Capítulo treinta y cuatro

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Me detuve a una calle de distancia de casa para llorar las lágrimas que me restaban, calmar mi alocada respiración y fingir mi mejor expresión de tranquilidad para no levantar sospechas

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Me detuve a una calle de distancia de casa para llorar las lágrimas que me restaban, calmar mi alocada respiración y fingir mi mejor expresión de tranquilidad para no levantar sospechas. Me estaba volviendo una experta en fingir, en simular emociones que no experimentaba y en mantener la cabeza alta cuando en verdad quería esconderme tras las piernas de mi madre como cuando era pequeña y sentía vergüenza. No me gustaba fingir, no me agradaba usar máscaras, pero era lo que me había tocado hacer.

Al llegar a casa, no quedaban rastros de unos acalorados minutos de llanto ni de un corazón roto. Era una chica normal que había salido a caminar antes de la cena de Nochevieja para respirar aire fresco.

ꟷ¡Genesis! Comenzaba a preocuparme ꟷseñaló mi abuela desde la cocina.

ꟷLo lamento, nana. Perdí la noción del tiempo. ꟷEsa no era del todo una mentira.

Me acerqué a ella y deposité un beso sobre su suave mejilla. Se encontraba vistiendo un delantal oscuro mientras revolvía con energía una olla con lo que parecía salsa de queso. Se la veía más feliz que nunca, más vivaz y me recordaba a la mujer que había conocido y admirado a mis ocho años cuando escuché por primera vez sobre su complicada vida. El médico la había declarado oficialmente libre de cáncer la mañana anterior, el 30 de diciembre, y le había sacado las medicaciones que tanto sueño le provocaban. Seguía luciendo débil, pero sus ojos brillaban y eso era algo que no se podía pasar por alto.

ꟷ¡G! ¿Por qué estás tan abrigada? Hacen como quince grados afuera.

Rodé los ojos.

ꟷ¿Tan abrigada? Si no tengo chaqueta, solo un gorrito y guantes.

ꟷBueno, tu nariz se ve roja. ꟷObservó mi nariz con atención desde el otro lado de la isla y por un segundo temí que notara también que mis ojos estaban ligeramente hinchadosꟷ. Debe estar más frío de lo que parece.

ꟷSí, corre un viento horrible ꟷmentí.

Me desabrigué, quitándome los guantes y el gorro de lana que mantenía mi cabello en su lugar. Sentí la estática mientras lo retiraba de mi cabeza, pero no le di mayor importancia. Estaba despeinada el noventa y cinco por ciento de mi vida, esa noche no sería la excepción. Tomé asiento en uno de los taburetes de la isla y robé un trozo de zanahoria que Tyler estaba fileteando con precisión.

No sabía qué iba a cocinar, pero la salsa desprendía un aroma increíble, lo que debía ser obra del muchacho y no de mi abuela que tenía muy mala fama en la cocina tras las galletas asesinas. Imaginé que sería una versión gourmet y con verduras de los clásicos macarrones con queso.

ꟷPude cortarte la mano ꟷme regañó, mostrándome el gran y afilado cuchillo que llevaba en la manoꟷ. No vuelvas a hacer eso.

Me encogí de hombros y esbocé una sonrisa que me hizo doler el pecho.

Tres y un cuarto (RVB1)Where stories live. Discover now