Aquel día que había ido por bebidas energizantes a la tienda, debí hacer algo. Pero había estado tan ocupada con otras cosas, tan ocupada estudiando, trabajando e intentando descubrir qué demonios estaba pasando con Yugyeom, que no me había dado cuenta de lo evidente. Eso me hacía sentir culpable porque si bien él no era familia de sangre, sentía que se lo debía. Se lo debía a él y a su madre por ayudar a la mía a ver que hay más vida fuera de solo ser la esposa perfecta de un hombre que se ausentaba la mayor parte del año.


- Pero él está bien ahora. - me recordó Yugyeom, intentando sacarme del hoyo profundo en el que mis pensamientos me hundían. - Está en un buen lugar en el que cuidarán de él y le ayudarán a recuperarse.

- Sí, supongo. - repliqué bajo, luchando por que mi mente se enfocara en el tacto de Yugyeom sobre mi piel y no en el nudo en la garganta que se formaba al hablar de Youngmin. - Solo desearía haberle ayudado. Desearía haber actuado cuando tuve la oportunidad de hacerlo.


Yugyeom guardó silencio y le agradecí por hacerlo. En ese momento, no necesitaba que alguien me refutara ni que me dijera que estaba equivocada. Yo sabía bien que ese sentimiento tan oscuro no me llevaría a nada, pero quería aferrarme a el lo suficiente para que se quedara grabado en mi memoria y nunca más volviese a hacer algo que lo provocara.

En ese momento, solo necesitaba que alguien abrazara mi lado vulnerable e intentase recomponerlo.


- Sé que esto va a sonar raro, pero me agrada saber que piensas así. - no sé bien de qué forma le vi, pero Yugyeom rió bajo, antes de continuar. - Aunque intentes hacerle creer a todo el mundo que eres una chica fría, no lo eres. Te preocupas mucho por las personas a tu alrededor, Eun Sang, y eso es... Bonito.

- ¿Bonito? - pregunté, sin poder evitar sonreír ligeramente ante el brillito que me pareció ver en sus ojos. - Creo que eres la única persona que ha logrado hacerme sonreír por sentirme mal.


Yugyeom imitó mi sonrisa casi de inmediato y comenzó a mecer su mano y mi mano en el espacio entre nosotros, como niños pequeños jugando en el parque. Solo entonces, caí en cuenta que ninguno había soltado al otro.


- Eres humana, Eun Sang, no siempre te vas a sentir bien. - continuó él. - Recuerda como te sientes ahora. Te sientes mal porque alguien que aprecias mucho salió herido. Este tipo de emoción la verás seguido a lo largo de tu vida, por mucho que te esfuerces en evitarlo. Pero, ¿sabes qué te enseñan estos momentos? Te enseñan a valorar a quienes están, a recordar a quienes se fueron y a abrazar a los que te acompañan en el proceso.


Me costó un par de segundos procesar las palabras que salían por los labios de Yugyeom. Simplemente, no lo podía creer. Aquel estudiante que había visto su corazón destrozarse frente a él afuera de la tienda en la que yo trabajaba, me estaba diciendo las palabras más sabias que jamás había escuchado. Él, que al principio era el perdido, había terminado guiándome a mí, que no sabía lo mucho que lo necesitaba.


- Gracias. - le dije y fue la primera vez que lo dije con tanta sinceridad. - De verdad, Yugyeom. No sé por qué sigues aquí ni por qué sigues ayudándome, pero te lo agradezco mucho.

- Te estoy acompañando en este proceso. - me dijo, apretando mi mano una vez más, antes de dejarla ir lentamente. - Tal y como tú lo hiciste conmigo cuando lo necesité. Tal y como tú lo harás con otras personas más adelante.


Kim Yugyeom, le dije en mi mente, ¿de dónde saliste?


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- Bien, ¿estamos en la fecha y hora correcta? - preguntó el hombre de seguridad que, al igual que todo el personal del hotel con los que nos habíamos encontrado, parecía ser bastante cercano a Yugyeom.


Unperfect Match | Kim YugyeomWhere stories live. Discover now