• Caos •

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Las piernas de Elisabeth se tensan al apretar más sus pechos

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Las piernas de Elisabeth se tensan al apretar más sus pechos. Con cada jadeo o gemido que ella intentaba reprimir, mi erección y ganas de continuar aumentan, como si esto fuera una invitación para que me deje entrar entre sus cálido interior.

Pese a esto, decido frenar mis acciones, antes de que todo se saliera de control. Todavía no quería que el caos se creara tan rápido. Aún no.

Beth me observa con algo de desconcierto al dejar notar que dejo sus pechos libres, los cuales tienen unas marcas rojas debido a la succión y a los besos.

—¿Te has quedado con ganas, Beth? —presiono más su cintura, haciendo sentir la erección que crecía velozmente con tan solo tenerla frente a mí. Ella se estremece, más no refuta—. Te lo dije. Te advertí que te haría rogar por mí...

—Vete a la mierda... —Beth clava sus uñas en mis hombros, duele y bastante, la perra tiene unas uñas demasiado largas—. Bájame ahora mismo o gritaré y te acusaré de violación...

Intenta bajar sus piernas al suelo, río y forcejeo un poco con ella hasta ganarle mientras la aprisiono contra la puerta del teatro. Suelto un pequeño suspiro de falsa decepción que, a la vez, se convierte en una sonrisa enorme.

—¿Acaso crees que eso me importa? —digo sonriéndole abiertamente. Elisabeth no oculta la sorpresa que pasa por su rostro, al igual que una pizca de miedo y angustia—. ¿Quieres que esa amenza se haga realidad?—deslizo mi lengua por su mejilla, creando otra corriente eléctrica de su cuerpo al mío.

Antes de poder burlarme de la cara de Beth y de que su máscara de chica mala se comenzara a romper, la campana de las clases suena y da lugar al ruido de muchos adolescentes apresurados para ir a sus respectivas clases. La suelto de inmediato y sin cuidados, ella se tambalea un poco antes de ponerse derecha y entra al teatro. Todo eso en segundos. Mi mano va hacia el picaporte de aquella puerta, con la intención de entrar y terminar lo que había empezado, pero una voz conocida me obliga a detener mis planes.

—Austin... —maldigo en voz alta. Me he olvidado completamente de su presencia en la ciudad.

—Hola, Ruby.

—¿Acaso estás perdido?—sus pasos se acercan a mi dirección, moviendo exageradamente su cintura de avispa—. ¿Por qué no me has dicho que vendrías aquí? Te hubiese dado un tour privado...

Ruby une sus labios con los míos al llegar; solo por costumbre, sigo su beso. Hasta que me harto, la separo de mí y limpio cualquier rastro de ella.

Su beso no era igual que el de Beth, incluso sabe desagradable.

—Parece que alguien sí me extrañó... —Ella comienza a tocar mi semi erección, muerde sus labios rosados y besa mi cuello.

—No. Hoy no tengo ganas. Lárgate.

—¿Sigues enojado por lo ocurrido con B... —El ruido de la puerta del teatro obliga a Ruby a callar su estúpida boca.

Beth queda paralizada mirándonos, Ruby se aleja unos centímetros de mí y mira de arriba abajo la figura de pechos grandes.

CULPABLE | COMPLETA ✔️ (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora