24. Presentimiento

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Ada:

—Keith.

Acabo de contarle y aun no distingo, ni espero que reacción puede darme y por eso mismo, tampoco he planteado exactamente lo que le diré en diferentes escenarios.

Él se detiene y mientras espero paciente, se acerca y termina agachado frente a mí, sus ojos mirándome hacia arriba y yo estoy sentada sobre el sofá.

—¿Vas a decirme algo con lo que terminemos discutiendo y yo terminando contigo?.—Pregunto con una ceja arqueada.

—No y menos ahora, jamás te dejaré ir, Barbie.

—Tomaré eso como una amenaza, raro.

Él sonríe.

—Yo también.—Confieso.

Keith estira la mano y coloca un mechón de mi cabello, detrás de mi oreja.

—Me alegra que me lo dijeras.

Trato de sonreír, pero al final solo alcanzo a hacer una mueca.—¿Qué vamos a hacer, Keith?

—La Guerra de Bandas es en la mañana, hasta la tarde.

—Dependiendo de en qué lugar nos toque.

—Y la misa es en la noche.—Me recuerda.—Incluso si vamos al final, creo que podremos llegar a las siete a la iglesia.

Suspiro.

—¿Lo ves? Siempre hay una solución.

—Creo que soy incapaz de ver una solución después...—Me callo de golpe.

Después de lo que esa mujer dijo.

—¿Barbie?

No quiero lidiar con eso ahora, lo acerco a mí.

—Saldrá bien.—Me promete.

Asiento con la cabeza.

—Eres grandiosa.

Mientras las personas que me importan lo sepan, sé que estaré bien, aunque eso no evita que quiera esforzarme el doble.

Nuestra "discusión" termina ahí, la boca de Keith busca la mía y soy yo quien profundiza el beso, en cuanto sus manos van directo a mis caderas y sus dedos presionan, sujetándome.

Su beso es caliente y su piercing está frío, pero a estas alturas ya me acostumbre a sentirlo, es más, me gusta.

En medio de jadeos y besos que niegan a parar, pongo las manos sobre su pecho, subiendo su camiseta, mi boca se despega la suya ante el contacto de mi tacto con su torso duro, Keith se aparta unos centímetros, solo para mirarme con sus ojos brillantes, casi como si sonrieran.

Me coge la cara y reclama mis labios, sus manos permanecen solo un corto tiempo sobre mis mejillas, porque así como las mías ya están desabrochando los vaqueros negros, las suyas, me abren la blusa, dejándome en sujetador.

El retrocede un poco, sus ojos visualizan mi sujetador, mis senos apretados dentro, comparte una nueva mirada conmigo y detiene esa boca sobre mi piel ya desnuda para él.

—Keih...

Mi sujetador cae y sus manos bajan a mi falda, hace ingresar sus dedos y mirándome, desliza mis bragas, un calor constante se incremente y pronto termino por quitarle también a el las ultimas prendas.

—Quiero ir arriba.—Pronuncio sorprendiendo a Keith, pero enseguida noto que mi propuesta le ha gustado.

—Lo que desee, mi Barbie.—Dice con una sonrisa.

No apuestes al amor (#2 Amores y Apuestas)Where stories live. Discover now