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Tú:
Hola, soy Jungkook. Siento haberte colgado.
No es necesario que presentes ninguna oferta.
(14:35)
Solo termina con los trámites de la antigua casa.
(14:35)
Muchas gracias. Siento haberte hecho perder el tiempo.
(14:36)

Kuyng:
No hay problema, los trámites están terminados.
(14:36)
Me ha gustado trabajar contigo.
(14:37)

Todo se trata de la perspectiva desde la que se ven las cosas. La diferencia entre el querer y el deber que, al fin y al cabo, desembocan en lo mismo.

Un ejemplo sencillo es el de las vías del tren.

Imagina que estás caminando junto a las vías de un tren y ves una bifurcación en ellas. A un lado, tres hombres yacen atados. Al otro, sólo uno. El tren está a punto de pasar, la dirección indica que arrollará a los tres hombres, no tienes tiempo para desatarlos. Sin embargo, hay una palanca. Una palanca a tu alcance que puede cambiar la dirección de la bifurcación.

Un hombre a cambio de tres, ¿verdad? Eso tiene sentido.

Ahora imagina que eres doctor. Tienes tres pacientes terminales a punto de morir, no hay forma de curarles. No hay salvación posible para ellos. Imagina que ese mismo día entra un hombre en tu consulta para una revisión, completamente sano y que, si le matas, puedes conseguir los órganos y los tejidos idóneos para salvarles la vida a los otros tres.

Un hombre a cambio de tres, ¿verdad? Pero, ¿qué ha cambiado?

Todo depende de la perspectiva, de la situación.

No sólo las personas oprimen.

Desde los diecisiete años, Jeon Jungkook no sólo creía, sino que sabía, que todo lo bueno que recibiera iba a terminar. Jeon Jungkook vivía sabiendo que lo bueno no estaba al alcance de personas cobardes como él, encerrado dentro de su burbuja, fingiendo ser feliz con un hombre que le daba lo que realmente merecía.

Dolor.

Por eso, Jeon Jungkook atesoraba cada momento con Taehyung como si fuera oro. Los guardaba y los mimaba, enamorado, porque sabía que en cualquier momento terminarían. Era lo que merecía, ¿no? Que aquello que le mantenía en pie y le hacía seguir desapareciera. Y estaba siendo egoísta al no hacerlo desaparecer él mismo, también lo sabía, pero no podía hacerlo.

Él sólo era un chico enamorado de una persona a la que no merecía.

Y sabía que si daba un paso en falso, acabaría.

La vida es traviesa y a veces le gusta divertirse a costa de las personas. Al fin y al cabo, no hay diferencia. Llámalo como quieras, todo es algo que ya estaba escrito. ¿Por qué habría ocurrido de no ser así? ¿Por qué Kim Taehyung, de entre todas las personas, habría abierto la puerta de su casa a un extraño inconsciente una madrugada de mayo si alguien no lo hubiera querido así?

Llámalo coincidencia, llámalo destino.

Había pasado más de un año desde entonces, pero Jungkook sentía, de alguna forma sabía, que había pasado más tiempo. Quizás no físico, pero en esos meses había crecido más que durante toda su vida.

Él ya no era el chico maltratado que entró por primera vez en una sesión de psicología con el alma rota a sus pies.

Ya no era el chico herido que se abrazaba a sí mismo todas las noches y lloraba porque estaba solo, solo, solo, y no había una voz diciéndole qué hacer, cómo hacerlo y para cuándo debía estar listo y se sentía perdido.

Ya no era la persona que alguna vez un hombre llamado Kim Taehyung había conocido. Aunque quisiera, no volvería a serlo.

Quizás de eso se tratara.

Batterer 『TaeKook』Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon