6. Inhumanos

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Justin.

 — ¿Ella está mejor?—me pregunta Scooter, mientras entramos dentro de las oficinas de la productora.

Si la cantidad de fotógrafos en Canadá ya era mucha, aquí era más que el doble. Había dejado seguridad en la casa de Megan, y ellos se habían comunicado con los que me habían acompañado a Los Ángeles. En su casa, la mayoría de fotógrafos ya se habían retirado y solo quedaban unos cuantos. Realmente me alegraba por eso.

Quería que ella recuperara la privacidad a la que siempre ha estado acostumbrada.

—Sí…por lo menos ahora sonríe. —le respondo. —Odio realmente haberla tenido que dejar sola.

—Ella no está sola, lo sabes, ¿no acabas de decir que Adam Levine te llamo cuando estabas de camino al aeropuerto?

—Ellos son grandes amigos, y sé que ella va a estar bien con él.

—Creo que el realmente no quiere estar lejos de ella, eres tú.

—Hombre, es mi novia…obviamente que no quiero.

—Sí que estás enamorado…—comenta Scooter, abriendo la última puerta en el camino para entrar a las oficinas directivas.

—Lo estoy. —afirmo, sonriendo.

No existían más dudas.

Y es que lo tenía completamente claro ahora. No había otras chicas. Era su sonrisa la que lograba hacerme sonreír a mí también, su forma de ser, como era tan amable con todo el mundo. Ella siempre quería salvar al mundo. Sumando al paquete que ella era realmente hermosa, sus ojos…sus labios y su trasero…está bien, está bien; sé que sonará machista pero  me encantaba que mi novia sea tan caliente. Yo era realmente alguien muy afortunado.

Una mano golpea mi mejilla, regresándome a la realidad.

— ¿Por qué fue eso?—le pregunto, tocando mi mejilla.

Scooter se ríe, antes de responderme: —Tenías esa cara de embobado…dios, de verdad estas muy pero muy enamorado.

Me encojo de hombros.

 —Culpable.

Digo, y lo hago reír nuevamente.

— ¿Qué estás haciendo aquí, Fredo? Hace mucho que no te veo. —digo, mientras me acerco a Alfredo, quien acaba de entrar a la habitación.

—Scoot me dijo que estarías por aquí…y tú sabes que no puedo vivir sin ti, Bieber. —me dice, guiñándome un ojo.

—Te he extrañado, tío.

—Debes llamarme entonces, tío. —Dice, y me hace reír. — ¿Cómo esta ella?

Justin's GirlWhere stories live. Discover now