36. Del episodio 41 - Una lágrima

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Depositó su preciada carga en el asiento del copiloto y le abrochó el cinturón asegurándose de que estuviera cómoda. Berkant la miró a los ojos y en ellos sólo vio compromiso. El alma no le cabía dentro del cuerpo. Lo había elegido a él. Los había elegido a ellos. Le rozó con el dorso de los dedos la mejilla y Derya le atrapó la mano antes de que la retirar y besó la palma de su marido.
-Vámonos a casa -dijo a Derya-. Mañana será otro día.
Berkant se incorporó y cerró la puerta de ella antes de dirigirse al otro lado del coche. Cuando estuvo sentado tras el volante, metió la llave y arrancó. El motor de su 4x4 ronronéo y él aceleró levemente para salir del aparcamiento.
El trayecto fue silencioso, Derya se había dormido con la cabeza apoyada en el cristal. Su mano izquierda, desprovista de sus anillos, descansaba sobre su abdomen, sobre la vida que ambos creado aquella noche de furor y tormenta.
Paró el coche ante la casa que había comprado no hacía mucho, una casa en la que ella jamás había puesto un pie y que había mantenido cerrada hasta que se enteró de que regresaba con la simple esperanza de que ella aceptara mudarse con él. Pues bien, lo había hecho, de manera tácita, sí, pero lo había hecho.
Apagó el motor y se giró hacia ella. Sus ojos del color del frío acero la miraron con calidez y anhelo. Era lo más preciado que había tenido en la vida. No podía perderla a ella también.
Se bajó del coche intentando no hacer mucho ruido y abrió con cuidado la puerta del copiloto. La cabeza apoyada en el cristal cayó sobre su rápida mano. Le desabrochó el cinturón de seguridad y la alzó en sus brazos como había hecho poco antes en el hospital. Al sentirse cambiada de posición, Derya buscó acomodo en los brazos de él. Enterró la cabeza en su cuello y se refugió en su pecho. Berkant cerró la puerta de una patada y se alejó hacia la puerta de entrada. Miró hacia la segunda planta de la construcción, hacia las ventanas corridas de la habitación que daba al este y desde la que se veía un magnífico amanecer. Ella despertaría por la mañana con los rayos del sol besando su rostro.
Tocó con el codo el timbre y Kaan, el chico al que había recogido de la calle hacía dos años, le abrió la puerta.
-¡La ha traío! -gritó.
Berkant le miró y lo hizo callar con la mirada.
-Digiste que la traería' contigo y lo ha' hecho. ¿La ha' drogao?
-¡No la he drogado! No he tenido que recurrir a eso -exclamó en voz baja-. Se ha quedado dormida viniendo hacia aquí-. ¿Está la habitación lista?
-Sí, Berk, he pue'to sábanas nueas y la' he perjumado con violeta' -se burló Kaan.
-Eres un impertinente, chaval.
-Y argogante y engreío, Berk. E'ta vez se t'a olvidao llamaame ezo.
Berkant tuvo que contener una sonrisa.
-He dejado el coche sin cerrar, coge las llaves de mi bolsillo derecho y ciérralo mientras la llevo a la cama.
El chiquillo hizo lo que le decía Berkant y él subió las escaleras.
-Realmente no sé qué voy a hacer con él, D. Espero que a ti te haga caso y lo puedas meter en cintura. Es imposible. Descarado pero voluntarioso. Creo que te caerá bien.
Derya, por toda respuesta, restregó la nariz en el cuello de Berkant. Berkant amplió la sonrisa de sus finos labios y subió las escaleras.
La cama estaba abierta y no pudo evitar morderse los labios para evitar la carcajada, efectivamente había perfumado con violetas la habitación, con cantidades ingentes de violeta. Habría agotado el tarro, eso seguro.
Depositó a Derya en la cama y le quitó la rebeca que llevaba, le desabrochó la camisa y no pudo si no fijarse en el sujetador que llevaba. Era un sujetador básico de color maquillaje. El color le resultaba espantoso. La libido de un hombre caería en picado ante semejante prenda desprovista de todo carácter erótico pero aun así no pudo evitar apreciar el volumen. Al menos era dos tallas mayor que la que solía usar. Sacudió la cabeza y procedió a bajarle los pantalones pre-mamá que llevaba. Las bragas que descubrió eran igual de espantosas, ¿qué clase de bragas eran ésas? Suponía que alguna prenda pre-mamá porque en su vida había visto semejante cosa. Tuvo que aguantarse la risa. Era culpa suya, eso seguro.
La arropó con la sábana y ella se medio aovilló sobre el colchón buscando a tientas algo. Él le acercó el otro almohadón y Derya, de manera inconsciente, se abrazó a él poniendo parte del mismo entre sus piernas.
De nuevo no pudo evitar admirarla en el silencio de la caída de la tarde. Sus caderas se estaban ensanchando, sus mejillas estaban más llenas y una luz irradiaba en sus mejillas. Era la imagen de una Madonna como las de Fra Filipo-Lippi. Se agachó para besarla en la mejilla y le volvió a acariciar la mejilla.
-Estarás bien conmigo, no lo dudes nunca y algún día tu padre acabará perdonándote lo que hemos hecho. Eres la niña de sus ojos (y de los míos).
Al girarse para salir de la habitación una leve brisa le agitó el cabello y siempre juraría que una risa tintineante se escuchó en esa habitación silenciosa. Se giró de nuevo y buscó el origen. Sacudió la cabeza, el día había sido bastante duro y lleno de emociones pero, sobre todo, cargado de incertidumbre y nervios.
Bajó las escaleras en silencio y se dirigió hacia la cocina. Preparó pasta, sirvió para él y Kaan y guardó parte de ella en un tapper para cuando ella se despertara aunque ya le avisaron en el hospital que igual dormía toda la noche.
-Berk, ¿qué va' a hacer comigo?
-¿Cómo que qué voy a hacer contigo?
-'Hora la tiene' a ella, duo que quiera hacerce cargo de alguen como yo como lo hicite tú. E' una chica fisna.
-Es una chica fisna. ¿Qué quieres decir con eso? -preguntó intentando aguantar la risa.
-Ya sabe... fisna. De las que to e' de marca, hablan de manera finolis y no soporta una mancha -Kaan hizo el gesto en ese momento de quitarse suciedad de la ropa no muy limpia que llevaba mientras con voz de falsete pronunciaba las palabras destrozando el diccionario.
-Que no te preocupe eso ahora, chaval -dijo levantándose y metiendo el plato sucio en el lavavajillas.
-M'acostumbrao a lo güeno, no pueo volvé a la calle -contestó Kaan imitando a Berkant con su servicio usado.
-Anda, vete a tu habitación. Ya recojo aquí. Y, Kaan -dijo cuando el chaval se perdía por la puerta que daba al jardín-, no te preocupes por Derya, en serio, te convertirá en uno de sus proyectos, ya verás.
-No cé qué sinifica ezo pero no hele na de bié.
Berkant se quedó sólo allí, recogiendo los escasos cacharros que quedaban. Se fue a la sala de juegos que había montado, encendió la televisión y se quedó dormido en el sofá viendo una película antigua que emitían en inglés por uno de los canales de pago.

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⏰ Last updated: Aug 17, 2020 ⏰

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RECUERDOS (¿Spin-off? de Erkenci Kus)Where stories live. Discover now