4. Nunca es culpa de nadie.

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Me acosté y abracé una almohada tratando de encontrar una posición en la que el dolor amainara un poco, no era nada como el de la noche anterior pero si lograba ser molesto además de los escalofríos que empezaba a sentir.

Mi teléfono volvió a sonar y cuando ví en el identificador que era mamá me puse a llorar nuevamente.

- Raiza, bebé, cómo estás- me saludó y yo solloce- ¿Qué pasa hija? ¿Por qué lloras?- pregunto preocupada.

- ¿Podrías venir?- pregunté sin responder a nada de lo que había dicho- creo que te necesito, mamá.

-¿Qué pasa Raiza?, me estás asustando- dijo con genuina preocupación en su voz. Ella había pasado por lo mismo cuando yo era niña, solo que ella si sabía que estaba embarazada y yo me sentía perdida, me sentía realmente culpable y necesitaba a mi madre que me abrazara y me dijera que estaba bien.

- anoche estuve en el hospital, tenía mucho dolor y estaba sangrando... Tuve un aborto- le conté llorando aún más- yo...ni siquiera sabía que estaba embarazada mamá, estaba tomando mis pastillas y nunca me sentí mal o diferente, fue mi culpa.

- oh no, hija eso nunca es culpa de nadie ¿Estás sola? Ya estoy buscando un vuelto, podré estar alla en la moche pero necesito que no estés sola-  dijo tratando de estar tranquila.

- Denver fue ayer al hospital, dice que se quedará conmigo hoy, sigue insistiendo en que me dé de baja de clase- respondí sirviendo mocos.

- está bien, amor, pásamelo por favor, necesito hablar con él.

Me levanté y le entregué el teléfono al chico que estaba en la cocina preparando no se qué, de todas formas no tenía mucho en casa pero por las bolsas sobre la barra parecía que hubiera pedido algunas cosas a domicilio.

Hablaron por un rato y después el chico dejo mi teléfono sobre la mesa de noche y me preguntó dónde tenía un termómetro, le indique dónde podía encontrarlo e insistió en tomarme la temperatura pero no estaba realmente alta así que me dejó tranquila y me dijo que tratará de dormir.

Yo no quería dormir, ni comer, ni moverme, el pequeño cachorro fue a buscarme con su pelota pero no quería jugar con él así que la lancé lejos y después lo ignore por un rato.

Tres meses, esa pequeña cosa se había estado formando dentro de mi por tres meses, pensé que habría hecho si lo hubiera sabido. Seguramente mis padres y los abuelos me hubieran apoyado, se hubieran encargado de que tuviera los cuidados necesarios y yo habría sido más consciente, había usado drogas y bebido mucho alcohol cuando esa cosita ya estaba dentro de mi, seguramente había sido demasiado para el, el ejercicio intenso, las pocas horas de sueño, saltarme comidas, tomar medicamentos para el dolor de cabeza o las lesiones del baile, los energizantes.

Había hecho todo lo que se supone que no se debe hacer y ese era el resultado, las consecuencias de mi propia irresponsabilidad.

-¿Estás despierta?- preguntó Denver entrando a la habitación y yo me limpié el rostro.

-si, no he podido dormir- respondí levantándome, necesitaba hacer algo, necesitaba moverme porque si me quedaba intentando dormir iba a enloquecer.

- te traje algo de comer, nada pesado- dijo enseñándome una bandeja con algo recién preparado.

- yo, no me puedo quedar aquí acostada, comamos juntos- le dije yendo a la cocina.

Durante todo el día Denver estuvo tratando de distraerme diciéndome que viéramos una película, saliéramos a dar un paseo o cualquier cosa que se le ocurriera pero yo solo lo ignore y me senté a estudiar en el pequeño estudio que estaba en el lugar donde originalmente había un comedor para dos personas.

En la noche el timbre sonó pero Denver se había quedado dormido en el sofá abrazando a Adison así que yo me levanté y abrí. Cuando abrí la puerta mis dos padres estaban ahí parados detallandome, salte sobre ellos y los abracé empezando a llorar de nuevo, no entendía por qué pero sentía como si no hubiera dejado de llorar desde la noche anterior.

-¿Por qué vinieron los dos? ¿Dónde están sus cosas? ¿Que hay de Naoki?- pregunté haciéndome a un lado para que ellos pasaran.

- dos padres son mejor que uno- respondió papá abrazándome sin hacer ningún comentario adicional.

-Naoki se quedó en casa de uno de sus amigos, nuestras maletas las dejamos en casa de los abuelos- me contó mamá echando un vistazo al rededor, el lugar estaba limpio y ordenado si no se tenía cuenta al chico moreno durmiendo en mi sofá.

-¿Los abuelos saben?- pregunté asustada mirando a Denver, no quería que lo fuera a afectar.

- solo lo sabemos las personas que estamos en esta habitación, tu padre nos escuchó y me insistió hasta que le conté cuando me vió buscando vuelos- respondió y papá se encogió de hombros con una sonrisa.

Nos sentamos a charlar un rato pero el malestar que había estado teniendo durante todo el día se intensificó un poco así que después de que preparamos el colchón inflable que había comprado en el lugar del estudio me acosté, quería dejarle la cama a mis padres pero mamá se molestó conmigo y dijo que debía cuidarme, que ella sabía cómo se sentía y sabía que me estaba haciendo la fuerte.

- la verdad me siento algo mal- confesé cuando me estaba arropando y ella me miró atenta.

-¿Qué sientes?- preguntó acariciándome el cabello.

- tengo algo de dolor general y estoy un poco mareada- dije utilizando las palabras algo y poco específicamente para no espantarla.

-mañana iremos a una consulta con el médico particular, él se asegurará de que todo esté bien y te dará algunos analgésicos, el dolor puede durar mucho tiempo- explicó y yo asenti, me dió un beso en la mejilla y se encargó de que tomara el ibuprofeno que me había recetado el médico de urgencias y apagó la luz antes de irse.

Pude escuchar como iniciaba una conversación ena sala pero dejé que el sueño me llevara en sus brazos.

Raiza #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora