II. Capítulo 4: Amnesia

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"Jack"

Una voz femenina seductora camelaba los pensamientos del Noivern y le embriagaba un sentimiento de ebriedad.

Abrió los ojos y vio frente a él a su Entrenadora.

Era una mujer con el cabello rubio y ojos pardos. Su mirada intimidaba y un leve destello de maldad brillaba en ellos. Su cuerpo era adulto, tendría alrededor de 30 años.

La mujer le acarició el pecho al Noivern que la sonreía.

Como todos los días, la mujer se le acercaba al oído y le susurraba lo mismo una y otra vez:

-Soy tu Entrenadora, eres mío, eres mi Pokémon, eres lo único que necesitas, me necesitas, no puedes vivir sin mi; eres un pobre dragoncito abandonado, eres mío y siempre lo has sido.

Pero ya no necesitaba escucharlo, había generado una dependencia al cariño que aquella mujer le infundaba y que ,conforme pasaba el tiempo encerrado en aquella oscura habitación, su mente había ido poco a poco asimilando esas dulces palabras en medio de la soledad.

A fin de cuentas, era la que le daba de comer, la limpiaba y le acariciaba. El Noivern amaba todo eso.

Pero había algunos días en los que de repente, algo en su interior le pedía a gritos que saliese de allí y muchas veces Jack se enfadaba e intentaba huir, pero las palabras de la mujer lo calmaban y volvía a como era siempre: su Noivern.

La simple idea de vivir separada de ella era absolutamente imposible... ¿o no?

La quería muchísimo y la obedecía en todo lo que ella pedía, sus deseos eran órdenes para él... ¿o estaba equivocado?

Durante mucho tiempo observaba aquellas cuatro paredes pensando en manera de que ella la dejase salir para poder probar su valía en los combates, pero sólo lo sacaba de ahí cuando iban a que le extrajesen sangre.

En ese momento se sentía libre porque miraba la luz de esa que parecía un círculo luminoso... ¿el Sol?

Respirar aire fresco cuando lo sacaban un rato era para él un privilegio increíble... se estaba portando muy bien.

Poco a poco le fueron sacando más a menudo hasta que al final ya no tenía ganas de escapar...¡Se estaba tan bien ahí!

Esas cuatro paredes se volvieron su realidad y le encantaba, le gustaba mucho estar ahí encerrado, podía estar a solas con su ama y nadie los molestaba.

Era muy agradable y bonito... ¿O es que lo estaban engañando?

Había noches en las que, cuando no estaba su dueña, se levantaba teniendo una pesadilla en la que era un humano.

Era un niño de 6 años que observaba como una chica con unos pocos años más que él era golpeada por tres niñas mientras la que estaba en el suelo le sonreía.

A veces era ella, y a veces era él quien la defendía.

Pero las pesadillas persistían incluso cinco años después.

Estaba en el suelo tumbado, comiendo su pienso favorito cuando de repente, la puerta estalló y vio la cara de dos seres extraños.

Uno tenía una cola azul escamada con una aleta al final de la misma y sus piernas eran patas azules. Tenía un chándal y el hocico de esa criatura la asoció con un Vaporeon, pero que caminaba como los humanos y lo miraba fijamente y sonriendo.

Pokémon, ¡Soy un Pokemon! Entre FronterasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora