• Trato oscuro •

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Elisabeth Jones

Miro a Isabella recostada en mi cama, ella duerme con tranquilidad, tapada hasta las narices mientras suelta uno que otro sollozo.

Se alteró un poco luego de que yo le dijera aquellas opciones, tanto fue su ansiedad que tuve que darle una de mis muchas pastillas para dormir. La tomó con algo de desconfianza, como si yo le quisiera hacer algún tipo de mal. Creo que fue en ese momento en que me dio su respuesta. Pero una parte de mí quiere darle más tiempo para reflexionar. Sé que es mucho para ella, pero también para mí.

No solo puedo pararme frente a ella y soltar todo lo que he guardado por todos estos años. No es como si fuera a decir: "Bueno, Isabella. Nuestros padres abusaron sexualmente de mí desde que tengo ochos años. También le pagaron a sus amigos para que lo hicieran conmigo y me han torturado psicológicamente para que no ponga resistencia amenazando que te harían lo mismo a ti", por supuesto que no puedo decir todo eso. No quiero decir esas horrendas cosas de un sopetón, pero tampoco quiero estirar más esta miseria.

Largo un suspiro de derrota mientras me levanto del suelo, camino un poco y quedo frente al cuerpo durmiente de Isabella. Cometí un gran error. No es justo culpar a Isabella de las cosas que he pasado, ella no era consciente de las atrocidades que me han hecho durante casi siete años. Tampoco debí amenazarla para que eligiera un bando, ya que ella no ha procesado muy bien la poca información que le he dado anoche.

Pero sí quiero decirle la verdad. Me siento cansada de cargar con tanto dolor por mi misma. Estoy exhausta de tener que fingir ser fuerte, y me agobia seguir imaginando que toda mi vida seguirá igual si no cuento la verdad. Hace unos meses, me estaba preparando mentalmente para entender que este sería nuestro último año juntas, ya que ella se irá a Boston a estudiar Bellas Artes, y yo me quedaré aquí, con Adam.

Pensé en suicidarme un vez que ella se haya ido de este lugar, de esta casa de demonios, y así podría estar tranquila al saber que estará lejos de aquí.

Adam y Daniel perderían su juguete favorito, y sé que ellos no pueden tocar a Isabella, ya que esa era una prohibición que impuso la reina de los demonios: Monica Jones. Pero ahora estoy dudando si ellos cumplirán con esa regla.

Jamás supe entender por qué la quería tanto a Isabella y me odiaba a mí. Ya que lo único que nos diferenciaban eran nuestros ojos. Unos colores eran la enorme brecha que me separaba de esta familia. Tan solo unos extraños ojos verdes y azules es la herencia que me otorgó mi verdadero padre.

El hermano de Adam era la única persona, aparte de mí, que tenía heterocromía. Isabella sacó los ojos de Mónica, y yo me quedé con la desdicha de parecerme al violador de aquella mujer.

«Una genética de puros demonios enfermos, eso es lo que hay en esta familia».

Nunca lo conocí, ya que lo asesinaron al darse a conocer la noticia de los abusos de Mónica. Según me dijeron, fue Mónica la que se lo contó a Adam y él, al enterarse de aquella acción por parte de su querido hermano, terminó enloqueciendo. Y sin pruebas ni nada, mató con sus propias manos a su hermano gemelo. No sé cómo lo hicieron, ya que Daniel es quien me ha dicho todo esto, y este tema solo salía a colación cuando él terminaba de torturarme.

Después de aquel alboroto, se dio a conocer el embarazo de gemelas que llevaba Mónica en su vientre.

Tan rápido como se enteró, Adam mandó a hacer pruebas de ADN, atemorizado de que sus hijas no fueran suyas en verdad. Y, efectivamente, éramos producto de la violación de aquel sujeto.

De ese abominable acto salieron dos niñas. Una de ellas obtuvo los ojos azules zafiro, tales como los de Adam, y la otra sacó la heterocromía del abusador. Irónico, ¿verdad? Fui producto de una violación, y, como castigo, abusaron de mí para pagar por ello.

CULPABLE | COMPLETA ✔️ (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora