CAPÍTULO 1 SANEM

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CAPÍTULO 1
SANEM

- “Tienes frio? – pregunta con esa suave voz ronca que hace cosquillas por toda mi piel. Su aroma único llena mis pulmones, me ajusto a su cuerpo caliente, no porque tenga frio, más bien porque necesito que estemos lo más cerca posible.
- No, me estoy calentando contigo… - siento su sonrisa en mi frente. Pasa sus fuertes brazos por mi cintura asegurándome en su esculpido pecho. Era tan feliz ahí, era mi lugar favorito en el mundo porque nada se comparaba a su olor, su calor y toda su fuerza.
- Yo si tengo frio… - susurra con voz entrecortada mordiendo suavemente el lóbulo de mi oreja. Me sostengo con fuerza de su espalda tratando de consolarlo y arroparlo del frio, su dolor era el mío no importaba que tan banal fuera – tengo frio cuando no estas a mi lado…”

El frio astilla mi piel, siento como los temblores recorren cada uno de mis huesos y mi boca tiene un horrible sabor a metal. No puedo abrir los ojos, es como si un pesado jarabe me estuviera aplastando, apenas puedo respirar y en mi cabeza retumba un sonido demasiado estridente que me hace querer echarme a llorar… si pudiera abrir los ojos, si pudiera gritar… si pudiera recordar…
¿Qué fue lo que me trajo a este estado? El jarabe estaba ahogándome por todas partes, tanto interna como externamente y no me deja pensar, recordar o sentir nada más que esta sensación aplastante. Trato de gritar otra vez, pero mis labios están sellados, no puedo sentir mis brazos y tampoco mis piernas. Esto es un suplicio.
Rastros de sueño aparecen como una película en alta definición en mi mente… Can. CAN. ¡TENGO QUE IR CON CAN! Con fuerza trato de salir de esta pesada bruma, pero es dolorosa, no puedo ni siquiera sentir mi respiración, el único lugar a salvo son los recuerdos de mi sueño. El sonido que retumba en mi cabeza empieza a bajar y los sonidos a mi alrededor cambian… se escuchan lejanos, me esfuerzo por entender, pero entre más quiero hacerlo, más aplastante y punzante es la sensación.
- Por favor Deniz… - la voz masculina se escucha suplicante. Poco a poco se empieza a acercar, pero es lenta, me esfuerzo por escuchar un poco mas de lo que dice, pero el sonido no disminuye lo suficientemente rápido. La desesperación me está enloqueciendo – solo una noche, ¡que será una noche? No es nada porque solo seremos dos amigos paseando.
¡Deniz? Conocía yo a alguien con ese nombre, pero el jarabe que me tiene envuelta apenas me deja pensar. Me esfuerzo por moverme en dirección a la voz y a los objetos que resuenan, ¿que eran? ¿Como utensilios de metal? Poco a poco comienzo a sentir el movimiento de mis dedos helados, es muy doloroso, hace demasiado frio. ¿Dónde estoy?
- Muzo no voy a perderme mis turnos por una escapada de una noche, la jefa confía en mí, ¿sabes? – mas movimientos de utensilios y luego algo ligero, ¿hojas de papel? Trato de destensar mis extremidades, pero es infinitamente doloroso, quiero gritar, pero mis labios y mi mandíbula están trabados. ¿Qué TENIA QUE HACER PARA QUITARME ESTA COSA DE ENCIMA?
- La jefa no llegara en unos días más… ándale, yo invitare… - las voces ya son más claras y el sonido se convierte en algo sordo en el fondo de mi cabeza. Era un mínimo alivio. A pesar del dolor trato de mover mis piernas y brazos, pero apenas puedo hacerlo, algo suave me sujeta contra la superficie fría sobre la que estoy manteniéndome inmóvil.
- Muzo tienes que olvidarte de eso, la ultima vez que salimos CHOCASTE MI AUTO por conseguirme flores… - el hombre se echa a reír y un resoplido se escucha. Los sonidos ya son mas claros pero el frio se hace mas intenso. Trato de abrir mis ojos con desesperación, pero mis parpados todavía se sienten como un par de piedras.
- Me considero un hombre muy romántico – se burla el hombre, sin duda alguna no era la voz de Can porque él tiene un todo más ronco y suave a la vez. Insisto en abrir mis labios, pero ahora mi garganta se siente ronca y lo poco que puedo mover mis parpados provoca que una luz cegadora empeore todo.
- Me alegra que te parezca gracioso porque…
- Espera Deniz… - la interrumpe el hombre. Intento hablar otra vez retorciéndome, trato de parpadear y acostúmbrame a la luz, pero es demasiado blanca. El jarabe espeso y pesado que estaba sofocándome ya se siente más liviano, pero por tanto esfuerzo estoy demasiado cansada. Al menos ya siento mi respiración entrar y salir en cortos jadeos.
- Oh Sanem… - se escuchan pasos acercarse. Reacciono al sonido de mi nombre buscando su origen por encima de la luz brillante – tranquila dulce, tómalo con calma…
Una mano pequeña se posa en mi frente y luego en mi pulso, trato de zafarme de su contacto, pero mis muñecas y tobillos restringidos me lo impiden… ¿acaso estoy amarrada? Abro los ojos de golpe presa del pánico, odiaba estar encadenada; me muevo frenética tratando de zafarme y asimilar todo a mi alrededor, mi vista aun es borrosa pero no me importa, tengo que huir de ahí.
- Sanem cálmate por favor, queremos ayudarte – insiste la mujer que supongo se llama Deniz.
- ¡Suéltenme! – grito asustada pero mi voz apenas se escucha por lo rasposa que esta mi garganta – ¡tengo que irme! ¡Él me está esperando! ¡SUELTENME!
- Sanem contrólate, son por seguridad… - insiste la chica pelirroja que trata de sostenerme de los hombros para evitar que me mueva, pero eso me vuelve más frenética. ¿Que iban a hacerme?
- ¡No! ¡Suéltame!
- ¿Quieres que te traiga los calmantes? – escuchar esa palabra solo me asusta más.
- Bien hecho, ¡¿porque no lo gritas?! – lo regaña la pelirroja que me sigue sosteniendo de los hombros, pero gira su cabeza al hombre – ¡creo que no te escucharon en Uruguay!
- ¡SUELTENME! -grito sin entender que está pasando.
- ¡Sanem mírame a los ojos! – me grita por primera vez sosteniéndome con mas fuerza y entrelazando su mirada con la mía – cálmate…
Algo en sus palabras me hace detenerme.
- Eso es… muy bien… - medio sonríe, pero no se aleja, estamos cara a cara, mi campo de visión esta lleno por ella – inhala conmigo… exhala… inhala… exhala… eso es, otra vez…
Respondo a lo que me ordena unas siente veces más hasta que sonríe de nuevo y sus manos se alejan de mis hombros, pero no su vista.
- ¿Enfermero puede traer un te caliente para Sanem? Creo que su garganta lo agradecerá… - se escuchan pasos que se alejan y ella se endereza totalmente con una sonrisa tranquila.
- ¿Porque estoy amarrada? – pregunto asustada.
- Es por tu seguridad Sanem, pero no te preocupes, te quitare las esposas en cuanto te tranquilices… - se aleja de mi para acercarse a una pequeña mesa con varios cajones metálicos, abre el más bajo y para mi sorpresa saca una manta que acomoda sobre mi - lo siento, no pensé que tuvieras frio…
- ¿Qué me paso? – pregunto asustada, pero al menos mi piel empezaba a entrar en calor. Empieza a acomodar unos utensilios, sospecho que eran los sonidos metálicos, mi corazón se acelera de inmediato – ¿qué vas a hacerme?
