Capítulo 18

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Narra Daniel

¿Hice mal en preguntarle directamente si es gay? Solté un suspiro pesado y miré por la ventanilla del tren; me gustaría ser como Lucas ahora mismo. A él no le importa absolutamente nada a la hora de hablar con alguien. Espero que mañana Nahuel no cancele el compromiso en el café, de verdad quiero seguir viéndolo fuera de los entrenamientos.

Cuando llegué a la casa de mi mamá, toqué la puerta y esperé, pasaron unos segundos hasta que mi hermana abrió la puerta dejándome entrar. Fui directamente a mi habitación y guardé lo que había dejado en la casa estos días en mi mochila y volví al living donde estaban las tres: mi mamá, Maite y Ludmi. Cuando mi sobrina vio que tenía la mochila colgada en el hombro, se levantó y corrió hasta mí.

—No te vayas, tío. —sonreí y la alcé dejándola que me abracé.

—Tengo que volver a mi casa, Lud. Pero prometo llevarte a la plaza el sábado. —le acaricié el pelo. Después la bajé, me acerqué a mi mamá y a mi hermana y las salude.

Volví a despedirme de mi sobrina en la puerta y salí en dirección a mi casa. Cuando llegué, tiré mi mochila en el sillón, después fui a la cocina para prepararme un café. Una vez que tuve una taza llena, volví al living y me senté en el sillón. Tomé un sorbo de café mientras prendía el televisor. Miré distraídamente lo que pasaban en uno de los canales hasta que mi celular sonó. Lo busqué en mi bolsillo y lo saqué. Entré en WhatsApp y me fijé de quien era el mensaje que había recibido. Enseguida vi el nombre de Lucas; el pobre se pasó la semana enviándome mensajes y no le contesté ni uno, creo que está preocupado. Decidí abrir su chat y ver lo que quería. En general sus mensajes eran sobre sus clientes, el último mensaje, el que logró que le prestara atención, me preguntaba si estaba bien.

—"No estoy muerto, estuve de minivacaciones en la casa de mi mamá." —le envié. Vio el mensaje al instante.

—"Últimamente no me hablás."

—"Estaba en la casa de mi mamá, Lucas, me distancié un poco de mi celular para estar tranquilo."

—"No fue solamente estos días." —siguió escribiendo—. "Da igual. ¿Tenés ganas de salir esta noche?"

—"Mañana tengo cosas que hacer temprano. Además, después tengo que reunirme con alguien." —casi que puedo escucharlo resoplar por mi respuesta.

—"Me estás abandonando..."

—"No seas dramático. Si querés nos vemos en dos horas, tomamos algo y volvés a tu casa."

—"Bueno. ¿Llevo algo?"

—"Si querés. Nos vemos en dos horas." —ya no contestó.

Terminé de tomar mi café, dejé la taza en la mesa ratona y me levanté. Fui hasta mi cuarto, saqué una camiseta y un jeans limpios, después me metí al baño para ducharme. Una vez que estuve listo, volví al living a esperar a Lucas.

Como habíamos acordado, dos horas después llegó. Cuando subimos a mi departamento me di cuenta de la bolsa que traía llena de cervezas y comida chatarra; sigo creyendo que, para ser entrenador, cuida muy poco su cuerpo. Después de dejar la mayoría de las cervezas en la heladera y de servir en platos las frituras, nos sentamos en el sillón a ponernos al día mientras dejábamos de fondo una película.

Le conté animadamente como me había ido con mi familia, aunque sabía perfectamente que le da igual. Después él me contó lo mal que le estaba yendo en el gimnasio, tanto para conseguir números, como para conseguir clientes; al parecer, ahora tiene problemas con el trabajo en general.

En su miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora