmitía mediante miradas, haciendo que aquello se sintiera incómodo. Gustabo y Horacio estaban sentados juntos en el sofá más grande, vestidos de manera casual, un conjunto deportivo, cada quien a su estilo. Mientras que a Conway y a Volkov los separa una distancia de escasos metros, sentados en un sillón individual cada uno, con sus respectivos trajes de trabajo, aunque Volkov mostraba un poco de informalidad al no traer la camisa abotonada hasta el último botón. 

De la mano izquierda de Conway, que descansaba en el reposabrazos, sobresalía un cigarrillo fumado hasta la mitad, con la otra mano reposando en su respectivo lugar y las piernas ligeramente abiertas, mostrando una postura dominante; miraba con mucha atención a Gustabo, quien se encontraba justo delante de él, con el tobillo derecho descansando sobre la rodilla izquierda, la mano derecha sobre el brazo del sillón, elevada a la altura de su cara, y que, con el dedo índice estiraba ligeramente su ceja, manteniendo un semblante divertido, relajado. Sosteniéndole la mirada al superintendente. 

Del lado izquierdo del sillón, se encontraba Horacio, con la mano izquierda escondida sobre el codo del brazo contrario, que se encontraba recargado sobre su respectivo reposabrazos, con la mano de la misma extremidad sosteniendo su mentón, levantando ligeramente su cabeza, haciendo que mirara a Volkov de arriba hacía abajo; quien estaba delante de Horacio, inclinado hacía delante, sosteniéndose sobre sus codos que estaban descansando sobre sus rodillas, con sus dedos siendo tronados en el espacio que sus piernas separadas hacían, aguándole la mirada a Horacio, mirando ligeramente hacía arriba. 

El único sonido que llenaba aquel silencio retador, era el tic tac del reloj de pared que había en la sala, y el goteo de la cafetera, en la cocina, continua a esta. 

Horacio y Gustabo hacía unos diez minutos que habían llegado, por lo que no llevaban mucho inundados en aquel silencio. Silencio que empezaba a impacientar a los mayores, siendo ellos los que esperaban a que los otros hablaban. Pero es que ese era el propósito, ¿no? 

Ansiedad era lo que estaba empezando a sentir Horacio, a él tampoco le gustaba ese silencio, pero Gustabo le había dicho que no dijera nada hasta que sus superiores lo hicieran primero. Al final, fue él mismo quién rompió el silencio, recibiendo una mirada molesta de parte de Horacio.  

Comenzó a reírse por lo bajo, siendo apenas audible para el que estaba sentado junto a él. Luego fue escalando decibeles, acaparando ya los oídos de los dos restantes. 

— ¿Qué es esta mierda, Conway? 

Dijo mientras regulaba su risa, ni tan psicópata ni tan normal, un intermedio. No cambió de pose, ni apartó la mirada de su superior, al contrario, entrecerró sus ojos para enfocar mejor al hombre que tenía delante, tratando de observar cada mínimo gesto que este hiciera. 

A la indiscreta risa de Gustabo se le sumo la de Conway, quién empezó igual que él. Primero, apenas era escuchable, luego fue intensificando hasta soltar una carcajada cínica, realizando un ligero movimiento de cabeza, llevándola hacía atrás. La carcajada atrajo las miradas de Volkov y Horacio, ambos mirándolo con una mueca de confusión. 

— Volkov, ¿qué mierda? 

Preguntó el intendente, regresando la cabeza y dirigiéndola hacía su derecha, estableciendo contacto con el comisario, quién había desviado su vista de él. Volkov se incorporó ante la pregunta, dejando recargar su espalda sobre el respaldo, dejó las manos sobre los brazos del sofá.

𝐋𝐄𝐓'𝐒 𝐏𝐋𝐀𝐘, 𝐁𝐀𝐁𝐘   [Multishipp]Där berättelser lever. Upptäck nu