- Nada Sanem, tranquila… - me enseña los instrumentos – estos los use para tu cabeza, te diste un golpe muy fuerte y tuvimos que ponerte puntos…
Apenas lo menciona una punzada de dolor atraviesa desde un lugar arriba de mi sien hasta mis pies. 
- ¿Porque me siento tan cansada? – pregunto tratando de relajarme solo observando el techo blanco.
- El calmante que te dimos, son los efectos secundarios, pero se te pasara pronto. Además, te hemos alimentado vía intravenosa, pero te desconecte hace un par de horas esperando que despertaras, necesitas comida de verdad… - casi como si sus palabras fueran un motor de arranque, mi estomago empieza a sonar – voy a revisar tus signos vitales, no te hare daño…
Asiento y con una sonrisa se coloca ese aparato para escuchar el corazón.
- Voy a necesitar que te sientes, ¿puedes hacerlo o te sientes mareada? – pregunta con amabilidad.
- Puedo hacerlo – afirmo. Con tranquilidad saca unas llaves del bolsillo de su bata y abre las esposas de mis manos y pies. De inmediato hago ánimos por moverme, pero lo hago demasiado rápido y caigo sobre la almohada otra vez.
- ¡Te cuidado! – me sostiene en el último minuto – tómalo con calma de acuerdo, tu cuerpo esta adaptándose…
Asiento y con su ayuda vuelvo a sentarme con mis piernas colgando, por un lado, pasa la manta por mis hombros para protegerme del frio y se dispone a revisarme de arriba abajo.
- ¿Te duele la cabeza? – pregunta quitándose el aparato de los oídos.
- Si – respondo observando la habitación cuando se aleja de mi para tomar algo del otro lado de la cortina. Parecía una sala médica, todos es blanco, las camas son como las de los hospitales y están separadas por cortinas abiertas y cerradas. Hay un olor extraño… antiséptico quizá. Regresa con unas acolchadas sandalias.
- Ponte estas, necesito pesarte… - asiento levantándome apoyada en su brazo. Me lleva a la bascula y me pesa. Al parecer la sala no es muy grande y soy la única paciente. ¿Que era este lugar?
- Vamos de vuelta… - con su ayuda vuelvo a la cama y me siento, después hace anotaciones en una tabla plateada con una pluma que cuelga de la misma por una pequeña cadena. Llevo mis manos al punto doloroso sobre mi cabeza, tengo un venda cubriéndome, pero el dolor se esta haciendo mas fuerte.
- Doctora tengo los resultados – interrumpe el mismo hombre de hace rato, ahora podía verlo. No es un hombre guapo, tiene unos ojos grandes y su nariz también lo es, el cabello rizado y una sonrisa algo torcida. Un par de canas se asoman por su oscuro cabello desordenado, sus ojeras me dicen que es una persona que se desvela mucho, pero algo en sus facciones me da gracia, quizá tiene unos 35 años o más. Va completamente vestido de verde claro.
- Entrégale el té por favor, no quiero que sus cuerdas vocales sufran… - el hombre me mira con cierto nerviosismo, pero lo disimula muy rápido y me entrega el té. Apenas soy consiente de lo caliente que esta, con manos temblorosas me lo bebo de un solo golpe, tengo demasiada sed y la doctora tenia razón, apenas puedo emitir palabra porque siento la garganta en carne viva.
- Tus estudios están muy bien Sanem… - explica la doctora mirando las hojas – diste negativo en todas las pruebas preliminares y no estas embarazada…
Casi me ahogo cuando escucho eso, es como un golpe tanto en el estómago como en el corazón que llena mis ojos de lágrimas. No es que quisiera un bebe ahorita, pero me duele mucho saber que no había un bebe Can en mi vientre, me hace sentir mas sola.
- ¿Qué hago aquí? – pregunto después de toser el te que casi me ahoga. El enfermero toma el pequeño vaso y se marcha. La doctora se acerca dejando el folder en una pequeña mesa a un lado de mi cama.
