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La última víctima
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‹‹La realidad deja mucho a la imaginación››.

JOHN LENNON

7 de abril de 2013


—De acuerdo, pero necesito saber la dirección y el vendedor, Harrison, sin eso no tengo nada.

—Pero, ¿cómo es que no te aparece en el mapa?

—Pues no lo hace, no lo sé. Llevo más de media hora. ¿Qué te crees? No te llamaría por nada.

—Dame un rato, Camille. No parece ser tan fácil entonces. Te llamo, ¿sí?

La detective arrojó el celular con furia sobre su sillón. ¿Qué tan escondida podía estar una persona? Sabía que ambos nombres que figuraban en el contrato de inmueble eran falsos, porque no estaban registrados en ningún lado. Pero de alguna forma debían encontrar la agencia que realizó el convenio. «A menos que haya sido un particular y no desde una agencia». Miró su ordenador. Según la foto de los cheques que se encontraban junto con el contrato, Sebastian había pedido un crédito, y bastante grande. Al estar vencidos, era por seguro que debían estar embargándole cosas a su nombre. Si Harrison lograba dar con la entidad detrás de ese negocio, tal vez podrían tener una manera de descubrir cuáles eran esas cosas embargadas.

Decidió esperar por su compañero y ahorrar tiempo en otro asunto.

La nota. Aquel pedazo de papel que tomó de la escena del crimen sin que nadie lo notara. ¿Por qué había hecho semejante cosa? Hasta ella ignoraba la respuesta, había sido una reacción instintiva, ese deseo de no involucrar aún más a las personas que quería. Como si ignorando la verdad pudieran escapar de un destino cruel.

La tenía pendiente desde que la encontró en el cuerpo de Barbara Yates. Ni siquiera se atrevió a leerla hasta el momento adecuado, tal vez por culpa de hacerle creer a todos que esa vez no había nota, tal vez por miedo a lo que podría leer.

«Yo voy por allí paseando almas cristianas para dar a Jesucristo su justo merecimiento; no pienso en nada más que propagar su evangelio. 23».

Y así como así, la nota terminaba. Veintitrés días y la maldición que esas palabras traían consigo. Suspiró con pesar. Un último intento, un último asesinato. «O el inicio de muchos más». Sintió que un ataque de nervios comenzaba a aprisionar su pecho y se obligó a calmarse. Fue a la cocina y se sirvió un vaso de agua con mano temblorosa, se mojó el rostro y miró fuera de la ventana. El cielo era una brecha de un acantilado, separado por una gruesa nube negra.

Pasó una hora y tanto leyendo del tomo, salteándose los cuentos que ya habían sido seleccionados por su asesino. Finalmente, encontró el fragmento en el cuento del alguacil, pero sin siquiera darle tiempo de hacer nada, la llamada entrante de su móvil vibró escandalosamente entre los cojines y los papeles de trabajo.

—¿Sí? ¿Harrison? —Su voz sonó como un lamento desesperado.

—Escúchame, Hampshire. No te va a gustar esto —Camille cerró los ojos y se inclinó, creyendo no poder soportar cada vez peores noticias—. Abre el archivo que te envié al correo y míralo mientras te hablo. La propiedad resulta ser una cabaña que tiene más de ciento veinte años, que podría considerarse de valor si no fuera por el hecho de que es una ruina. Quien la compró por seguro pensó que sería una buena inversión. Fue comprada en el 2009 y puesta en venta hace más de un año , y bueno, vendida hace once meses. ¿Ves el punto rojo en el mapa que te envié? Está ubicada ahí.

La línea del placer [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora