𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 17

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Joaquin salía de la sala de baile, había estado algunos días practicando junto a Ethan que lo había ayudado en mejorar sus pasos y a pulirlos, con el tiempo fue recordando todas las sensaciones que le provocaba bailar. 

Sus pasos cada vez eran más fluidos ya que se sentía más relajado al hacerlo aunque aún le venían flashes de su pasado y de lo que le pasó. 

Hoy Ethan no estuvo con él ya que salió junto a Camilo en una cita. 

Los pasillos estaban desiertos, sólo habían algunas personas, las cuales sus extraescolares aún perduraban o los del equipo estudiantil que terminaban de revisar y ordenar todo. 

Estaba apunto de llegar a la salida cuando escuchó una dulce voz que cantaba con gentileza con una tenua melodía que sonaba junto a su voz.  Nunca había escuchado tan melodiosa voz a parte de su hermano que también lo hacía muy bien. 

Pero esa voz era diferente, con un bonito color y timbre de voz que transmitía millones de emociones.  Esa voz era especial. 

¿Dónde he escuchado esta voz? 

Sé que la he escuchado... 

Joaquín sabía que ya la había oído en algún lugar, esa voz le sonaba familiar pero no sabía de que.  Se acercó a la puerta y prestó mucha atención, cerrando sus ojos para disfrutar mejor de esa melodía que le erizaba la piel.  Por un momento se relajó oyendo tan maravillosa voz, su mente estuvo en blanco sin pensar en nada más. 

Cuando miró por la puerta en la parte de cristal vio a una persona sentada en el sillón del piano,  encaranado al instrumento y supo de inmediato de quién era esa cabellera azabache.  Sin hacer el más mínimo ruido se adentró al aula de música. 

- No sabía que cantaba tan bien - aplaudió Joaquin cuando el azabache  terminó y este se giró con los ojos abiertos hasta que sonrió al ver al castaño sonrojado pero con una sonrisita. 

- No canto tan bien. 

- ¡Eres un mentiroso!¡Cantas hermoso, pareces un ángel! - gritó con el ceñito furuncido viendo los ojos negros del mayor brillar con una sonrisa de conejito - ¡No!    B-bueno... n-no esque...  t-tampoco canta t-tan bien... eh... yo... 

- Si, si, ya entendí - Emilio sonrió y le hizo un ademán para que se acercase. 

Joaquín hizo lo pedido, muerto de vergüenza, mientra el azabache empezaba a tocar una melodía en el piano, no es que fuera tan bueno como su mejor amigo peliazul, pero lo hacía muy bien.  Joaquin enserio intentó aprender a tocar.  ¡Pero no le podían juzgar, era muy difícil!  Y el daba su mejor esfuerzo, pero es que de verdad era muy duro. 

Cuando Emilio vio los ojos fascinados del menor sonrió con ternura y le dijo que viniera y se sentara. 

- ¡¿C-cómo?! 

- Ven y siéntate aquí - se señaló entre sus piernas, el banco era sólo para una persona así que le dijo que se sentara delante de él - no te haré nada, sólo ven¿si? 

- B-bueno - se acercó con pies tembloroso hacia el azabche.  Este con una sonrisa en el rostro, le agarro de la muñeca y lo atrajo hacia él, hasta que el castañito quedó sentado entre sus piernas, muy cerca el uno del otro. 

Joaquin mantenía la mirada gacha, con el rostro ruborizado hasta las orejas y acomodó mejor su faldita rosa.  Y es que no era culpa suya, era del tonto de Emilio, que según Joaquin, hacía algún tipo de conjuro para que se avergonzara y su cara quedase completamente rojita hasta que se alejaba de él.  Y ese poder siempre lo había tenido sobre él, por mucho que a Joaquín no le gustara admitirlo.  Emilio agarro las manos de Joaquín entre las suyas mientras posaba su rostro en el hombro del menor, hasta poder ver el hermoso perfil del castaño, Joaquín se estremeció ante tal contacto hasta que el azabache acercó sus dedos a las teclas el piano empezando a tocar.  Las manos del azabache estaban posadas encima de las del castaño y guiaban las manos de su menor para hacer una maravillosa melodía protagonizada por esos dos. 

Hola princesa➪𝐸𝑚𝑖𝑙𝑖𝑎𝑐𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora