CHAPTER TWO

5.6K 271 8
                                    

El cuerno y los narnianos

Caspian despertó un rato después de que yo conociera a los inquilinos de aquella casa... bueno, tronco. Eran un amable tejón y un enano gruñón. Al tercer inquilino, otro enano, lo atraparon los soldados mientras nos ayudaban a escondernos. Caspian se levantó de la pequeña cama, donde le habían estado colgando los pies mientras dormía, mirando a su alrededor preocupado. Cuando sus ojos se posaron en mí, que me encontraba sentada en una silla cerca de una mesa, sonrió y su preocupación se desvaneció por unos segundos, pero luego volvió de nuevo.

– ¿Quiénes sois? –Preguntó interrumpiendo la discusión de aquellos seres, donde el enano gruñón le decía al tejón que deberían habernos matado y el tejón le decía tranquilamente que no, que nos había curado y que ahora éramos sus invitados.

Caspian de golpe cogió el atizador que había junto a la chimenea y se puso a mi lado, con la intención de protegerme. El enano, por su parte, desenvainó su pequeña espada y los dos empezaron a luchar mientras el tejón y yo les gritábamos que parasen. Cuando me levanté para hacer parar a mi hermano, solté un quejido. Mi tobillo seguía doliendo por más que el tejón me lo hubiera vendado.

– ¿Estás bien? –Me preguntó Caspian, tirando el atizador al suelo, centrando ahora su atención solamente en mí.

– Sí, me duele un poco el tobillo, pero el señor tejón me ha ayudado a vendarlo, no te preocupes se pondrá bien en nada.

El enano, volvió a hablar, volviendo a explicar su argumento.

– ¡Debimos matarles mientras tuvimos la oportunidad! Nos han visto. No pueden irse.

– ¡Basta, Nikabrik! ¿Quieres estropearlo todo? –Y por primera vez, el Sr. Tejón parecía alterado– ¡Y tú! Mira lo que has provocado –Dijo señalando a Caspian, mientras recogía el atizador–.

Cuando Nikabrik volvió a la silla donde había estado sentado y el Sr. Tejón continuó cocinando lo que fuera que estuviera haciendo, Caspian y yo nos sentamos juntos en la mesa.

– ¿Qué es lo que sois? –Preguntó mi hermano directamente.

– Verás, tiene gracia la preguntita –Respondió el animal–. Ni que fuera tan difícil reconocer un tejón.

– No, pregunto... Si sois narnianos. Se supone que os habéis extinguido.

– Siento decepcionarte –Respondió esta vez el gruñón.

El Sr. Tejón nos ofreció dos platos con un líquido. Parecía sopa. Olía realmente bien y que fuera un alimento caliente ayudaba, ya que seguía tiritando porque aún tenía el camisón y la capa mojados.

– ¿Des de cuándo damos cobijo a soldados Telmarinos? Y... a sea lo que sea ella.

– Eh, un poquito de respeto. Yo no te he hecho nada –Dije enfadada.

Quien se creía que era el enano este.

– No soy un soldado, soy el príncipe Caspian X. Y ella la princesa Sophia IV, mi hermana.

– ¿Y qué hacéis aquí? –Preguntó Nikabrik, por primera vez demostrando otro sentimiento que no fuera el enfado. Los dos narnianos se miraron confundidos.

– Escapar... –Respondí.

– Nuestro tío –Empezó a explicar Caspian mientras yo empezaba a comer– siempre ha querido mi trono –Y por primera vez, me di cuenta de que Caspian desconfiaba de Miraz y no del consejo–. Supongo que... Si he vivido tanto, era porque no tenía un heredero todavía.

Narnia. Una nueva y diferente aventuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora