• Traición •

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Austin Williams

—Creo que será mejor apurarnos en buscar la ropa, faltan unos días para la fiesta y nosotros aún seguimos charlando... —Se apresura en levantarse Isabella mientras empieza a observar a su alrededor, admirando la enorme tienda que tiene para ella sola.

Según me ha dicho, su padre alquiló este local exclusivamente para ella. Nosotros solo somos sus invitados aquí. Apenas llegamos todos, Isabella les ordenó a las muchachas que atienden aquí que trajeran siete sillas para poder charlar antes de comprar. No tengo la menor idea de dónde sacaron tantas sillas en tan pocos segundo; en fin, cosas de niños ricos.

—Me encantaría verte con un vestido rojo, Elisabeth... —Se me escapa mi comentario, lo que provoca un aura tensa en todos los presentes.

—A mi niña Liz le va más el celeste, aunque admito que el rosado le sienta estupendo... —Daniel no tarda en contradecirme, se acerca más a Elisabeth y la obliga a caminar a su lado, y, aunque ella se aleja de él, no puedo controlar la furia que me hace sentir este idiota.

—Me importa una mierda lo que ustedes piensan.

Nos corta la batalla con una voz harta y cansada, además de dar empujones para salir de la fila en la que íbamos todos caminando hacia un mismo lugar. Se adelanta para llegar primera a uno de los aparadores con vestidos. La mirada asesina que me lanza mamá no pasa desapercibida para mí y capta mi atención al instante, y, aunque le lanzo una obvia cara de "esta vez no fui yo", ella niega con su cabeza y me vuelve a advertir con sus ojos oscuros que no haga nada imprudente.

Y, como ya es costumbre, desobedezco su petición para hacer algo muy imprudente. Aprovecho estar detrás de todos para tomar el hombro de Daniel y lo obligo a frenar su paso y así dejar atrás su ida hacia Elisabeth.

El bastardo no se lo toma bien, así que frunce el ceño y me observa sin una pizca de gracia en sus ojos. Mirándolo desde cerca, puedo ver lo horrenda que es su cara, pero ciertamente es algo atemorizante ver sus dos pares de ojos llenos de furia, que van dirigidos hacia mi persona.

—¿Qué mierda haces? —interroga furioso con los dientes apretados, intenta zafarse de mi agarre, pero lo sostengo con más fuerza y provoco que su ira aumente.

—Si le vuelves a decir "tu niña" a Beth, te arrancaré los malditos ojos con mis propios dedos.

Daniel queda serio por algunos segundos, analizando mi amenaza, pero esta seriedad es reemplazada por una sonrisa torcida.

—¿Sabías que su antiguo novio la llamaba así? El tan solo oír ese maldito sobrenombre me pone los pelos de punta. Pensé que lo había enterrado junto con su cuerpo muerto diez metros bajo tierra, pero veo que no. Jeremy jamás obedecía mis órdenes, por lo que acabó siendo alimento para los gusanos. —Su sonrisa perdura, pero en sus ojos no veo más que una nada absoluta—. Y si tu sigues molestando a mi niña, serás un nuevo alimento para los gusanos. Tú o, tal vez, tu querida madre.

Mi estúpida amenaza queda opacada por la suya. Siento un enorme escalofrío helado recorrer mi espina dorsal y finaliza en mis rodillas que quedan débiles a los segundos de terminar de hablar. Sonríe con falsa amabilidad, me saluda y se aparta de mí, se encuentra con los demás, y a mí me deja con un caos en mi interior, uno que me desmorona enseguida.

«Necesito matarlo cuanto antes».

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—¿Les gustaría ver algunos trajes mientras las chicas se prueban sus vestidos? —Una joven rubia capta nuestra atención, sonríe con amabilidad, y, como buena persona, le devuelvo la sonrisa, además de darle un guiño, lo que provoca que ella se avergüence enseguida.

CULPABLE | COMPLETA ✔️ (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora