Capítulo cuarenta y ocho

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Fue un choque leve que no pasó a mayores

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Fue un choque leve que no pasó a mayores. Tyler y Taylor habían resultado ilesos gracias a sus cinturones de seguridad y bolsas de aire, mientras que Theo y yo nos habíamos llevado la peor parte. El rubio no llevaba cinturón al estar recostado sobre mí por lo que su rostro impactó contra el asiento y su nariz se partió, necesitó una intervención quirúrgica para recomponerla, pero en poco tiempo estuvo bien y su novia se encargó de cuidarlo día y noche. Por mi parte, mi brazo había quedado atrapado bajo la cabeza de Theo y el movimiento brusco hizo que mi muñeca sufriera un esguince y que me golpeara la cabeza. Nada que la medicina moderna no pudiera solucionar.

La preocupación de nuestras familias fue inmensa, nos habíamos saltado las clases y cuando no llegamos a horario a nuestras casas, la cosa se puso fea. Nos encontraron en el hospital de un pueblo vecino luego de que Tyler y Taylor pudieran contactarse con ellos y tras la preocupación principal, fuimos castigados. De nuevo porque habíamos hecho una travesura. Castigados o no, continuamos viéndonos por las tardes luego del instituto y los fines de semana ya que inventábamos excusas tontas como ir a la tienda por papel higiénico.

Algo era seguro: nadie nos impediría pasar nuestras últimas semanas juntos.

ꟷ¿Cómo te sientes hoy, G? ꟷpreguntó Tyler metiendo su cabeza por la puerta que separaba mi habitación del bañoꟷ. ¿Necesitas algo?

ꟷEstoy bien, Ty. Ya pasó un mes, debes dejar de preocuparte.

Pero no me prestó atención. Diez minutos después de eso, llegó a mi cuarto con una bandeja con un desayuno que me obligó a comer en la cama como si estuviera en mi lecho de muerte. No me quejé, por supuesto, porque si había algo que Tyler sabía hacer –además de escribir, besar y lo que le sigue a eso- era cocinar.

ꟷDeja de sentirte culpable ꟷle dije antes de darle un mordisco a una tostada que llenó de migas mi pijamaꟷ y come un poco de todo esto o no entraré en mi vestido de graduación.

Se dejó caer a mi lado en la cama y robó de la bandeja un trozo de budín marmolado. Su cabeza se apoyó en mi almohada y observó al techo con una mueca curvando sus lindos labios.

Luego del accidente, mi amigo de ex cabello castaño se había sentido terriblemente culpable. Nos había pedido perdón a Theo y a mí unas cien veces, y se había asegurado de que yo no tuviera que hacer ningún esfuerzo. Se encargaba de las tareas de la casa él solo y me ayudaba con los deberes de la escuela siendo que podía escribir perfectamente porque mi mano lesionada era la izquierda y yo era diestra. De todas maneras, no había dejado de repetir cuanto lo sentía.

No estaba enfadada con él, tampoco nuestro rubio amigo. Le podría haber pasado a cualquiera y por fortuna había sido capaz de esquivar al animalito o probablemente sí hubiésemos muerto en ese lugar.

ꟷ¿Cuándo te sacan esa cosa de la mano?

ꟷMañana.

Tenía un yeso bastante feo en mi muñeca izquierda que en ese momento se encontraba repleto de dibujos y mensajitos que el trío de oro se había encargado de plasmar con tinta. Algunos eran agradables mientras que otros rozaban lo pervertido. Mi favorito eran "trasero gigante" que se lo debía a Tyler y "brown eyes girl" que era obra de Taylor, acompañado de un lindo dibujo de mis ojos.

Tres y un cuarto (RVB1)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora