CHAPTER SEVEN

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Prueba de armas

Durante la noche me quedé hasta tarde dando vueltas en mi cama. El miedo de que fuera a pasar algo el día que decidieran asaltar el castillo no me dejaba dormir. Sabía que aquello no iba a salir demasiado bien, pero nadie me quería escuchar. Caspian había aceptado ya la idea de Peter y por mucho que intenté hablar con él sobre el tema después de cenar, no me hizo caso. Susan estuvo hablando conmigo, cuando Lucy ya se había dormido ¡Ella opinaba lo mismo que yo! Aquel plan era uno de los peores que se le habían ocurrido a Peter. La verdad es que coincidía con ella. Había escuchado millones de batallas de Narnia – gracias al Doctor Cornelius, ya que era un aficionado a la historia–, batallas geniales que había organizado Peter el Magnífico con su gran ejercito narniano. No podía creer que el mismo Peter estuviera llevando a estos narnianos a su propia tumba.

A la mañana siguiente mi hermano se fue con los tres reyes de los tiempos pasados más mayores y algunos narnianos de expedición para la noche del asalto. Mientras Lucy y yo desayunábamos – sí, otra vez me había quedado haciendo de canguro–. Había oído a unos faunos que hablaban sobre los nuevos planes del rey. Peter había decidido asaltar el castillo de noche y volando.

Por fin alguien me escuchaba.

Decidí que si Peter me había hecho caso con eso, a lo mejor podría convencer a mi hermano de que me dejara acompañarlos. Caspian sabe que no les molestaría, es más sería de gran ayuda debido a que me conocía muy bien el castillo y mi manejo del arco, pero me costaría mucho convencerle.

Unas pocas horas antes de la cena, Lucy confeso su gran aburrimiento mientras las dos estábamos tumbadas en mi cama leyendo.

– Lo sé, yo también me aburro, pero tenemos que quedarnos aquí.

– Podríamos ir a ver a Trumpkin – Dijo levantándose de un salto de la cama.

Trumpkin por lo usual estaba revisando las armas o ayudando a hacerlas. No era un herrero, pero se le daba bien. Lucy y él se habían hecho buenos amigos, aunque el enano no quería reconocer que le tenía una gran estima.

– Creo que también se ha ido con tu hermano de expedición, Lu.

– Bueno, pues podemos...

– No –Le interrumpí–. Nos han mandado quedarnos aquí, y lo haremos.

– ¿Desde cuándo haces caso tú a las ordenes?

Y eso mismo era lo que me preguntaba yo. Anoche, después de intentar hablar con Caspian, le escuché hablando con Susan –con la que siempre se echaba miraditas durante el día–. Él le contaba que no estaba contento con que Peter le dejara fuera de todo, ya que sería él el nuevo rey y quería aprender sobre esa nueva etapa de su vida. Sabía que estaba desilusionado y si yo desobedecía sus órdenes, se enfadaría. Y era lo que menos quería.

– No quiero que mi hermano se enfade... Últimamente no está teniendo sus mejores días.

– Bueno... Tienes razón. Debemos quedarnos aquí, leyendo este largo y aburrido libro sobre la historia de Narnia...

Con esa cara de desinterés me convenció rápidamente. Aparté el libro de mi regazo y lo puse sobre la cama antes de levantarme de un salto.

– Sabes... Suena mejor eso de ir a ver a Trumpkin.

Yo tampoco aguantaba más aquel libro.

– ¿Pero no has dicho que no estaba? –Preguntó sorprendida, al ver mi cambio de idea repentino.

Narnia. Una nueva y diferente aventuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora