4. Del episodio 20 - El bosque

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Y allí estaba yo...
Y allí estaba él...
Después de sacarme de aquella fosa, me acompañó hasta la base del campamento, me buscó asiento y fue a por hielo para ponerlo en el golpe que me había llevado en la frente con la caída.
Se sentó conmigo sosteniendo en su fuerte mano el apósito.
-No me mires -pensaba yo-. Por favor, Can no lo hagas. No me mires con esos ojos oscuros y profundos en los que siempre me pierdo.
»Eso era lo que mi mente repetía una y otra vez. Pero mis ojos buscaban una y otra vez los suyos. Era mirar en su profundidad y yo arder sin remedio.
»Can, para mí, es un imán. Algo dentro de aquí -dijo Sanem señalándose el centro del pecho-, me arrastra hacia él. Ha sido así siempre, desde el principio. Desde aquel beso robado en la oscuridad.
»CeyCey se vuelve loco cuando se nos acerca. Dice que siempre ha podido sentir nuestra electricidad.
-Querida, vuestra electricidad la siente cualquiera.
Sanem se volvió hacia la mujer que habló y le sonrió.
-Como iba diciendo... No puedo mirarle sin incendiarme. Por más años que pase, ese fuego no se extingue, es una llama eterna -Sanem entonces desvió la mirada hacia la chica que escuchaba atentamente la conversación sentada en un rincón; parecía querer mimetizarse con el sofá, le guiñó un ojo antes de continuar-. Entonces llegó Emre. Y recuerdo que Can estalló. Me tomó de la mano y dejó en ella el hielo antes de irse a por su hermano. Emre, gracias a Dios, no es un hombre que pierda los nervios como es el caso de Can. A veces, su calma nos desespera. Su mente analítica creo que tiene mucho que ver en esa pasividad que siempre demuestra. Pero también es humano y los errores cometidos de aquel entonces...
»En fin, Can le dijo que se fuera, que nada tenía que hacer allí y él así lo hizo. Pero dejó a Can hirviendo como una olla de presión. Quise acercarme a él, pero no me atrevía. Fue Bambi -dijo al tiempo que sonreía-, perdón, Gamze, quién lo hizo. No sé lo que le dijo, pero funcionó. Se calmó y se fue hacia el bosque.
»Fue cuando comencé a beber aquella bebida que me largaste diciéndome que era zumo orgánico.
Sanem se giró hacia la mujer con la que había intercambiado antes unas palabras.
-Por cierto, ¿qué llevaba aquella cosa?
-Vodka, querida -dijo Deren con una sonrisa.
Ambas se miraron y estallaron en carcajadas.
-¡¿Qué querías?! Pretendía dejarte fuera de combate aquella noche e intentar algo, lo que fuera, para que Can se fijara en mí. Pero sabía que era inútil. Lo sabía desde hacía mucho tiempo. Él sólo tenía ojos para ti. Desde que te cruzaste en su camino, fue tuyo.
Sanem se sonrojó.
-Bueno, sí. No sé. Siempre estaba rodeado de mujeres y siempre he sido muy insegura en lo que a él respecta.
-Y celosa -dijo Deren.
-Y celosa -confirmó.
Sanem se arrastró hasta el fondo del sofá para apoyar allí la espalda. Recogió las piernas y se aferró a un cojín. Se abrazó a él y de nuevo su mente voló hacia aquel día.
-Llevaba un ciego de impresión cuando me levanté y me adentré en el bosque con la única compañía de aquella botella llena de aquella mezcla explosiva. Lo hice porque había algo en mi interior que me arrastraba y me empujaba a seguir, algo que me guiaba hacia destino. Siempre he hecho caso a mi intuición -o casi siempre- así que me dejé llevar en la oscuridad. Tenía miedo. No soy yo muy exploradora que digamos, oía ruidos que me hacían temblar, pero tenía una sensación rara, la premonición de que algo, aquella noche, iba a cambiar mi destino.
»Entre la espesura y la oscuridad, distinguí al final algo de luz, parecía un claro, llegué hasta él apartando ramas y, al salir, me topé con un cuerpo humano sólido. Al principio chillé por el susto pero antes de girarme, yo ya sabía que era él. Cuando lo hice, sus brazos me atraparon y yo ya apenas si recuerdo lo que nos dijimos. Mi corazón latía desaforado dentro de mi pecho. Recuerdo que me acerqué a él tanto como pude y señalé con mi pulgar el lugar donde latía su corazón al mismo ritmo loco que el mío.
»Can Divit -le dije-, eres mío.
»Y entonces, le besé -dijo Sanem en aquel momento desviando la vista de Deren hacia el rincón donde estaba la chica de pelo caoba. Buscó la ojos pardos con motitas verdes y le aguantó la mirada-. No sé qué clase de locura se apoderó de mí en aquel momento. Nunca antes me había lanzado yo a besarle a él, pero volqué en aquel beso toda mi alma, todo el anhelo que sentía, Şule.

RECUERDOS (¿Spin-off? de Erkenci Kus)Where stories live. Discover now