𝖈𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖓𝖚𝖊𝖛𝖊

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— No tengo asuntos con el reino — dijo poniendo su báculo en su espalda, sosteniéndolo con ambas manos.

Él empezó a pasearse por todo el kiosco con pasos lentos, dejando arrastrar su fina capa negra en el suelo.

— ¿Qué has hecho? — preguntó él.

— ¿Has estado espiándome? Si es así, seguramente ya lo sabes.

— No todo el tiempo estoy en un mismo espacio. Podría estar aquí... o no — su voz a veces era tan confusa. Que Jungkook nunca sabía si las cosas que decía eran real o simplemente una metáfora.

— Creí haber encontrado algo... a alguien — dijo el alfa con una risa carente de humor.


Ríete de tus desgracias. Tal vez duela menos.


— ¿Y esa persona también te encontró a ti? — pregunto él.

Jungkook negó con la cabeza

— ¿Qué hizo?

— Se marchó. Ha ido con su alfa.

— ¿Estaba marcado?

— Si. Tiene una cicatriz en el cuello — quería no creerlo, en serio quería.

Pero él lo vio con sus propios ojos.

— ¿Y la de sus ojos?

— Creí que no estabas en todos lados — dijo irónico.

Hubo un momento de silencio, solamente se escuchaba la música del festival a lo lejos.

— Su alfa le causó esas marcas hace unos años.

— ¿Cómo sabes eso?

— Uno de mis poderes es ver que es lo que causa dolor en las personas — dijo alzando su mano hacia el cielo. Admirando lo largo de sus dedos — El dolor producido en ese omega... es porque su alfa lo hirió.

Jungkook empezaba a enojarse y ponerse mal. Definitivamente mataría a la persona que haya osado poner siquiera un pelo encima de la bonita criatura. Pobre, delicada, hermosa... hermosa criatura.

Matar, matar, matar...

Los huesos de Jungkook empezaban a sentirse más anchos, el calor corporal empezaba a aumentar... sus fauces se volvían más grandes y toscas, dejando ver sus colmillos que empezaban a hacerse mas y mas grandes.

Sus ojos empezaban a cambiar de color, brillantes...


El lobo está despertando.


"Jungkook"


"Hermano, ¿Dónde has estado?"


"Perro, no comerás nada hasta que hayas hecho lo que te pedí"


"Bienvenido a casa"


"Hoy es una victoria más para..."


Distintas voces empezaron a sonar en su mente. El alfa se llevó sus manos a la cabeza y apretó.


Vete, vete.


— Yo no pertenezco aquí — dijo temblando, la boca le babeaba. Retrajo sus colmillos y jadeó — No pertenezco aquí.

𝐋𝐄𝐀𝐕𝐄 𝐓𝐇𝐄 𝐀𝐋𝐏𝐇𝐀 ᵏᵒᵒᵏᵛWhere stories live. Discover now