CAPÍTULO TREINTA Y TRES

26 1 0
                                    

Antes de alejarse y volver a la comodidad del sillón donde había estado anteriormente, Meliber se acercó a Ever y le susurró algo al oído.

No seas celosa —escuché al dragón azuzar dentro de mi mente. Ante eso rodé los ojos.

A metros frente a mi, Ever dijo que "sí" a palabras que no pude escuchar. Inmediatamente aparecieron un par de guantes en el aire que Meliber le entregó a mi mejor amiga, y se alejó dejándonos solas.

—¿Aún te duele la cabeza? —pregunté al ver que Ever se masajeaba la sien.

—Algo —respondió mientras se colocaba los guantes.

—¿Qué es lo que te pidió Meliber a cambio de los guantes? —pregunté como si no fuera la gran cosa, por dentro estaba llena de curiosidad.

Ever sonrió.

—No puedo decirte Rosse, es parte del trato, pero no es nada grave. Así que tendrás que confiar en mí, señorita —al decir esto último Ever hizo una cara graciosa, como de un adulto reprendiendome.

—Amo que estés de vuelta, Ev.
Ever abrió los brazos y se abalanzó sobre mí.

Había estado conteniendo muchas emociones. Tener a mi mejor amiga abrazándome fue lo mejor del mundo, mi enojo, mi frustración, todo salió de golpe y lloré. Ever me abrazó más fuerte y se puso a reír de mi desborde de emociones.

—Estás hecha todo un desastre, chica. ¿Dónde quedó la Rosse de acero que conozco?

—No me molestes —Sonreí tomando distancia y secándome las lágrimas—. Tenemos trabajo que hacer —agregué acercándome al vehículo congelado y sacando el diario de Niguel del interior.

—¿Ese es el diario de tu abuelo? —preguntó Ever algo confundida.

—Sí, pero este es un diario que escribió en este mundo. Al parecer dejó uno en cada mundo que visitó. Y por lo que estuve viendo, tiene mucho que ver con aquel sujeto de allí —señalé mirando a Meliber.

—Es sexy —aseguró mi mejor amiga.
Inconscientemente rodé los ojos. Era sexy, sí, pero no iba a admitirlo. Inmediatamente recordé que el dragón leía nuestros pensamientos, así que el sonrojo en mi rostro no demoró en hacerse presente. ¡Tonta Rosse!
Tras mirar hacia el gran sillon ví que Meliber parecía ocupado con una computadora así que lo más probable era que no había podido espiar mis pensamientos.

Respiré aliviada.

—Por allí hay una mesa —indicó Ev.
Caminamos hasta ella. El lugar en donde estábamos era bastante amplio. Y al parecer había de todo.

—¿Tienes hambre? —preguntó mi mejor amiga al divisar una máquina expendedora de golosinas. Sin esperar mi respuesta caminó hacia el automóvil congelado y sacó su bolso del interior.
Mientras buscaba algunas monedas, Ever tomó su teléfono celular y comenzó a realizar una llamada.

—¡Listo! —agregó soltando de golpe las golosinas sobre la mesa. Tomé una barra de chocolate con arroz inflado y Ever escogió un pequeño brownie de chocolate al que comenzó a quitar el envoltorio lentamente para evitar que se desmigara.

—¿A quien llamaste? —pregunté con una sonrisa maliciosa —¿No me digas que tienes novio y no me habías contado? —me burlé.

Ever se puso roja.

—Claro que tengo novio —agrego nerviosa—. Y no éramos amigas en este mundo, así que obviamente no iba a contarte. Pero ya que somos nosotras mismas supongo que...

—¡Habla ya, mujer! —le apuré para que saliera de su hermetismo.

—Estoy saliendo con Erik —Ever hizo una pausa—, es decir, con Chris.

COVEN 1Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz