CAPÍTULO VEINTISÉIS

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El instituto al que íbamos Jace y yo estaba ubicado en el centro de la ciudad, a una media hora de donde vivíamos. Tanto mi casa como la de él estaban en una pequeña villa de las afueras. Era un lugar demasiado apacible, rodeado de bosques y tranquilidad.

Me sentía extraña y culpable de estar utilizando un cuerpo que no era el mío. Es decir, este era el cuerpo de la Rosse de este mundo, de Rossalyne. ¿Qué había pasado con ella en primer lugar? No me encontraba en paz desconociendo aquello.

—¿Vas a decirme lo que te ocurre? ¿O te mantendrás en silencio todo el trayecto?

—¿Qué crees que haya ocurrido con la Rosse y el Jace de este mundo?

Jace presionó el volante del carro con demasiada fuerza y su expresión se transformó en un amasijo indescifrable. Luego de unos segundos suavizó su rostro y me lanzó una mirada más alegre.

—Es difícil entenderlo, Rosse. Pero los hemos asimilado. Nuestra alma y la de ellos se han unido formando una sola. Seguimos siendo nosotros mismos después de todo. Aunque distintos. Más completos.

—Es cierto —comprendí. Era yo, pero distinta. También era Rossalyne. Tenía todo el conocimiento y experiencias de este mundo y del otro.

—En este lugar existe la creencia de que cada alma tiene muchas vidas —agregó Jace—. Pienso que es algo muy parecido a eso. Es como si hubiésemos despertado y recuperado los recuerdos de una vida pasada. Tampoco me siento igual que antes. Soy diferente.

Seguimos hablando del mismo tema todo lo que restaba de viaje. Al llegar, Jace estacionó el sedan en uno de los espacios que aún quedaban en la calle larga frente al instituto. Íbamos a bajar cuando vimos a una Siba caminando presurosa hacia la entrada del establecimiento.

Jace me tomó del brazo para detenerme, pero me solté y avancé hasta ella.

—¡Siba! —exclamé. Estaba tan feliz de verla.

—¿Te conozco? —preguntó la morena.

—Claro, soy Rosse.

—Sé quién eres —agregó Siba poniendo mala cara, parecía molesta—. Todos en el instituto te conocen.

—Vamos, preciosa —habló Jace depositando un beso en mi cuello—. Deja de molestar a la cuatro ojos. Miré a Jace como si quisiera matarlo. ¿Cómo se atrevía a decirle así? ¿Qué mierda le pasaba?

Siba puso los ojos en blanco y comenzó a rodearnos para poder entrar al instituto.

—No pienso hacer la tarea a ninguno de los dos —decretó mientras se alejaba.

Jace me tomó de la mano mientras aún me abrazaba por la espalda y me jaló haciendo que girara hacia él. Tal y como si hubiésemos hecho una especie de paso de baile.

—Déjala —aconsejó mientas me abrazaba—. Aún no está despierta —susurró a mi oído.

—A lo mejor si le recuerdo el coven logro hacer que...

—No funciona así, Rosse —interrumpió Jace—. Contigo dio resultado porque tú ya estabas despierta cuando nos vimos esta mañana, yo sólo te ayudé a tomar el control de tu mente, a unificarte. Si insistes, sólo vas a quedar como una loca ante todo el instituto.

—¿Cómo sabias que funcionaria conmigo? —quise saber. Estaba muy confundida.

—No lo sabía —respondió el rubio besando mi cabello—. Llevo intentando hacerte reaccionar desde que me mudé aquí, y hoy por fin funcionó.

COVEN 1Where stories live. Discover now