- Tu familia esta preocupada por ti Sanem y nos han pedido que te ayudemos… - me explica con calma. Su expresión no me da desconfianza, tiene rasgos faciales bastante amables, una piel clara y el cabello rojo claro. Un mechón se suelta de su peinado y ella lo pasa por detrás de su oreja.
- No quiero estar aquí… - sollozo sintiendo las lagrimas en mis ojos – quiero irme, quiero estar con Can… el va a llegar a casa y no podrá encontrarme.
- Es por tu propio bien Sanem - me explica con una sonrisa triste. No puedo seguirla mirando, bajo mi vista a mi regazo donde mis manos están apoyadas, las lágrimas caen, las limpio sin levantar la mirada, en ese momento soy consiente de lo que estoy usando. Con razón tengo bastante frio, la bata que tengo puesta parece de papel… ¡EL COLLAR!
Llevo mis manos a mi cuello con desesperación tratando de buscar mi collar, el que con tanto amor me regalo Can y que jamás me quitaba, el señor Emre me quito la piedra lunar, no permitiría que nadie me quitara lo ultimo que me quedaba de él.
- No esta… - susurro asustada pasando mis manos por mi cuello una y otra vez como si no pudiera hacerme a la idea de que he perdido totalmente el control de mi vida, Can no estaba para salvarme, mi familia me entrego a este horrible lugar y ahora estaba completamente sola. Un fuerte zumbido resuena en mis oídos y las esquinas de mi visión empiezan a desdibujarse, mi corazón late con fuerza y una risa sorda se escucha en el fondo de mi mente – Oh no no no no….
Repito sosteniéndome de la cabeza, yo estaba bien, con él todo estaba mejor pero ahora me encontraba sola. Aquí me volvería loca.
- ¿Sanem? – me llama la doctora, pero su voz se pierde entre las risas de mi mente y el espantoso zumbido. Apenas puedo escuchar otra cosa.
- Tengo que ir por él, no puedo con esto sola… - susurro mas para mi misma. Hago intentos de levantarme, pero unas manos me sostienen de los hombros para evitarlo.
- Sanem permanece sentada – me ordena, pero no hago caso y trato de zafarme – ¡Sanem! ¿Me escuchas? ¡Permanece sentada!
La mujer trata de detenerme, pero me zafo de todos sus agarres manoteando con desesperación, ella grita al enfermero y eso me enloquece, mi visión esta cada vez mas oscura y esas risas en mi cabeza resuenan con tanta fuerza que los sonidos externos casi no logro escucharlos. Ya no importa, tengo que huir.
Siento como unos delgados brazos me abrazan por detrás atrapándome antes de que pueda escapar, el miedo me hace reaccionar y con fuerza golpeo su estomago con mi codo para que me suelte, funciona. Me zafo de su abrazo y corro a lo que parece la salida, pero me detengo cuando el hombre de verde entra con mirada confusa, intercambiamos miradas y puedo ver en sus ojos el momento exacto en el que entiende lo que pasa. Me habla levantando las manos tratando de clamarme, ya no puedo escuchar su voz, solo es un sonido de fondo que se pierde por las estruendosas risas y el zumbido en mis oídos. Camino lentamente hacia atrás mientras habla, pero el se da cuenta de mis intenciones y se avienta a por mí, me abraza para tratar de calmarme, no lo dejo, quiero que quite su cuerpo de encima.
Trata de decirme algo, pero no entiendo, la cacofonía de ruidos mentales tapa todo, tengo que escapar para que se detenga. Presa de la locura por el pánico intento golpearlo, patearlo o lo que sea, pero no me deja, es mucho mas grande y mas fuerte que yo. En un movimiento brusco logro pisarlo con fuerza por lo que su agarre se hace mas ligero, es mi oportunidad, tengo que liberarme y escapar. Tengo que buscar mi collar. Tengo que buscar a Can
Apenas puedo ver nada, todo esta muy oscuro así que en un impulso clavo mis dientes en la suave carne frente a mí, en mi cabeza las risas son más fuertes y me animan a morder con mas fuerza y funciona porque después de unos momentos el agarre desaparece y soy libre otra vez; no me detengo a pensarlo, cruzo la puerta que apenas alcanzo a distinguir, el pasillo esta solo y el piso se siente helado en mis pies descalzos pero no importa, cuando estuviera con Can todo seria mejor. Corro al final del pasillo sin saber a dónde voy, mi visión es cada vez más borrosa, como si fuera en un túnel que conforme avanzo se oscurece con mayor intensidad. Un hombre enorme aparece cuando doy la vuelta en la esquina haciéndome parar de golpe.
- No no no… - susurro para mi misma. Mi boca tiene un sabor a metal y algo chorrea de mis labios; el hombre me observa con cara de espanto y corre de inmediato hacia mí.
Me giro para correr en dirección opuesta, pero me detiene y me somete con facilidad.
- ¡NO NO NO! ¡SUELTEME! – grito, pero no me escucha. La pequeña doctora pelirroja sale de donde yo estaba empujando la puerta con un fuerte estruendo y con la expresión preocupada, su cabello totalmente desarreglado y con una jeringa en su mano. Un calmante… no otra vez… - ¡NOOOOO! ¡No otra vez! ¡NO!
Nadie me escucha, el hombre trata de decirme algo, como el enfermero hace un rato pero no lo escucho, me muevo sin control tratando de liberarme de su agarre, su cuello esta delante mío así que intento morderlo pero el se da cuenta y me gira en sus brazos pegándome contra la pared.
- ¡AAAAAAH! – grito tratando de zafarme. El hombre aprieta con mas fuerza el brazo torcido que esta a mi espalda provocando otra vez mis lágrimas. 
- Leo no la lastimes, solo esta confundida… - escucho la voz de la doctora muy lejos, no estoy segura de estarla escuchando bien – ¿Sanem puedes oírme? Si no te clamas te sedare…
Sus palabras me asustan mas de la cuenta, ya no puedo controlar mas mis instintos y sin poder evitarlo todo el ruido en mi mente se apaga, no hay nada, mis músculos se tensan, mi visión es tan oscura que me siento perdida. El agarre en brazo se aligera, pero no me muevo, ya no puedo…

Continuos dolores aparecen en mi cabeza… ¿alguien me está golpeando? La voz de una mujer me grita que me detenga, pero no siento que me esté moviendo, eso es raro; dos fuertes barras de acero pasan por un lado de mis brazos y un pinchazo atraviesa mi piel.
¿Qué sucedió? Hace unos momentos luchaba por escapar, por no estar sola, por volver con Can, pero ahora todo está oscuro, no se donde estoy ni lo que hago aquí. ¿Ya sucedió? Perdí mi mente, mi cordura, mi esencia… ¿y este era mi fututo? Ya no vería mas la luz de la luna, no olería mas las flores o degustaría un te caliente en las mañanas lluviosas.
¿Ya no sería Sanem? ¿Quién soy ahora?
¿Ya no soy SU Sanem? ¿Su UNICA?
¿Quién soy ahora?
Todo se vuelve silencio, todo está oscuro y frio. Cuando abro los ojos una mujer de cabello largo completamente desarreglado, mirada perdida pero una enorme sonrisa me regresa la mirada, usa un largo y oscuro vestido brillante desgarrado y sus manos están chorreando de sangre, su cara está salpicada también. Ella esta loca… YO ESTOY LOCA…
Empieza a reírse de una forma que da miedo, sus oscuros ojos negros se clavan en los míos y su sonrisa se amplía mucho más, eso es horrible, YO ERA HORRIBLE; de repente hace una expresión de satisfacción cuando un par de manos pálidas la sostiene de los hombros con posesividad y se deja sostener por su agarre como si fuera su lugar favorito. ¿Quién es?
Un par de brillantes, malignos y espantosos ojos azules.

DEJAME ATRAPARTE: ENTRE SUS BRAZOSWhere stories live. Discover now