Capitulo 5.- Manos limpias

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La enorme casa de los Fratinni contaba con un pequeño jardín de flores. El hijo menor de la familia solía hacerse cargo de regar las plantas que vivían en aquel lugar.

Lirio estaba ahí, como todas las mañanas, revisando que todo estuviera en orden, encargándose de que cada planta tuviera el agua suficiente para crecer sana y fuerte. Era un trabajo que le permitía distraer la mente de los negocios familiares.

—Lirio... —El joven desvió su atención hacia la voz que lo llamaba, Adriano se encontraba en el lado contrario de la reja— ¿Podrías abrirme la puerta?

—¡Adriano! Wow —Al acercarse para ver a su compañero, notó las profundas ojeras de este—¿Te encuentras bien? No parece que hayas dormido bien

—Estuve algo ocupado en la noche, ya podré descansar mas tarde —Dirigió su mirada a la puerta, esperando a que le abrieran pronto—

—D-disculpa —Lirio fue de inmediato a abrir el enorme portón que defendía su hogar— Como las familias han estado en conflictos fríos, preferimos dejar descansando a los guardias

—¿Sabes algo acerca de los conflictos? —Adriano solía mirar a los ojos cada vez que hablaba con alguien— No pareces alguien que se suela involucrar en los asuntos de la familia

—Je ¿Tanto se nota? —El joven desvió la mirada unos segundos— No soy bueno para estas cosas, no tengo una determinación tan grande como tu, ni habilidades como mi hermano o mi padre

—¿Entonces es cierto que jamás has matado a nadie?

—¿Q-quien te dijo eso? —Si bien no era un secreto, tampoco era algo que solía hablar con otros miembros de la familia—

—Es algo que puedo observar —Adriano tomó las manos del hijo menor de los Fratinni— Lo veo en tus ojos, en tu voz... Y ayer pude verlo en tus manos, estas se encuentran limpias y sin culpa... Jamás te has tenido que manchar con sangre

—Hehe, es una vergüenza ¿No? Sottocapo de la familia Fratinni, el siguiente Don en la lista... Y aun así, no soy capaz de jalar el gatillo de un arma —Era un sentimiento que solía invadir la mente del joven, sin embargo, no solía compartirla con nadie. Despues de todo, no tenia a nadie cercano fuera de la familia—

—Te equivocas, no hay nada de malo en mantener tus manos limpias... —Adriano se acercó lentamente en dirección a Lirio, hasta que sus frentes se chocaron y no podían ver nada mas que los ojos del otro— Dime ¿Puedes verlo?

Al tener todo su campo de visión invadido por la mirada del hijo de Angelo, pudo notar una gran cantidad de cosas.

Ira, odio, pena, amargura, miedo, ansiedad y quizás cuantos mas sentimientos negativos. Sus ojos se encontraban ahogados en el mal y el sufrimiento... Pero aun entre tanta oscuridad, seguía habiendo una pequeña luz, una luz que aun no había sido borrada.

—Adriano... Tu tampoco, nunca has matado a nadie

—Entonces si te diste cuenta... A pesar de todo, sigo teniendo las manos limpias por ahora —El joven se apartó de Lirio y empezó a caminar en dirección a la casa— Sin embargo... Si llega el momento, estaré feliz de manchar mis manos, si eso implica mantener las tuyas limpias

Colocando su bate encima del hombro, Adriano se marchó del lugar, dejando al joven entre las flores pensando en las palabras que le habían sido dichas. La lealtad que el hijo de Angelo había jurado no era falsa, como la de muchos que habían sido iniciados en la familia antes que el.

—Adriano... ¿Qué mas escondes?

