𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 24

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Un mes desde el coma

Era un día lluvioso, con las nubes tapando el cielo y en las calles sólo se oía el tránsito de los vehículos y las gotas impactando directas al suelo.

El peliazul se encontraba en la habitación del castañito, sentado en ese sillón oscuro al que tanto se había acostumbrado, agarrando la mano de su mejor amigo y esperando que este diera señales de vida.

- Joa, cariño, estamos todos muy preocupados por ti, así que por favor, despierta... me siento tan mal amigo porque no pude ayudarte con ese idiota... seguro que soy muy mal amigo Joaquín, llegué demasiado tarde y mira donde estás... - lo miró con ojos llorosos - te echo de menos, necesito que despiertes para pedirete perdón, para ver tu linda sonrisa y que me digas que todo está bien - le acarició su pelo, donde aún llevaba la venda.

Camilo se quedó observando el rostro de su amigo, su piel había perdido color y ya no tenía ese dulce tono acaramelado, los moratones por suerte ya no eran tan visibles y las pequeñas heridas en donde había salido sangre ya se estaban cerrando, pero Joaquín no daba signos de consciencia.

- Sabes... Dylan hyung le pidió a Alex hyung que sea su prometido y que luego de unos años se casaran para pasar el resto de su vida juntos, debes despertar para felicitarlos - una sonrisita triste apareció en sus labios - hoy está lloviendo JoaJoa, sabes que significa eso, nuestros días de chocolate caliente y maratón de películas acurrucados juntitos... despierta, así podremos comer todos los dulces que querramos mientras reímos y lloramos sin sentido - recordó esos días con nostalgia en donde se ponían cálidos pijamas y se pasaban el día en la habitación haciendo cualquier bobada.

- Sin ti no es lo mismo, gracias a ti soy lo que soy ahora - soltó un sollozo - ¡No me puedes dejar sólo Joa!¡Debemos ir a la universidad juntos!¡Tienes que ser el padrino en mi boda yo en la tuya!¡Debes ser el tío de mis futuros hijos y que salgamos a cenas de adultos! Me lo prometiste Joaquin ... No puedes romper tu promesa - se abrazó al cuerpo inconsciente del menor - ¡Por favor Joa, despierta!¡Te quiero y no puedo estar si ti! Por favor vuelve, tu eres mi fuerza...

Se quedó un largo tiempo llorando encima del cuerpo de su amigo, aferrandose a él, aferrandose a la idea de que su Joaquín despertaría.

Aferrándose a la vida de Joaquín.

Luego de calmarse, le besó la frente y con un 'te amo' se despidió de él.

Joaquín ya se había convertido en parte del propio ser de Camilo, como Camilo lo había hecho con Joaquín.

Se complementaban y necesitaban, su relación era más que una de simple amistad, ya que sin la compañía del otro no podían vivir.

Y Camilo estaba sufriendo como nunca, en todos sus momentos difíciles siempre estubo Joaquín y este siempre le ayudó a sobrellevar cualquier situación, Joaquín siempre estubo con él, como el peliazul también estubo para el castaño, y ahora que el menor no estaba con él no sabía que hacer o como sobrellevar la situación.

Aunque intentaba ser fuerte se le complicaba la tarea, también hay que decir que Ethan estubo con su novio dándole mimos, y reconfortandolo, eso de alguna manera lo ayudó.

Ethan estaba con su novio siempre que este lo necesitaba, diciendole que todo estaría bien, y sentir ese amor por parte de su novio en parte lo hace feliz.

Siguió caminando por las calles, con el paraguas en mano y aspirando el fresco olor que dejaba la llubia, la gente iba rápido para sus casas pero el peliazul iba a paso tranquilo, dejandose envolver por ese frío que en parte hacía que su mente no pudiera pensar y que descansar un poco.

No supo cuando tiempo estuvo caminando sin rumbo y sin prestar atención a su alrededor, sólo dejaba que sus piernas caminaran mientras su nariz y sus mejillas ya se había sonrosado por el frío que hacía, hasta que recibió una llamada.

- ¿Hola?

- ¡¿Amor?!¡¿Dónde estás?! - al escuchar la voz de su novio una pequeña sonrisa triste se puso en sus labios.

Miró a su alrededor y vio que había una tienda de peluches cerca y se dio cuenta que estaba en el barrio donde vive Joaquín.

- Estoy en el barrio de la casa de... J-Joa - soltó con voz temblorosa.

- Amor ¿Qué haces allí?

- No lo sé Amor... - hizo un puchero con sus ojos cristalizados y lo voz quebradiza.

- Cariño, tranquilizate, estoy cerca de ahí, así que esperame¿si? - se oyó la dulce voz de Ethan.

- O-okey, te espero - el peliazul iba a colgar pero su novio la cortó.

- ¡Espera!

- ¿Qué... pasa Cariño? - preguntó extrañado.

- Te amo cariño, no lo olvides - al instante Camilo se permitió sentirse amado y cálido por un momento.

- Yo t-también te amo Ethan - contestó, sorviendo su nariz que se encontraba rojita.

Y luego si que colgó la llamada, sentándose en una parada de autobús a espera de que llegara su novio.

Sin él quererlo, una lágrima traicionera bajó por su mejilla, ese nudo que se mantenía en su garganta y parecía no querer irse que lo ahogaba más y más. Sentía como algo le desgarraba por dentro, quería que Joaquín despertara.

Sentado en esa parada de autobús pensó que la gente no se fijaba en muchas cosas por estar corriendo de aquí para allá. Él mismo había pasado por esa calle un centenar de veces y nunca se dio cuenta que cerca de allí estaba creciendo un bonito árbol con verdes hojas que lo cubrían.

O que en ese mismo árbol habitaba una pequeña familia de pájaros, tenían su pequeño nido construido allí, además de que había unas cuantas flores que servían de decoración sin, posiblemente ellas saberlo.

O también que había unos niños - que siempre veía por allí pero nunca les prestó atención - que le daban de comer a una gatita con sus crías mientras jugueteaban con ellos. Los niños debían de tener entre diez y doce años.

No se había dado ni cuenta de que en el parque rodeado de árboles, cerca de allí, había una parejita de ancianos - a los que veía algunas veces pero como con los niños, nunca se dio el tiempo de ver que hacían allí - que tiraban pequeñas migajas de pan para las palomas que iban allí, con sus manos entrelazadas y enormes sonrisas en el rostro.

Nunca se dio cuenta que en ese lugar había cosas tan bonitas hasta que se detubo un momento y se dignó a observar bien a su alrededor, sin prisas, mirando todo con cautela y oliendo olores que provenían de flores silvestres aunque con el humo de los vehículos quedaba camuflado Allí entendió, que normalmente la gente está tan ocupado corriendo de aquí para allá, que no se da el tempo de apreciar detalles tan insignificantes pero a la vez tan magníficos.

Era interesante, como el ser humano se fija en la importancia de esos pequeños detalles hasta que le ocurre una desgracia o algo que cambia su vida por completo.

Se dio el tiempo de disfrutar de esos momentos y apreciar lo que valía la pena, sin prisas, sólo con su corazón luchando por seguir latiendo y sus ojos vagando por los lugares que lo rodeaban, intentando grabarse en la memoria esos pequeños detalles.

Cuando llegó su novio, aún con el corazón partido, fue a abrazarlo mientras el peligris le envolvía entre sus brazos.

Debían darse más tiempo para disfrutar de los verdaderos momentos.

Hola princesa➪𝐸𝑚𝑖𝑙𝑖𝑎𝑐𝑜Where stories live. Discover now