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¡Hola! Quise empezar con una nota al principio para agradecerles por las 500 lecturas que alcanzó la novela. Sí, probablemente estén pensando "no tiene nada de especial!" pero para mí sí importa y mucho, así que gracias ♥
Otra cosa, me gustaría que me hagan saber con un voto o comentario si de verdad les está gustando la novela, pero sean totalmente sinceros; me encantaría poder sacarme esa duda porque al fin y al cabo, por eso la publico! :)
Sin dar más rodeos, dejo de escribir. Espero que disfruten este capítulo, gracias por leer!
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—¿Y bien? —me interrogó una vez que la muchacha que trabajaba en el lugar nos dejara lo que pedimos y se marchara.

Yo no entendía. Esa era la segunda vez en el día que me cuestionaba lo mismo. Para él debería de tener un peso importante, porque ahora me estaba mirando con esa expresión escrutante nuevamente.

Yo tomé un sorbo de mi frappuccino mediano de mocha blanco –mi favorito- mientras me concentraba en esa pregunta cargada de significados. Parecía ser una de esas que sólo debes contestar cuando estas seguro de que la respuesta es correcta.

Él se había pedido un exprimido de naranja, el cual apenas había tocado.

—¿Y bien qué? —inquirí.

—¿Es que todavía no te has dado cuenta? —dijo tratando de no parecer dramático ni acusador.

—Pues no entiendo… me hiciste esta pregunta dos veces y no sé si te refieres a lo que pasó ayer, la conversación de hoy o si estoy disfrutando de este café ahora —pregunté, dando otro sorbo—. Podrías referirte a una amplia variedad de temas.

—¿No te parece que…? —dejó la pregunta inconcreta, pero luego la corrigió—: ¿No te parezco conocido? ¿De algún lado?

Me apegué al respaldo de la silla con el frappuccino aún en mis manos, observándolo con detenimiento, a ver si daba con la posible respuesta. Yo sabía que lo conocía de algún lado, pero no lograba poder acordarme. Como cuando sabes la solución de algo y la palabra que buscas la tienes en la punta de la lengua.

—Bueno… la primera vez que te vi ayer en esa habitación te veía como un desconocido, pero hoy en el auto… Sé que te conozco de algún lado, pero no estoy segura de exactamente dónde.

Esta respuesta pareció decepcionarlo un poco, ya que desvió la mirada pensativo, como queriendo ver en qué se equivocó, qué hizo mal. Y no sé por qué, pero me sorprendió el sentimiento nuevo de que yo odiaba verlo decepcionado. Así que traté de remendar la situación.

—A lo mejor… —al ver que levantó la vista decidí continuar la oración—. A lo mejor si me lo cuentas, quizá sí lo recuerde.

Pareció pensársela un poco, pero luego con una sonrisa dijo:

—Eso era todo lo que quería oír. Vamos, puedes llevarte el café si quieres. Nos esperan horas de charla.

—¿Y qué piensas del clima?

Estaba observando a una señora que salía del supermercado y cargaba sus bolsas de compras en el baúl de su auto mientras su pequeño hijo la observaba desde el asiento del carrito de compras.

Esta vez él manejaba normalmente, con más calma a comparación de esta mañana.

—¿Cómo? —pregunté confundida. Me tomó por sorpresa esa pregunta al azar.

—Que qué piensas del clima.

—Ah… eh, ¿nublado? No sé, no disfruto mucho de los días de lluvia. Prefiero el calor.

—Dicen que cuando el cielo está gris es porque alguien en alguna parte está ocultando algo y no quieren que lo descubran—-, dijo riéndose por lo bajo, como si se tratara de un chiste interno que solo él entendía.

Además de la diferencia de velocidad con la que él manejaba, esta vez no había silencio. “Matt” me hacía preguntas simples, como cuál es mi color favorito, quién es mi artista preferido o qué elegía entre coca y pepsi. Pero mis respuestas no parecían sorprenderlo en absoluto.

Cuando llegamos todavía seguíamos discutiendo si eran mejor mascota los perros de raza o callejeros, tema que carecía de sentido pero al menos evitamos ese silencio tan incómodo.

—Bueno, ¿dónde quieres estar? Podemos hablar en la cocina, el living, mi habitación… Mi tío no está porque tuvo que viajar urgente, así que tenemos la casa para nosotros por esta noche.

Me di cuenta de que me puse colorada porque soltó una risita de suficiencia. La verdad es que no sé por qué me puse así.

Decidimos que en la cocina, así que mientras él preparaba un intento de cena, yo estaba sentada en el desayunador observando la habitación. No parecía ser una casa en la que podían vivir dos hombres. Estaba perfectamente ordenada y se encontraba decorada de tal manera que había armonía entre los colores y habitaciones. La persona que se tomó el trabajo para lograr este resultado debió de saber muy bien lo que hacía.

Era una de esas casas que no son lo mismo respecto a su apariencia comparando su exterior e interior. Por fuera era una casa común y corriente, muy simple, como sacada de los suburbios. Por dentro parecía sacada de una parte de una mansión. Traté de entablar una conexión entre el chico que se encontraba de espaldas a mí preparando unos waffles, la voz masculina que había escuchado en la mañana y esta casa, pero no encajaban ninguna de las tres cosas.

—Bien —dijo acercándome una taza y sentándose en una de las sillas en frente mío, pero no lejos, de forma que pudiera verme directo a los ojos, supuse yo—. ¿Prefieres que te cuente todo de corrido o me haces preguntas? Haremos lo que tú quieras.

Recuerdos de un crimen © [PAUSADA]On viuen les histories. Descobreix ara