—No se lo recomiendo, joven Lirio —Casi de la nada, Albert, el consejero de la familia había aparecido detrás del chico—

—¿¡D-de donde saliste!? —El joven se sorprendió al ver que alguien mas había notado la vergonzosa escena—

—He visto este tipo de cosas antes, puedo ver hacia donde van —Contestó sin responder la pregunta— Sin embargo, Adriano Rossi es una persona rota, su alma esta llena de oscuridad... No es una mala persona, en absoluto... Pero no le recomendaría seguir acercándose a el —Albert soltó un suspiro, como si recordara viejas heridas— Las personas con oscuridad en su corazón, solo pueden acabar de una forma

Lirio Fratinni meditó un momento las palabras de su consejero. Tenia razón, el mismo Adriano había buscado a la mafia por su cuenta, llegando y declarando su intención de venganza. El chico había escogido un camino peligroso y era imposible que todo terminara bien... ¿O no?

—Quizás tengas razón... Sin embargo... Siento que hay algo mas ¿Sabes? Siento... Que quizás aun haya una posibilidad de que algo salga bien

—Si usted siente eso, entonces debe ayudar al joven Adriano, al final de cuentas, el también es un miembro de la familia... El es un Fratinni

Adriano caminó durante un tiempo hasta llegar a las oficinas del Don. A pesar de que era temprano, este ya se encontraba trabajando y a la espera del recién llegado.

Una vez abrió la puerta, el Don notó lo mismo que su hermano, el chico apenas pudo dormir aquella noche.

—Wow, ahora si que parece que estés muerto chico

—Buenos días Don —Ni siquiera el jefe de la familia se libraba de los comentarios irónicos del hijo de Angelo—

—Bien chico ¿Conseguiste algo bueno?

—Tengo un plan inicial, solo necesito que me lleve al hogar de Dalacio Aldena

—¿Solo eso? ¿No necesitas nada mas?

—... Quizás un café me vendría bien

Luego de beber un café juntos, se dirigieron a la casa de Aldena, esta se encontraba en el mismo barrio que el hogar de Adriano. Donde estaba repleto de hogares enormes y gente acomodada. Pero incluso dentro de todos esos lujos, la casa de Dalacio Aldena destacaba entre todas por ser incluso mas grande y claramente mas cara.

Una vez frente a la puerta, el joven tocó al timbre de forma casual, como si de un vendedor se tratara, incluso sabiendo que se trataba del líder de un grupo de mercenarios.

La puerta se abrió y se reveló a un hombre alto, de cabello oscuro, con ojos color miel y el rostro lleno de cicatrices. Una sonrisa confiada le daba la bienvenida a los miembros de la familia.

—Ah, Don Albano Fratinni, no creí que alguien como usted necesitaría mis servicios... Y menos acompañado de un matón

—¿He? —El Don observó a su acompañante, este aun llevaba el arma que le habían regalado— Te equivocas, el no es un matón, este chico es Adriano Rossi, hijo de Angelo Rossi

—¿El hijo de Angelo? Cada día los reclutas mas jóvenes —Le echó una mirada despectiva al chico— Entonces ¿Para que traes un bate de baseball?

—Pues... Para jugar baseball —Un silencio incomodo se apoderó del lugar luego del comentario de Adriano, por lo que este creyó que era un buen momento para sacar su primera carta bajo la manga. De su bolsillo sacó un paquete envuelto en papel de regalo— Es para usted, me enteré de que era un fanático del cine, así que le compré una película

De alguna forma, el ambiente se había tornado todavía mas incomodo con el presente entregado.

—Eres un chico raro... Esta bien, pueden pasar

—¿D-de verdad? —Don Fratinni había quedado sorprendido, pero su subordinado mantenía una expresión neutra, igual que siempre—

Sin un plan muy complicado, ambos habían logrado entraren la casa de Aldena, algo que pocos pudieron conseguir sin morir un par de minutos después. Aun así, esto no era una victoria en absoluto, aun debían deshacerse del clan de mercenarios que obstruía la investigación. Pero claro, Don Fratinni sabía que el joven Adriano no había llegado hasta acá sin un plan.

—Adriano Rossi... ¿Qué tienes preparado? —Pensó expectante—

El hijo de AngeloWhere stories live. Discover now