El valor del conocimiento

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Que cosas inusuales ocurrieran en el 221B Baker Street ya era algo aceptado por todos los que frecuentaban el edificio. Por lo que ya nada que ocurriera allí podía causar sorpresa, o al menos eso creyó Sherlock hasta que se encontró a su hermano sentado en las gradas del pórtico del lugar como si fuera lo más común del mundo.

Lestrade quien volvía junto a él también parecía desconcertado por el asunto pero sabiamente saludó con un asentimiento al mayor de los Holmes e ingresó al edificio evitando de manera muy eficaz cualquier interrupción incómoda de lo que estuviera sucediendo entre los genios. Había que darle crédito a su habilidad para comprender cuando era mejor huir de una situación.

— ¿John finalmente te echó del apartamento o has desarrollado un nuevo fetiche por probar la vida del ciudadano común?— comentó el detective con clara intención de molestar a su hermano una vez que quedaron solos. Aunque para molestia suya, tenía que aceptar que aún sentado en aquella fachada común su hermano no se podía llamar ordinario.

Mycroft mantenía su elegancia digna de caballero inglés y su nada disimulada presunción de superioridad. Actitud justificada si se tenía en cuenta a los tres francotiradores que Sherlock ubicó, sin problema, apuntando hacia el lugar. Preparados para actuar ante cualquier cosa que quisiera incordiar a su hermano.

— ¿Cigarrillo?— invitó el mayor sacando un par de estos del bolsillo de su traje, junto a un encendedor de plata decorado que probablemente costaba un par de salarios mínimos.

El menor levantó una ceja intrigado pero aceptó con un asentimiento, dejando que su hermano encendiera el tabaco mientras tomaba asiento a su lado. La calle estaba vacía aquel día, cosa que supuso se debía a quien estaba a su lado.

— ¿Creí que los cigarrillos eran exclusivos para las festividades? ¿De nuevo me olvidé del cumpleaños de alguien?— indagó el detective finalmente luego de dar una calada al mismo tiempo que el contrario.

— Si lo olvidaste pero ya pasaron dos meses de eso— respondió el mayor sin darle real importancia al asunto— y mira el lado bueno, al menos no tenemos que voltear cada cinco segundos para ver si mamá viene a por nosotros.

— Bueno, ella aún nos ve como niños— apoyó las palabras del otro mientras disimuladamente miraba de reojo hacia la puerta. Sabía que su madre ni siquiera estaba allí pero era difícil desprenderse del miedo de un regaño marca Holmes.

— En su defensa, aveces piensas igual que uno— se quejó el mayor sin dejar de mirar al frente.

Sherlock estuvo tentado de responder a su provocación e iniciar una ronda inevitable de conflicto familiar. Sin embargo, debido a los recientes acontecimientos lo único que salió de sus labios fue una pregunta inusual e inesperada.

— ¿Por qué no me diste al hámster?

Por primera vez en mucho tiempo Mycroft realmente pareció desconcertado, elevando una ceja dudosa miró a su hermano con extrañeza.

— ¿Estás consumiendo drogas de nuevo?— reclamó con un tono entre molesto y preocupado.

— No, no tengo una lista estúpida para ti.

— Sabes nuestro acuerdo, si estás...

— ¡No estoy drogado!— exclamó el menor con más enfado del que creyó tener en un principio— Solo quiero saber ¿por qué? ¿por qué no me diste el hámster a mi?

El rostro de Mycroft cambio de expresión, era evidente que finalmente captaba de lo que hablaba su hermano.

— No tiene importancia ahora.

En otro momento el detective probablemente habría dejado el tema así, como tantos otros asuntos sin tratar que habían sido enterrados en el tácito acuerdo de su relación. Pero esta vez era diferente, porque John quería respuestas, respuestas que ni el mismo tenía.

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⏰ Last updated: Jul 01, 2023 ⏰

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