#36. De las secuelas de la capsula

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Volver a clases el martes me cuesta un esfuerzo sobre humano. No quiero ir, pero mi mamá no entra a trabajar ese día sino hasta el mediodía. Si falto, se dará cuenta y comenzarán las preguntas, preguntas que no quiero responder.

Aquel día, a diferencia del anterior, si estoy al tanto de la ropa que voy a usar. Como ya se han de imaginar, escojo lo que considero más apropiado para pasar desapercibida. Lo cual son unos vaqueros sencillos, una franela de tirantes color crema y sobre esta un jersey negro con capucha. También opto por un par de tenis negros, por si debe volver a correr como la vez anterior.

Antes de irme me miro en el espejo de la sala, me dejo el cabello suelto y a punto estoy de delinearme los ojos hasta que recuerdo lo que Frederick dice en la capsula.

«Me gusta la forma en que se maquilla los ojos.»

Así que dejo el delineador sobre la mesa y me voy al instituto.

Mi atuendo es un éxito. Nadie parece reparar en mi presencia que es a lo que suelo estar acostumbrada y se siente bien volver a ser invisible. Al menos así lo es hasta que llego a un pasillo y me enfrento con uno de los tantos escenarios que la capsula del tiempo está provocando.

Allí está uno de los rockeros amigo de Ceci. Siendo sometido por otros chicos por su recién descubierta homosexualidad. Me quedo allí congelada, viendo y escuchando las burlas denigrantes que el pobre chico está soportando y me siento muy mal. Tanto por él, como por el hecho de que soy incapaz de hacer algo por ayudarlo. Quiero decir, ¿qué puedo hacer yo? Solo soy una chica solitaria que ha recibido más atención de la que desea y que pasa la mayor parte del día en silencio.

Doy media vuelta y huyo de allí.

El incidente con el amigo de Ceci no es el único que presencio, por desgracia, también soy testigo de cómo las personas miran y susurran cuando Nicole pasa. A mitad de mañana nuestras miradas se cruzan ¿y saben qué hago? Le aparto la mirada y me voy. Al parecer eso es lo único que puedo hacer.

Comienzo a sentirme tan cobarde. Ceci tiene razón, Lydia también. No soy nadie. Soy una chica que tiene miedo de vivir, tan simple como eso.

Y no solo le temo a vivir. Le temo a miles de cosas. Lo sé en el momento en que me freno de golpe en una esquina porque de no hacerlo habría dado a parar sobre el pecho de Frederick. De un Fred que me mira con la boca entreabierta y al que no le doy tiempo de hablar. Pues me subo la capucha de mi jersey y doy media vuelta, volviendo sobre mis pasos a esconderme en el lavado de chicas. Allí es donde estoy el resto de la mañana.

Eso es hace dos días y no he vuelto al instituto desde entonces. A mamá le cambian el horario estos días, así que no se ha dado cuenta de mis faltas. Me pregunto cuándo notara que estoy faltando a clases.


Zarzamora.

De la vida y otras cosas #1 [El blog de Zarzamora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora