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Jeon Jungkook había recibido malas noticias durante su vida.

Cuando tenía seis años, su abuelita murió de un ataque cardiorrespiratorio. Era muy pequeño, así que solo le dijeron que se había ido al cielo hasta que creció lo suficiente como para entenderlo.

Cuando tenía diez, su mejor amiga se mudó muy lejos.

Cuando tenía doce, su padre enfermó de cáncer, aunque no se enteró hasta los dieciséis.

Cuando tenía diecisiete, murió.

Y después de todo no podía imaginar recibir la peor de todas.

Las imágenes se sucedían en su cabeza como si fueran diapositivas. La patada de Yugyeom en su vientre, su estrés durante todas las sesiones de psicología, sus nervios incontrolables durante el juicio, la montaña rusa de emociones que vivía cada día... Podía haber sido cualquier cosa, un cúmulo de ellas.

Miró a Taehyung, ansioso, buscando algo que le relajara, y él le miró de reojo y apoyó una mano en su rodilla, apretando con suavidad.

—Ya casi hemos llegado. —dijo, sin apartar los ojos de la carretera.

Era noche cerrada y llovía, por lo que apenas había tráfico. Los limpiaparabrisas se movían frenéticamente para despejar la visibilidad mientras ellos derrapaban sobre el asfalto.

Jungkook saltó del coche cuando por fin llegaron, entrando directamente a emergencias. Tuvieron que esperar unos interminables diez minutos, pero finalmente la mujer que atendía le pidió que pasara a una sala particular y un ginecólogo que no conocía le hizo algunas preguntas jodidamente estúpidas e innecesarias antes de examinarle.

Ni siquiera dijo una palabra sobre lo que podía estar pasando, no respondió sus dudas, solo jodidamente le hizo pruebas y se marchó.

Ellos se quedaron en silencio.

—Es culpa mía.

Taehyung levantó la mirada de sus manos alarmantemente rápido, apoyado en la pared.

—¿Qué? —escupió.

—Es culpa mía por decir todas esas cosas de él. Las ha oído y cree que le odio y se ha muerto, lo he matado yo. —El labio inferior le tembló y se lo mordió con fuerza, abrazándose a sí mismo alrededor de su vientre vacío, como si así pudiera mantenerle dentro de él de alguna forma, como si pudiera evitar que desapareciese. —Lo he matado yo.

Estaba tan cansado, tan asustado.

¿Qué iba a hacer ahora? ¿Qué haría si su bebé...?

Taehyung se acuclilló a su lado.

—No vuelvas a decir eso. —Y su voz sonó tan firme, casi enfadada, que Jungkook sacó la cabeza de entre las rodillas para mirarle. Él le acarició la cara, suavizando su expresión hasta dejarla en una simplemente triste. —¿Por qué dices eso?

—P-Porque...

—¿Lo ves? No tienes razones. —Taehyung sonrió de lado. —No puedes culparte si ni siquiera sabes por qué lo haces. No sabemos qué ha pasado y ya has oído al doctor, puede haber sido cualquier cosa. Sé que es difícil, ¿vale? Pero agobiándote no vas a arreglar nada, tienes que tranquilizarte. Ni siquiera sabemos si se ha ido.

Jungkook no se sentía capaz de contestar. Simplemente se hizo a un lado y dejó que el hombre se sentara junto a él en la camilla, abrazándole contra sí con un brazo.

—No quiero que se vaya. —susurró, y se miró el bulto en la barriga del que tanto se quejaba.

Pero, joder, por nada del mundo quería que desapareciese.

Batterer 『TaeKook』Where stories live. Discover now