Capítulo 20

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He recibido un montón de visitas desde que me resfrié. Las chicas, especialmente América, no se han despegado de mí.

Logan también vino a verme, solo cuando Nicholas tuvo que ir a la empresa por una reunión que requería de su presencia. Delta me dijo que no quiere que haya problemas con Nicholas.

Bryanna y Corbin también vinieron, diciéndome que Pauline me envía saludos y que espera poder pasar a tomar el té conmigo alguna tarde. Se enteró que estoy embarazada y según Corbin, gritó de alegría al saber que iba a ser abuela. Todavía no le digo a Corbin lo que tengo planeado hacer con Nicholas y el pollito.

Los únicos que no pudieron verme por las clases en la escuela son los niños Wagner, pero Lydia y Margo no han dejado de llamarme, la primera para saber cómo estaba su tía favorita y la segunda para decirme que dio su primer beso... Aunque solo fue para ensayar una obra de teatro escolar.

Dakota se sienta delante mío de la mesada. En la semana le he pedido que me respondiera algunas preguntas que tengo sobre el embarazo y ella las ha contestado todas... Excepto una que no me animo a preguntar.

Preparo el té para ambas con las hierbas especiales de Delta y pongo una tarta de queso que me envió Sophie. A pesar de estar contenta con la noticia de que será abuela, Sophie sigue igual de distante. Sí, se sigue preocupando por mi salud, pero nuestra relación no es la misma. Me pregunto si alguna vez volveremos a esa relación tan madre e hija que habíamos creado sin darnos cuenta, sin que yo me esforzara por ser la hija perfecta como tantas veces ocurrió con Pauline.

—Los niños no dejan de preguntar sobre su nuevo primo —comenta tomando la taza entre sus manos.

Clavo mis ojos en mi taza para que no se dé cuenta de cuánto me incomoda todo esto.

—¿Cómo están los niños? ¿Siguen preocupados? —pregunto sonando mi nariz con un pañuelo.

Todavía me queda algún rastro del resfriado, pero gracias a los cuidados de todos —porque de verdad se instalaron en mi habitación, principalmente América y Nicholas—, me recuperé rápido.

—Sí, pero solo por ti y el bebé —comenta encogiéndose de hombros—. Creí que iba a resultarles más traumático, pero al parecer enterarse que vendrá un bebé, ha hecho que sólo piensen en eso.

—Me gustaría poder pensar en otras cosas para distraerme —murmuro pensativa.

No he dejado de tener pesadillas y en parte, resfriarme tiene que ver con la tensión que estoy manejando.

Dakota pone una mano sobre la mía y me sonríe.

—Bueno, te estás focalizando en el embarazo, eso es un avance —comenta para luego dar un sorbo.

—De eso quería hablarte... —Me rasco la frente—. ¿Es normal que...? —Carraspeo—. He estado sintiendo cosas... —comento incómoda.

—¿Cosas?

—Sí, como que mi cuerpo está... Alterado.

—Es normal —comenta bebiendo su té con tranquilidad—. Tu vientre está creciendo.

—No, no es eso... —Aclaro la garganta—. Mi cuerpo está como... ¿Sensible?

—Oooh... —murmura cayendo en la cuenta luego de unos segundos—. Estás cachonda.

—¡Dakota! —Me ruborizo.

—¿Por qué te ruborizas? Hay evidencia más que clara que no eres virgen —bromea y cuando ve que estoy más incómoda, suelta una carcajada—. Es normal que estés cachonda, Dyl.

Mi problema para siempre #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora