"Charly viste a la moda"

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John estaba decidido, tendría una conversación seria y adulta con Sherlock Holmes y nada en este mundo, ninguna locura nueva que al detective se le ocurriera impediría eso.

— Sherlock tenemos que habl...— anunció con fuerza al entrar a la sala del 221B, mas no terminó la oración desconcertado por la escena que estaba mirando.

En el que se suponía era su sillón se encontraba sentado un cachorro de corgi, vestido con una pequeña bata blanca y unas pequeñas gafas de plástico. Sherlock por su parte observaba con atención al perro desde su propio sofa mientras tomaba apuntes en una libreta vieja.

— ¿Por qué hay un perro aquí?— fue todo lo que pudo preguntar el doctor olvidando su intención original debido al shock.

— Es un sujeto de pruebas para analizar el veneno que usó el psicópata pipeta— contestó el pelinegro mientras tomaba un frasquito que estaba en la mesita cercana a su asiento y lo examinaba a contra luz.

— ¿Sujeto de pruebas? ¡Por Dios Sherlock! Envenenaste al perro ¿Se va a morir?— medio paranoico reclamó preocupado por el animal.

— ¡Cálmate John!— el más alto rodó los ojos— ¿Qué tan inhumano crees que soy? Obviamente ya le di el antídoto.

— ¿Y por qué está vestido así?

— Una broma de parte de Mycroft supongo, aunque hay que admitir que le queda bien ¿No?

— Sí le queda bien pero...— ¡Oh no! Lo estaba haciendo de nuevo. Estaba permitiendo que Sherlock lo enredara con sus extravagancias y lo alejara del punto de interés  realmente importante— Sabes qué, olvídate del perro. Tenemos que hablar y esta vez es enserio.

Sherlock se levantó de su asiento y tomó al cachorro entre sus brazos, con su característica elegancia inglesa casi mística. Luego volvió a sentarse en su lugar aún con el animal en brazos y le indicó a John que tomara asiento en su lugar habitual, a lo cual él acató de inmediato.

— Bien ¿De qué quieres hablar ahora?— indagó el detective mientras acariciaba la cabeza del corgi justo entre sus orejas.

— Ambos sabemos de qué quiero hablar, deja de fingir demencia.

— Esta bien, lo admito. Si tome el biberón de Rosie para un experimento ¿Feliz?

— Ja, lo sabía— anunció el doctor contento pero luego se percató que de nuevo se estaba distrayendo de su verdadero objetivo, el cual seguramente era el fin de Sherlock por la sonrisa que tenía a pesar de estar confesando su travesura— ¡Oh no! No, no, no. Esta vez no lograrás distraerme Sherlock, vamos a actuar como dos adultos serios y a hablar sobre sentimientos y todas esas cosas de las que no nos gusta a hablar.

— Pero es más divertido hablar de venenos— se quejó el genio dejando al perro en el suelo para que vagara libremente. Era evidente que el animal le gustaba mucho, probablemente porque los perros tampoco se apegaban a los, según el detective, aburridos códigos sociales.

— No puedo, Sherlock. No puedo lidiar con esta cosa sin que hablemos. Estoy confundido, todo está pasando muy deprisa, además está mi choza cerebral y...

— ¿Choza cerebral?

— Ignora eso, no intentes desviar el tema ¿Por qué estás intentando desviar el tema? Tú nunca desvías los temas, siempre eres directo y tajante ¿Por qué ahora estás fingiendo que no dijiste lo que dijiste y...?

— Por esto John— replicó el detective haciendo un gesto con su mano hacia él— estás alterado, e insoportablemente ruidoso. Es molesto.

— ¿Molesto? ¿Crees que estoy siendo molesto? Tú fuiste el que dijo que me amaba y luego me arrojó a un taxi— protesto el rubio exasperado poniéndose de pie nuevamente. Estaba muy enojado para estar quieto.

Todo inicia con AWhere stories live. Discover now