EPILOGO PARTE 2 TRANSFORMACION

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Epilogo

Parte 2

TRANSFORMACIÓN

Yguit toma del brazo a Ceyda que intenta poner resistencia, al mirar a ambos lados verifica que nadie este cerca y la empuja al baño de caballeros. El evento esta en su auge, todos los invitados están distraídos así que es seguro. Cuando cierra la puerta detrás de él, Ceyda se zafa de su agarre.

- ¿Qué es lo que te sucede? ¡No vuelva a hacerme una escena!

- ¡Estabas acariciando a esa mujer justo frente a mí! – le recrimina ella. Sinceramente, Yguit estaba cansado de Ceyda, cada vez era peor, más celosa, más exigente y mucho mas vieja si se detenía a verla con cuidado. Ceyda era su hermana de sangre, de facciones atractivas, pero no precisamente hermosa; iniciaron su relación hace demasiado tiempo y el ya estaba cansado. Por alguna razón tenía cierta preferencia por las mujeres jóvenes, de hecho, entre mas infantiles mejor, Ceyda parecía lidiar bien con esa afección suya, normalmente tenía a su alcance lo que quisiera que pudiera conseguir.

- ¡Eres mi hermana por si no recuerdas! – le contesta el sosteniéndola de los hombros – y a menos que no puedas disimular tus celos enfermizos, esto termino!

- ¡No puedes terminar conmigo! – le contesta ella enojada – ¡se todo lo que has hecho y podría acabar contigo si quisiera!

Yguit sonríe de medio lado a escuchar la ridícula amenaza de su hermana. Ceyda pensaba que lo tenia donde quería, en realidad no. Yguit era un hombre fuerte y bastante joven, aunque de cuerpo musculoso, cabello cobrizo y resplandecientes ojos azules que parecían enamorar a las mujeres, con una inteligencia quizá fuera de lo normal y una presencia que llamaba la atención a donde iba. Mas allá de eso tenia la sorprendente habilidad de encantar a los demás, ante la sociedad era el joven y encantador hijo de uno de los doctores mas influyentes del país, que se encargaba de la clínica de su padre que daba apoyo casi gratuito a personas con trastornos mentales, pero detrás de esa fachada, los horrores eran tan macabros y perturbadores que es absurdo como una sonrisa dulce ocultaba toda esa maldad.

- Ay mi querida hermana... - se ríe el tomándola de la barbilla mientras ella lo mira con enojo. El procede a besar sus labios con rapidez – no te olvides que somos tu y yo en esto...

Con esa simple amenaza Yguit la suelta, abre la puerta y sale con tranquilidad.

La incomodidad de su entrepierna estaba empeorando, necesitaba volver con Sanem, la pequeña y rota Sanem. Todavía no la tomaba por completo, la estaba moldeando y adiestrando, pero la niña, a pesar de su corta edad era fuerte, lloraba y gritaba, se defendía y se negaba a ceder completamente. Una sonrisa se escapa de sus labios al recordar que, en su última sesión, Sanem al fin pareció doblegarse un poco y se perdió por completo. Que bueno que logro sacarle información a su madre, el llamarla por el apodo que le daba su padre pareció ser la llave para entrar en las profundidades rotas de su mente.

Yguit entra de nuevo al salón buscando a la mujer con la que estaba compartiendo un momento antes de que Ceyda hiciera su escena. Sabía que tenia que hacer algo con su hermana y pronto, quizá no era tan inteligente como el, pero estaba enojada, eso la llevaría a hacer algo estúpido, como matar a la dulce Sanem, no es que no haya pasado antes, sus celos eran demasiado enfermizos a veces. Cuando encuentra a la mujer, de hecho, era más una muchacha que se coló a la fiesta que una mujer, se dirige a ella. Eso lo volvía loco, la docilidad y la inocencia, la ingenuidad que el fácilmente podía quebrar. La posibilidad de robarse a Sanem es cada vez mas certera, sabe que tiene los recursos y la oportunidad, la madre de Sanem pocas veces iba a verla, la oportunidad de que la pequeña niña sea suya para siempre lo llena de excitación y con una gran sonrisa, se acerca a su presa de esta noche.

Cuando Ceyda regresa al salón no se sorprende de encontrar a Yguit casi encima de esa chiquilla que poco tiene que presumir más allá de su juventud. Con una copa en la mano Ceyda los observa sintiendo que el agujero en su pecho crece con fuerza; Yguit iba a dejarla, estaba segura, y no seria por esa chiquilla con la que no dejaba de reírse, seria con la princesa que dejo en la clínica, Ceyda sabia que era una amenaza por como la miraba, Yguit estaba obsesionado con ella, no solo era un entretenimiento para el cómo lo habían sido otras chicas, con esa niña llamada Sanem, Yguit iba muy enserio porque se estaba tomando el tiempo, no la tomaba y desechaba, la estaba adiestrando a ser lo que el quería. El dolor en su pecho se hace mas fuerte, ella no lo permitiría, él se quedaría con ella para siempre, quisiera o no.

Con firmeza se levanta y se acerca a ellos otra vez.

- Yguit – lo llama. Este suspira saliendo del cuello de la chica que resopla.

- ¿Qué quiere esta señora otra vez? ¿Acaso es tu madre? – la chiquilla se ríe a la par de Yguit, eso termina por encender a Ceyda.

- Es mi hermana mayor, te lo dije - le recuerda el con media sonrisa. La chica se encoge de hombros con indiferencia.

- Señora, ni siquiera mi madre molesta tanto, ¿no tiene nada que hacer? – Ceyda, tratando de controlarse sonríe de forma forzada.

- Necesitamos hablar – Yguit sonríe de forma encantadora a su nueva amiga, besa su mejilla y susurra la palabra "volvere" en su oído.

Yguit y Ceyda no volvieron. Ceyda lo presiono para que regresaran de inmediato a Estambul y a la clínica, tendrían una audiencia por las múltiples acusaciones que recibieron. Una enfermera llamada Mihriban fue quien comenzó todo; Ceyda se guardó para sí misma lo de la audiencia y la visita de la policía, no se lo conto a Yguit para molestarlo, estaba enojada por como prefería a esa niña Sanem que, a ella, sin embargo, por ningún motivo dejaría que se reuniera con la chiquilla de la fiesta, lo quería solo para ella. Tratar con una enferma mental como era mas sencillo.

Yguit estaba entre molesto y preocupado, una audiencia era algo muy grave, revisarían a conciencia la clínica y si descubrían lo que hacia con las chicas seria su fin, de ambos. Para llegar más rápido le pidió a un conocido que los llevara en su helicóptero... a partir de ese momento sintió en su estómago algo que jamás había sentido, miedo, una premonición aterradora tan fuerte que mientras volaban apretó las manos en sus rodillas. Algo estaba muy mal, Yguit estaba seguro y después... todo se fue al infierno.

Cuando Yguit volvió a abrir los ojos todo su cuerpo le dolía, la piel de su cara se sentía desprendida, su cuerpo maltrecho en pedazos, sus respiraciones ardían y los latidos de su corazón inmensamente dolorosos. Detrás del mareo una cara familiar lo mira con felicidad y desesperación mezcladas.

- Estas bien... estarás bien, estoy aquí contigo... – susurra la voz de mujer que tiene una venda alrededor de la cabeza – yo me ocupare de todo.

Dentro de Ceyda el peso de los sucesos anteriores la mantienen temblando... no se compara a lo que pasara después. Tuvo que sacarlos a ella y a su hermano del hospital a donde los trasladaron después del accidente. La policía iría por ellos, estaba segura, debían huir del país y no mirar atrás. Un aleteo de esperanza surge de las profundidades de sus miedos y su dolor, ella e Yguit seguirían adelante, como siempre debió pasar. Juntos.

Yguit hace un pequeño dolor de malestar. Su rostro atractivo ha sido demasiado maltratado por la fatalidad de lo que sucedió en el accidente, una pequeña sonrisa se forma en sus labios, ya no será tan encantador para otras mujeres. Será, solo para ella. 

DEJAME ATRAPARTE: ENTRE SUS BRAZOSWhere stories live. Discover now