• Encuentro •

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—¡Con permiso! —grita a la vez que abre mi puerta y me llevo un susto por la sorpresa—

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—¡Con permiso! —grita a la vez que abre mi puerta y me llevo un susto por la sorpresa—. Supuse que te habías olvidado de la cena, así que vine a recordarte que es en veinte minutos —exclama apenas entra.

—Isabella...—comprende mi tono de voz y suspira con culpa—. Ya hablamos de estás cosas.

—Lo siento, pero quería recordarte el evento de esta noche—su azulada mirada me pide perdón y también me pide permiso para poder sentarse en la cama.

Asiento una vez e Isabella se sienta casi en la punta de la cama, algo lejana, pero con su suave mirada.

—Cuando tengas sexo con Caín, interrumpiré en tu habitación para que veas lo que se siente... —bromeo, aunque no sonrío al hacerlo.

De inmediato sus mejillas y nariz se tiñen de rosa, además de apartar su mirada al otro lado de la habitación.

Supongo que aún no lo han hecho. Eso me tranquiliza un poco.

—Cállate, eres una asquerosa —me reprime como una niña pequeña.

—¿Y los vecinos nuevos? ¿cuál era la razón de su visita?

—Sabía que lo habías olvidado...—vuelve a repetir—. Papá los invitó a cenar. El señor Williams es el jefe de la empresa Smarck, de computadoras y esas cosas. Se unirán a la empresa Jones, por lo que papá los invitó a festejar.

—Detesto las cenas de negocios. Es mejor que no asista, no quiero verle la cara—la última frase la digo más bajo, pero por su mirada sé que lo escuchó.

—Sé que papá y tú no tienen la mejor relación y más después del fallecimiento de mamá, pero esta cena es importante y él quiere que vayas—su mirada es una súplica e intento no caer en sus ruegos—. Además... ¡Los vecinos no están nada mal!

—¿Y cómo lo sabes? ¿Ya los has visto? —pregunto sin interés, acomodando mi cabello largo en una trenza.

—Sí, ayer los vi salir de su casa y están buenísimos—ríe un poco.

—Aún no han venido a casa y tú ya los estás acosando... eso no es propio de ti, hermana —jugueteo y reímos mientras se vuelve a sonrojar.

He estado extrañando esto. Pasar estos buenos momentos con ella, sin preocupaciones, sin temor a que algo pase, tan solo nosotras dos siendo ─o intentando─ ser felices.

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Bajo las escaleras, la ducha tardó un poco más de lo que había planeado, pero los recuerdos me atormentan cuando permanezco tranquila.

Al llegar a la sala, puedo ver a Adam e Isabella hablando con sosiego, muy común entre ellos dos. En esa habitación, o en esa casa, mi presencia pasa desapercibida; soy una extraña viviendo en una casa lujosa.

CULPABLE | COMPLETA ✔️ (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora