CHAPTER TWENTY-THREE

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El banquete

Después de la coronación nos dirigimos hacia la gran sala donde tenía lugar el banquete después de la coronación. Allí nos reunimos con los reyes de los tiempos pasados.

– ¿Cómo os sentís al ser oficialmente reyes de Narnia? – Preguntó Edmund.

– Es raro – Dijo Caspian.

– Todo el mundo nos mira – Contesté yo, y todos se rieron de mi comentario.

Susan se colgó del brazo de Caspian –como últimamente era costumbre– y habló.

– Deberíais ir a saludar a las personas más influyentes de la corte.

– Siempre eres tan aguafiestas Susan – Se quejó Edmund.

– Susan tiene razón – Habló Peter por primera vez –. Después de la batalla tendríais que hablar por lo menos con gente del consejo y ver si son leales a vosotros.

– Otro aguafiestas – Le susurró Lucy a Edmund. Me reí por el comentario.

– ¿Qué te parece si vamos a comer algo? – Le preguntó el moreno a la pequeña, y después se fueron rápidamente de mi lado hacia una mesa lejana que contenía solo postres.

– Vamos yo te acompañaré a hablar con ellos – Le dijo Susan a mi hermano, mientras tiraba de su brazo lejos de nosotros.

Me empecé a reír al ver como Caspian me suplicaba con la mirada que lo salvara, pero, ¿dónde estaría mejor que con su amada Susan? Levante mi mano derecha sutilmente, y la moví en modo de despedida, a lo que él respondió con el ceño fruncido. Oí la risa de Lucy, la cual se encontraba burlándose de Ed quien tenía la boca llena de comida y al cual le había dado un ataqué de tos. Peter y yo nos quedamos en silencio haciéndonos compañía en el mismo lateral de la sala donde nos encontrábamos hablando minutos antes con nuestros respectivos hermanos. Solo hablábamos para devolver los saludos que la gente de la nobleza narniana y telmarina nos decían al pasar por nuestro lado. Cansado, supongo, del silencio, Peter fue el primero en hablar.

– Pobre tu hermano, Susan a veces es demasiado correcta y solo piensa en las obligaciones.

– Bueno, tú eres igual que tu hermana – Le dije a Peter, recordando que él también estaba de acuerdo con ella.

– Ella suele pasar el límite – Dijo con una sonrisa.

– ¿Eso quiere decir que no me vas a obligar a ir a hablar con adultos aburridos? –Pregunté feliz, mirándole a los ojos.

– Bueno – Dijo rascándose la nuca con la mano derecha– había pensado que tú y yo podríamos ir...

Pero no pudo acabar la frase, porque tres chicas con vestidos de diferentes tonos de color amarillo me asaltaron.

– ¡Princesa, está bien! – Dijo una de ellas mientras me abrazaba.

– ¡Es majestad ahora! – La riñó la más alta de las tres.

– ¡Hemos sufrido tanto por ti! – Habló la última.

Cuando logré reaccionar y soltarme de ellas – cosa que me costó bastante–, me di cuenta que la gente de nuestro alrededor miraba toda aquella escena, como Peter, confundidos. De nuevo, presté atención a las tres chicas e intenté disimular el ridículo que acabamos de hacer, me aclaré la garganta y hablé.

Narnia. Una nueva y diferente aventuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora