Capítulo 2

255 36 24
                                    

Narra Inuoka

Las semanas se habían pasado demasiado rápido. Mis compañeros de equipo y yo estábamos esperando a que el camión llegara. Nos habían citado a las 6:00 a.m para llegar allá como a las 10:00 a.m y tener nuestro primer partido del día.

– Inuoka... ¿Estás bien? – me preguntó Shibayama un tanto preocupado – ¡Whoa! ¡Tienes ojeras!

– ¿Eh? ¿Los tengo? – instintivamente me toqué ambos párpados inferiores – ¿Se notan demasiado? – me preocupé.

– No tanto o bueno... – Shibayama se me quedó mirando – Sólo un poco.

– Debí de imaginarmelo – hice un gran bostezo – Me desvelé haciendo la tarea de matemáticas.

– ¿Eh? ¡Pero si eran muy pocos ejercicios! – el camión llegó y en orden nos subimos al camión – Son cuatro horas de viaje. Creo que sería mejor que descanses en el trayecto – nos sentamos juntos. A mí me había tocado en la ventana.

– Creo que tienes razón – le sonreí.

– ¡Todos por favor, pongan sus cosas en la parte de arriba del camión! – empezó a decirnos el entrenador Naoi mientras revisaba si estábamos completos – ¡Nada de música libre en el trayecto! ¡Aprovechenlo para descansar! – volvió a sentarse en su lugar.

El camión echó andar hacia nuestro destino. La mayoría se empezó a dormir y no tardó en que se llenara de ronquidos el camión. Sabía que tenía que dormir un poco también, así que me acomodé en mi asiento y cerré los ojos para descansar.

* Sólo unos minutos... Unos... *
...
...

= Sueño =

Estaba en un bosque. Me agazapaba entre los arbustos y me detenía para recargarme en el tronco. Me asomé para ver si él estaba ahí.

* Debe de estar adentro de aquella cueva de tempura. *

Me iba a deshacer de él. Ya me sabía sus movimientos, sus ataques sorpresa. Todo. Iba a darle fin a todo esto.

Salí de mi escondite y entré a la cueva. Todo estaba obscuro. Mis zapatos hacían eco en aquel lugar y sentía mi corazón latir con velocidad.

* Él debe de estar cerca. *

Con mi mano derecha saqué mi pequeño cuchillo de galleta, preparado para atacar. Traté de adaptarme en la oscuridad y puse atención a mi alrededor.

– ¡¡TE TENGO!! – gritó la mandarina.

El chico mandarina trató de herirme con su espada de caramelo a la que yo lo bloquee con mi escudo de chocolate, causando que la espada de caramelo se partiera en pedacitos.

– ¡Ya me sé tus trucos! – lo empujé con el escudo de chocolate – ¡No tienes escapatoria! – le lancé el cuchillo de galleta a la que él lo esquivó.

– ¡No creo que te sepas todos! – mandarina retrocedió unos cuantos pasos. De no sé dónde, sacó una certana – ¡A ver cómo te las arreglas con estos! – sonrió pero aún no podía ver sus ojos o su nariz.

Escuché cómo respiraba hondamente para después sacarlo en la certana. Rápidamente me cubrí con el escudo de chocolate. En vez de dardos, eran los huesitos de la mandarina.

– ¡Nos vemos después! – paró de disparar y él se dispuesto a irse de ahí – ¡Bua, ja, ja, ja!

– ¡Ni creas que va a ser fácil!

Estaba decidido a correr hacia él. Así que, me preparé y corrí con el escudo de chocolate en alto por si se atrevía a dispararme de los huesitos de mandarina mientras que con la otra mano recogía el cuchillo de galleta.

¡Mi estrella favorita eres tú! (Hinata x Inuoka)Where stories live. Discover now