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CAPÍTULO CUATRO
A destiempo

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«La muerte es solo la suerte... con una letra cambiada». JOAQUÍN SABINA


14 de septiembre de 2012

Aquella mañana, Camille tiraba del primer hilo de la investigación: David Tyron. Con la siempre exquisita compañía de Gálvez, la detective esperó aquella mañana a que el sospechoso llegara a su citación en el Departamento para interrogarlo.

—Puntual, Tyron. Puedes tomar asiento. ¿Algo de beber?

El muchacho miró a los detectives de hito en hito y de pronto soltó las palabras atropelladamente:

—Anne y yo nos separamos hace quince días.

Estaba claro que conocía los hechos, su miedo podía notarse en su frente perlada. Camille miró a Gálvez de reojo y le dio cordel a su sospechoso para que hablara.

—Según los padres de ella, se reconciliaron, ¿o mienten?

—A la señora Dawson nunca le gustó nuestra relación, nos lo hacía saber. Sin embargo, el señor... él... —David balbuceó y se llevó las manos a la cabeza, frustrado.

Camille no se había fiado del padre de Anne desde el primer momento y no tardó en indagar aquella nueva faceta.

—¿Qué pasa con él?

—Delante de todos era amable conmigo. Pero hizo hasta lo imposible por alejarme de su hija. Por último, comenzó a utilizar sus influencias en la universidad para retirarme parte de la beca, y ahora no podré seguir estudiando. Saben que mis padres no tienen el dinero suficiente, aunque se pasen todo el día trabajando. —Señaló su ropa de segunda mano con los brazos en jarra, evidenciando su procedencia humilde.

—¿Por qué haría algo así? —interrumpió Gálvez.

Hampshire hubiese querido mandarle callar, o golpearle la nuca por interrumpir a Tyron. Sin embargo, por primera vez, su intervención había liderado la conversación hacia un punto interesante.

—Porque yo no encajo en su familia. Ellos querían que Anne estudiara en el extranjero, que se juntara con otra clase de personas. Tienen un apellido que respaldar en sus círculos sociales, y yo no soy nadie. —Tyron apenas lograba hilar bien las palabras, pero parecía que decía la verdad y Camille comenzó a planteárselo.

—¿Tuviste algún problema con ella por esto?

David bufó y apretó los labios con incomodidad ante su propia reacción, y Camille se acercó unos pasos a él, acorralándolo con sus ojos. Que le creyera inocente no significaba que le dejaría escapar sin primero conocer los detalles.

—Varios, de hecho. Yo la llamé para arreglar las cosas luego de nuestra última pelea. Ella pretendió frente a sus padres que nos habíamos reconciliado, pero no fue así, Anne me usó. Se estaba viendo con otro hombre —dijo, y Camille observó cómo su mandíbula se apretó.

—Y obviamente tú sentiste celos —le acusó. Él asintió.

—Los sentí, pero yo nunca le haría daño a ella, la quería demasiado —tartamudeó con un brillo aflorando en su mirada.

—No hemos asegurado eso. David, esto es parte del proceso de investigación, y tú debes probarnos con datos concretos que no eres esa persona que buscamos. Ahora, dime algo, ¿por qué Anne ocultó su nueva relación y cómo supiste de eso? —La detective cambió el rumbo del interrogatorio, centrando sus energías en el nuevo vértice del triángulo.

La línea del placer [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora