FlashBack

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Ross acariciaba mi cabello mientras le daba explicaciones a sus hermanos.

—Viejo, casi que la dejas intoxicar — dijo Rocky con algo de preocupacion.

— Ya lo sé, Bro. Pero no vale llorar sobre la leche derramada.—Dijo sin dejar de acariciarme la cabeza.

—Mamá me va a matar.—Vannesa se cubría la cara con las manos y Riker sobaba su espalda.

—Vannesa, yo fui la irresponsable.—Logré soltar dejando las nauseas de lado.

—Shhhh.— Ross me puso su dedo indice ensima— Solo duerme. —Continuo acariciandome el cabello. —Vane, quédate hoy en casa. Sé que puedes dormir con Rydel. No quiero que salgas afectada por lo de Lau.— Vannesa asintió.

—Muy bien, no discutiré contigo nada más porque estoy cansada. Te deseo suerte.

De alguna forma llegamos a casa. Vannesa ayudó a abrir la puerta, yo aún estaba muy mareada. Todo me daba vueltas. Ross leyó una nota que estaba sobre la barra del desayuno.

" Hijas.
Nos quedaremos un par de noches en casa de la tía Rosa, hace tiempo que no la vemos.
Espero la pasen bien.
Att: Mamá y Papá "

—Eres una suertuda— me miró.—, tus padres no están en casa. Agradécele al cielo.

Estaba muy mareada para hablar así que solo moví tontamente la cabeza.

—Muy bien. Vamos a tu cuarto para arreglar este desastre.—Ross me tomó por la espalda y las piernas, y me cargó como si estuviésemos recién casados. Entró a mi cuarto y me dejó sobre el sofá.

Sentía el vómito en mi garganta. Estaba lista para trasbocar. Ross debió verme así, porque me levantó y llevó al baño para que pudiera liberar todo el alcohol y la comida de mi estómago. No tarde en desocuparme. Por fin me sentía cuerda. No quería volver a tomar nunca.

Le indiqué a Ross que saliera del baño. Me miré al espejo. Era un desastre, el rimel corrido, el labial esparcido por toda mi cara y mis mejillas pálidas.

—Vamos, Laura.—le dije a mi reflejo—Tú puedes hacerlo.

Me quité el maquillaje y me dejé totalmente natural. Me lavé los dientes, limpiando cualquier rastro de vómito que pudiese encontrar. Salí del baño.

Ross estaba sentado en los pies de la cama atento a cualquier indicación que yo diera. Tomé aire y abrí totalmente la puerta.

—Ross...—Canturrié mientras posaba una mano en mi cadera y me recostaba sobre el marco de la puerta.

—¿Estás bien, Lau?— me miró directamente a los ojos.

—Estoy alucinante, Ross.— me acerqué lo mas sensual que pude, haciéndole ver que estaba más cuerda que minutos atrás.

—¿Laura?—se mordió el labio, él ya habia entendido a dónde se dirigía todo esto.

Me quité el vestido amarillo y lo tiré sobre la cama. Quedandome nada mas en sosten, pantys y tacones.

A Ross se le quedó la boca literalmente abierta.

—¿Sabes lo que haces?—me mordí el labio. Ni modo de echar para atrás.

—Más que segura.

Se levantó rápido de la cama y se quitó la camisa. Dejando a su increíble y trabajado torso total y plenamente desnudo.

—Ok.— asintió relamiendose los labios. Mi corazón latía tan rápido que seguro se iba a explotar en mi pecho.

Se quitó sus jeans desgastados y los zapatos. Quedando en interiores y medias.

Se acercó a mí y comenzó a besar mi cuello y hombros. Me sostuve de él y enrrollé mis piernas en sus caderas. Él continuaba basándome el cuello. Yo besaba sus clavículas y detallaba con mis manos cada rincón de su pecho y abdomen.

Me tiró sobre la cama viéndome preparada para lo siguiente. Definitivamente avanzamos desde el incidente de la mañana.

—Laura...no.—desvió la mirada.

—¿Por qué?—escuchaba desilusión en mi voz.

—Porque...—se sentó junto a mí en la cama.— si va a ser nuestra primera vez, quiero que sea mientras los dos estemos completa y absolutamente cuerdos.— se giró y me miró a los ojos.—No quiero que parezca que me aprovecho de ti...—Susurró.

Definitivamente, Dios le da pan al que no tiene dientes.

Me arrodillé detrás de él y acaricié sus hombros. Dejando pequeños besos en ellos.

—Vale, no importa. Prometimos esperarnos por el otro, si no es hoy, será porque no nos conviene —se giró y me abrazó.

Nuevamente las nauseas se apoderaron de mí.

—¿Ross...?

—¿Si, princesa?

—Voy a vomitar.

—Demonios.— maldijo por lo bajo.— ¿Dónde hay un valde?

—En la cocina, pero ¿para qué?

Salió de la habitación como un cohete y subió con el valde y una toalla para la cocina.

Mi vista se hacía borrosa y comenzaba a tener escalofríos.

La demora fue sentarme en el sofá de mi habitación, y volví a vomitar. Ross se hizo del otro lado del sofá sosteniendo mi cabello hacia atrás para que no se untara de la asquerosa mezcla amarilla.

Pude contar que llené ese valde unas tres veces más y después, me quede dormida.

Locura de amor en el set  [Terminada] Where stories live. Discover now