Teñido y manchado

3 1 0
                                    


Apenas puso un pie en la casa, Adriano Rossi se vio en una situación poco familiar. Frente a un espejo vestido de un elegante traje, con el Don a sus espaldas asegurándose de que le quedara perfecto.

—Bien, jamás me dijiste tus medidas, así que tuve que adivinarlas

—Jamás me las preguntó —Dio una pequeña vuelta antes de continuar hablando— ¿Y por que el traje? ¿Finalmente va a casarse Don?

—No te hagas el tonto, ya me entere de todo —Así mismo, el reveló su propio smoking echo a su medida— Ya nos enteramos, Don Valdano te pidió que tocaras en su teatro ¿No?

El chico se quedó un momento en silencio y aparto la mirada algo sonrojado, quería que fuera una sorpresa, ya que era el motivo por el cual llevaba tanto tiempo practicando a escondidas con Chiara.

—Sera una noche casi completa, supongo que tendremos que llevar protección ¿No? —El Don le ajustó la corbata al ojo divino. No podía dejar de pensar en que era igual a su padre cuando este era joven— Tendremos que llevar a la chica con nosotros, no dejo de pensar que incluso acá, no estaría segura

—Ya lo había pensado, los chicos del ojo divino y yo estamos listos, después de todo, no me sentiría seguro sin usted, Don Fratinni...

Adriano Rossi llevaba varios días pensando en aquella vez que el Don asesino a dos hombres frente a el, habían muchas preguntas que simplemente nunca pudo hacerle, era ahora o nunca.

—Don Fratinni... ¿Cuándo fue la primera vez que asesino a alguien? —La pregunta llegó de la nada, invadiendo la habitación, aun así, el Don le ofreció una sonrisa, como si hubiera estado esperando esa pregunta— Fue cuando apenas había cumplido quince años, tu padre y yo fuimos a cobrar unas deudas, las cosas simplemente se salieron de control... Ambos tuvimos que matar a dos hombres cada uno... —Su voz soltaba cierta tristeza— Angelo Rossi y yo cobramos muchas vidas, éramos los mayores asesinos de la familia... Y cuando papá falleció, creí que era momento de dejar esa vida...

—Entiendo... —Adriano se puso al lado de su jefe, la diferencia de tamaño era bastante similar a la de su padre— Yo sabia que papá era un asesino, era consciente del destino que le aguardaba si seguía con esta vida... —El joven no soltó ni una lagrima, ya había llorado a su padre todo lo que tenia que haber llorado—

—Tu padre era mas que un simple asesino —Don Fratinni se dirigió a colgar su elegante ropa, no quería arrugarla antes del gran día— Fue mi mejor amigo, incluso si matamos juntos, también reímos y disfrutamos juntos... Cuando tu naciste, creo que yo estaba mas feliz que el —Soltó una risa antes de continuar hablando— Lo mismo cuando nació tu hermano... Y en su primer cumpleaños, le juré que no dejaría que le pasara nada a sus hijos, promesa de juramento

—Pues hasta ahora ha cumplido su promesa, Don Fratinni... —Lentamente, el joven se retiró de la habitación— ¿Cómo se siente matar?

 Las preguntas de Adriano se volvían cada vez mas sombrías, incluso con su tono inocente y apagado.

—Asesinar no se vuelve cada vez mas fácil... —Terminó de cambiarse la ropa antes de seguir hablando— Cada vez que quitaba una vida, me pasaba toda la noche pensando, pensando en sus familias, en sus sueños, en sus vidas... Ser un asesino implica llevar todas esas vidas a cuestas. Pero aun así, no me arrepiento —Le ofreció una ultima sonrisa nostálgica a Adriano— Por que gracias a toda esa montaña de cadáveres, es que aun puedo cuidarte a ti y a Lirio...

El Don se acercó al oído de Adriano antes de retirarse, le dijo una ultima palabra, tan baja que ninguna otra alma pudo oírla.

''Y matare a los que sea necesario para poder seguir cuidándolos''


El hijo de AngeloWhere stories live. Discover now