Capítulo 4

87 21 3
                                    

Narra Daniel

Me puse a leer mientras esperaba a Lucas en el café. El último grupo había terminado a las cuatro, así que le mandé un mensaje a mi amigo para que nos viéramos en el café después de su trabajo. A la mañana había encontrado bastante información sobre el síndrome de Down en una página, así que la imprimí para poder leerla.

Llevaba leyendo ya un par de hojas cuando Lucas se acercó a mí y me saludó. Se sentó adelante mio y mientras yo guardaba mis papeles, él llamó al mozo para hacer los pedidos. Una vez que nos dejaron solos, me sonrió.

—¿Qué estabas leyendo?

—Información sobre el síndrome de Down —hizo una mueca—. No me mires así, hoy estuve en el entrenamiento de los chicos y no parecían muy difíciles de enseñar. Por ahí los adultos, pero, en general, no parecía cambiar mucho de los chicos que ya entrené hace un tiempo.

—Ahora no lo ves porque recién empezás —suspiró—, Dani, no seas tonto, ¿querés? Esos chicos no aprenden como los demás, por eso no están en escuelas normales —empecé a enojarme con él.

—Callate, Lucas, ya no opines más —dije desviando la mirada a la ventana—, es mi trabajo después de todo, no el tuyo, no tenés que preocuparte por tener que lidiar o no con esos chicos.

Por unos instantes reinó el silencio entre nosotros, ninguno decía nada. El mozo llegó con nosotros haciendo que la tensión se disipara forzosamente con los sonidos de las tazas y los platitos que apoyaba en la mesa, junto con los "gracias" de nosotros cada vez que servía algo. Aún en silencio, y sin dirigirle la mirada a Lucas, sentí su mano sobre la mía en una caricia, levanté la mirada rápidamente hacia él, encontrándome con una mirada cariñosa.

—No te enojes, Dani, no quería molestarte, solamente me preocupa que estés en el trabajo equivocado y termines arrepintiéndote. No vas a poder volver al gimnasio, ¿y qué vas a hacer cuando eso pase? —me encogí de hombros.

—No sé, lo voy a pensar cuando pase. Por ahora voy a aprender de esto —aparté mi mano de la suya, agarré la taza y tomé un sorbo de café.

—Dani.

—¿Qué? —se quedó en silencio unos instantes.

—¿No vas a escuchar nada de lo que diga?

—Capaz cuando seas un poco respetuoso.

—No te falté al respe...

—No a mí, a los chicos, Lucas —lo interrumpí poniéndome serio—. ¿No entendés que no son inferiores a nosotros? Así que, si no tenés nada bueno para decir sobre ellos, mejor callate, porque no voy a escucharte hablar así de esos chicos —frunció el ceño un poco, pero no respondió nada, solamente tomó un sorbo de su café y miró por la ventana.

Nos quedamos en un silencio tenso e incómodo. Yo seguía con el semblante serio, mientras que él conservaba el ceño fruncido. Nunca le había hablado así, desde que nos conocemos, hace mas o menos tres años, nunca habíamos discutido por nada, aun cuando teníamos opiniones distintas, no habíamos llegado a una discusión; aunque ahora no estábamos discutiendo realmente, pero ni siquiera habíamos llegado a esta instancia.

—Nunca creí que te iba a ver callado —dije rompiendo el silencio, intentando que las cosas se relajaran un poco—. Creí que mi amigo era una radio encendida siempre —noté que sus labios se curvaban en una pequeña sonrisa.

—Nunca había visto esa seriedad en tu cara, creí que ibas a pegarme, o algo así.

—Nunca le pegué a nadie, no iba a empezar con vos —le sonreí sintiendo que los dos nos relajábamos un poco.

En su miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora