Capítulo 19

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Narra Nahuel

Cuando mamá llegó a casa, Lean salió de mi cuarto pidiéndome que me quedara acá mientras hablaba con ella. Esperé un ratito después de que mi hermano saliera. Salí de la habitación y caminé por el pasillo lo más lento que pude.

—Ma, ya tiene veintitrés años, no podemos seguir tratándolo como un nene chiquito. Él debe sentir lo que sentimos todos los hombres a esa edad.

—Nahuel no es como todos los chicos.

—Sí, lo es. —mi hermano suspiró—. Ma, ni siquiera sabe si le gustan los hombres o las mujeres. Me preguntó cómo podía saber si es gay. Está confundido.

—Debe ser Camila que le dijo algo, en unos días se le va a pasar.

—No se le va a pasar, hace días que está raro. —Lean suspiró de nuevo—. Él está raro por culpa nuestra, porque lo tratamos como un nenito y ya no lo es. Físicamente es un hombre y mentalmente está a punto de serlo, ya tiene que saber sobre sexualidad. —mi hermano se pasó la mano por la frente—. Si no se lo decís vos, le digo yo todo lo que tiene que saber una persona a su edad.

—No le digas nada, Leandro. Tu hermano piensa como un nene.

—Tiene el pensamiento de un adolescente, tiene que saber estas cosas. —volví a mi cuarto casi corriendo, intentando no hacer mucho ruido. Me senté en mi cama, en el mismo lugar en donde estaba cuando Lean fue a hablar con mamá. Mi hermano volvió a mi cuarto un ratito después, se sentó al lado mío sin mirarme; nunca había visto a Lean tan serio como ahora.

Me habló como una hora, me explicó todo lo que creía que necesitaba saber y respondió a mis preguntas. Después dijo que seguramente mamá o papá iban a venir a hablarme de algunas cosas más y que ellos podían resolverme mejor las dudas.

—¿Puedo saber quién te tiene así? —dijo después de que nos quedáramos callados un ratito, negué con la cabeza—. ¿Por qué no?

—Porque no estoy seguro de que me guste o algo así.

—Pero quiero saber quién captó la atención de mi hermanito. ¿Es un chico de la escuela? —negué con la cabeza—. ¿Es un compañero del club? —volví a negar con la cabeza, él se me quedó mirando sin decir nada—. Bueno... cuando quieras contarme, sabés que voy a escucharte —asentí, él acarició mi pelo, me dio un beso en la frente, se levantó y salió de mi cuarto.

Me acosté y miré el techo, sentía la cara arder un poco por la conversación que tuve con mi hermano. Saqué mi celular y abrí el chat de Camila, le conté todo lo que pasó con Daniel y después con mi hermano. Como no estaba en línea, bloqueé el celular después de mandarle los mensajes y esperé a que me contestara. Pasó un rato hasta que me llegó la respuesta de Cami.

—"¡Le gustás! Nahu, tenés que decirle algo. ¡Decile que también te gusta!" —siguió escribiendo—. "¿Te puedo llamar?" —no esperó ni que terminara de leer el mensaje para llamarme.

—Hola —contesté a la llamada levantándome para cerrar la puerta de mi cuarto.

—¡Deberías estar hablando con Daniel! —separé un poco el celular de mi oreja, no quiero que me deje sordo.

—¿Por qué?

—Porque te gusta y tenés que decírselo. Estoy segura de que a él también le gustás.

—No creo Cam... —me interrumpió.

—¡No digas eso! Le gustás, estoy más que segura. Nahu, por favor, no seas tonto, las preguntas que te hizo no las hizo al azar.

En su miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora