CHAPTER THIRTEEN

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El gato

Cuando Susan me despertó la mañana siguiente, me di cuenta de que la herida de la pierna se había curado rápidamente durante la noche gracias a la poción mágica que me había dado Lucy. Una vez vestidas, las dos nos dirigimos al comedor para desayunar. Allí nos encontramos con Edmund y Caspian. Mientras desayunábamos hablamos del asalto al castillo. Esta misma tarde habría una reunión para hablar del asalto – a la que esperaba poder ir–, pero nosotros no pudimos esperar hasta la tarde. Mientras Edmund comentaba lo que había pasado mientras estaba en la torre, vi como Peter entraba al comedor y se dirigía hacia nosotros. Cuando llegó, Edmund dejó de explicar su relato.

– Puedes proseguir Ed, yo también me quiero enterar de lo que sucedió – Dijo serio. Se notaba a leguas que seguía enfadado con mi hermano.

– Pensaba que para hablar del asalto teníamos que esperar a la reunión – Dije.

– Y así es, pero nosotros somos los reyes de Narnia... –Sé que no lo dijo en tono irónico ni molesto, pero decidí que lo mejor sería irme.

– Voy a entrenar con los faunos, nos vemos luego – Les dije a todos.

– Espera, Sophia – Me dijo mi hermano.

– No, Caspian, hablamos después, por favor.

Y sin escuchar lo que me dijo después se volvió a sentar, resignado.

– Pensaba que ya habías hablado con ella – Escuché que Edmund le decía a mi hermano.

Justo cuando salía del comedor, me crucé con un par de enanos que iban hablando sobre un maldito gato que rondaba por la cocina.

¡Whiskers! Me había olvidado completamente de él.

Fui lo más rápido que me permitía mi pierna hacia la cocina, allí busque a mi gato, pero no lo logré encontrar por ninguna parte. Así que me tocó preguntarle a los narnianos que estaban por la cocina.

– ¡Así que era tuyo el gato, eh! Como lo encuentre por aquí otra vez haré sopa con él – me respondió uno de los enanos.

Salí de la cocina rápidamente esperando que con el mal genio que tenía aquel narniano no hiciera sopa conmigo también. A saber que había hecho el astuto de Whiskers.

Ya llegaba tarde al entrenamiento, pero no podía dejar que rondara por allí solo. Si lo encontraban me las cargaría y si no iba al entrenamiento también... Prefiero que no maten a mi gato. Así que me puse a buscar por todo el lugar a Whiskers mientras evitaba a toda costa encontrarme con Peter, Susan, Edmund y mi hermano. Cuando salí a la sala abierta me encontré con Lucy, en ella podía confiar.

– ¿Sophia, no tienes que entrenar a unos cuantos faunos esta mañana? – Preguntó.

– Sí, pero tengo un problema y necesito tu ayuda – ella me miró confusa–. He perdido a mi gato.

– ¿A tu qué?

– A mi gato. Se llama Whiskers y tiene el pelaje anaranjado. ¿No lo habrás visto?

Lucy se empezó a reír. Esa no era la respuesta que esperaba así que me di media vuelta y me fui. Escuché pasos detrás de mí y Lucy me cogió del brazo.

– ¿Es verdad eso de tu gato? – Asentí–. De acuerdo, te ayudaré a buscarlo, pero no entiendo que hace aquí.

Se lo expliqué mientras lo buscábamos juntas, pero al final decidimos que sería mejor separarnos. Decidí ir hacia mi habitación para buscarle allí, pero al pasar por delante de la sala de entrenamiento disimuladamente, Ed me vio.

– ¡Sophia! ¿Se puede saber dónde has estado toda la mañana? –Preguntó preocupado– ¿Estás bien?

– Sí, estoy bien, es solo que... no encuentro a mi gato.

– ¿De verdad te estoy cubriendo para que no te pillen mientras no estás, y tú estás buscando a tu gato? – Asentí, con una sonrisa de niña buena en la cara–. De acuerdo, te voy a seguir cubriendo y vigilaré por si lo veo por aquí, pero no tardes.

Le abracé rápidamente y corrí hacia la dirección a la que iba antes. Pero, con la mala suerte de cruzarme con Susan y con Caspian.

– ¿Tú no estabas entrenando? –Preguntó mi hermano.

– Sí... Ahora iba a buscar... – Los dos me miraron mientras levantaban una ceja–. He perdido a Whiskers y si no lo encuentro antes de que haga algo me la voy a cargar –Dije rápidamente y gesticulado exageradamente con las manos.

– Vale, tranquila, respira – Me dijo Caspian.

– Tranquila, Sophia, yo lo buscaré por esta zona y tu hermano se encargará de la zona donde está el Dr. Cornelius ya que ahora nos dirigíamos hacia allí. Si somos más lo encontraremos antes.

– Gracias. Gracias de verdad –Contesté.

Volví a mirar por las zonas anteriores, hasta que acabé en el comedor, donde ahora el enano que había amenazado a mi gato lo cogía por la cola.

– ¡Te pillé! ¡Ahora sí que no te escaparás! –Gritó.

Antes de que pudiera reaccionar, el enano ya se lo estaba llevando hacia la cocina.

– Eh, no lo... –Dije, pero alguien me interrumpió.

– ¡Alto!

Peter se levantó de una mesa donde estaba hablando con unos faunos y se dirigió hacia el narniano-cocinero-de-sopas-con-gatos-naranjas.

– ¿Se puede saber a dónde vas con ese gato? – Preguntó Peter, con ese tono de voz que tanto lo caracterizaba.

– Yo... Su majestad... Este gato lleva incordiando toda la mañana en la cocina y...

– Y nada, este gato está bajo mi protección, así que nadie puede tocarlo.

Entonces cogió a Whiskers y este se dejó. Una vez en los brazos de Peter se quedó mirando al narniano con cara de soy el mejor y no puedes hacerme nada.

– Lo siento, su majestad –Dijo el narniano arrepentido mientras se iba.

– Por cierto – El enano se dio la vuelta–, quiero un bol con comida para este gato en la cocina, que no le falte nada.

– Si, su majestad.

Peter se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta, donde estaba yo aún sorprendida por lo que acababa de ocurrir. Peter no me vio ya que había parado un momento antes de salir para despedirse de los faunos con los que había estado hablando. Cuando volvió a emprender su camino, me vio perfectamente.

– Gra-gracias... No sé qué decir –Dije una vez él se había parado delante de mí–. Pensaba que ese enano haría una sopa con mi gato.

– No me des las gracias. No mes gusta la sopa de gato – Dijo él y yo me reí. Sorprendida me callé enseguida. Era la segunda vez que estaba hablando con Peter como si fuéramos personas normales, un chico y una chica que se acababan de conocer, que no eran ni un rey ni una princesa, solo... normales.

– Bueno, gracias igualmente. Te debo dos. Nos has salvado a mí y a mi gato la vida.

– Tu ayer me la salvaste a mí, así que estamos en paz.

– Entonces te debo solo una –Dije.

– Bueno, que te parece si no te castigo por no haber ido a entrenar, me encargo de que Lucy cuide a este gato y mientras, tú vas a hablar con tu hermano.

– Peter no quiero hablar aún con él. No estoy preparada para hablar del tema.

– Lo sé y él seguro que tampoco. Pero los dos sabéis lo que les pasó realmente a vuestros padres. Tenéis que hablarlo.

Entonces, en ese momento, noté la mirada de consuelo que yo le había dado en el puente proveniente de sus ojos.


Narnia. Una nueva y diferente aventuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora