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Lo más difícil de controlar en el mundo es el corazón humano, porque a veces ni siquiera sabes cuándo podrá llegar a cambiar.

Jeongguk estaba preocupado por sí mismo. Intentó calmarse y pensó en las cosas que estaría dispuesto a hacer en tan poco tiempo para que la situación que enfrentaba con Taehyung, se viera lo menos dramática posible. Pero la cosa es que, en este punto, tienen un sin fin de obstáculos por delante. Es algo que no se puede evitar y no se puede esconder.

Jeongguk sabe lo que debería decir, pero en este momento ya no pueden funcionar las dulces palabras del esposo preocupado del pasado, ni la fiereza del hombre que conoció en la secundaria. Solo puede sostener a Taehyung más fuerte, pretendiendo que todavía está intacto y no agonizante entre sus brazos. Sabe que su esfuerzo físico fue demasiado, y ahora está dormido. Se siente frío, parece tranquilo y se mantiene con la respiración golpeando de manera errática sobre su pecho.

Jeongguk estiró los dedos y delineó suavemente los suaves contornos bajo la nariz de Taehyung, sus ojos profundos. Él conoce el amor absoluto y la tolerancia que Taehyung le tiene, pero esta vez debe haber sido perjudicado en extremo como para soltar tales palabras...

Realmente parece que ha logrado dividir su amor, no en un pequeño pedazo sino en miles.

—No te enojes conmigo, de verdad puedo cambiar... Tienes que creer en mí. —El tono de Jeongguk es muy ligero y suave, pero incluso así tiene miedo de perturbar el sueño de Taehyung— Cuando te despiertes, tienes que seguir amándome. No puedes dejarme... No te voy a permitir dejarme.

Jeongguk sostiene a Taehyung, y no sabe por qué de pronto está tan nervioso. Parece que las cosas que menos quiere enfrentar, están a punto de suceder. La inquietud en su subconsciente es la más agotadora. Al igual que el viento y el sonido de la nieve golpeando su ventana, la sensación de opresión está congelando su corazón gradualmente.

Finalmente, el timbre suena.

Jeongguk colocó suavemente a Taehyung sobre la cama y utilizó las sábanas para cubrirle y después abrir la puerta con una expresión solemne en la cara.

—¿Cómo es que vienes tan tarde?

Jeongguk abrió la puerta. Jung Hoseok quitó el sudor en su frente y dejó el botiquín en el suelo junto a la puerta.

—Hoy no fui a trabajar, acabo de salir del bar. Pero bueno. Dime, ¿a quién le hago la consulta? Si es a ti, temo decirte que voy a cobrarte recargos.

Hoseok y Jeongguk son muy cercanos y tienen entre siete u ocho años de amistad. De lo contrario, nadie estaría allí a esa hora, tocando la puerta en plena ventisca para aguantar semejante carácter de semejante sujeto.

—No digas tonterías, estoy muy nervioso.

Jeongguk no estaba de humor para escuchar sus bromas sin gracia. Hoseok no se demora en quitarse el abrigo:

—Dime qué te pasa, hombre. ¿Tienes dolor de cabeza? ¿Un resfriado? ¿Te golpeaste? ¿Sufriste de algún trauma? Aunque un golpe y un trauma son casi lo mismo...

La clínica de Hoseok por lo general atiende a las personas que se sienten más a gusto en el "mundo subterráneo." Ladrones, prostitutas, delincuentes... Jeongguk sabe que tiene entonces, una tremenda habilidad con cosas que tienen que ver con sangre y traumas sexuales.

La cara de Jeongguk se vuelve un enigma nuevamente:

—Yo no... Entra a la habitación y atiende a mi esposo.

La intuición de Jeongguk es rápida:

—¿Qué le pasó al pequeño Tae?

Empujó la puerta de la habitación. Las cosas desordenadas en el suelo hacen que Hoseok no tenga dónde ir. Salta, no quiere pisar las sábanas... Él sabe que su paciente está acostado en la cama.

Los 10 años en que más te amé Where stories live. Discover now