#10. De la semana especial

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Está pasando algo muy extraño en el instituto por estos días. No sé con exactitud qué es, pero empiezo a creer que la semana especial los tiene a todos muy frenéticos. De mi curso casi todos se han anotado para hacer algo. Por ejemplo: Damián y los suyos van a jugar baloncesto. Las doble letras se han unido a las extrovertidas para colocar pequeños puestos de comida. El cuadro de honor va a participar en una especie de juegos mentales que organizan los profesores. Y se rumora que el grupo de Ceci va a tocar una canción el viernes.

La semana apenas comienza. El lunes Lydia estrena su puesto de comida italiana y me regala un pequeño cuadrado de lasaña cuando paso frente a su puesto.

—Mañana Nicole va a ofrecer comida francesa —me dice con una sonrisa de oreja a oreja.

Me pregunto por qué esta tan feliz de relacionarse con Nicole si hace no mucho la ha llamado tonta. Como es natural no expreso nada de eso, me limito a agradecerle la lasaña y retirarme.

Me siento en el suelo de uno de los pasillos, saco un jugo de naranja que tengo en la mochila y como. Cinco minutos después Frederick se deja caer a mi lado.

—La pasta siempre me ha dado nauseas.

—Me libras de la obligación de ofrecerte —digo luego de tragar, él ríe—. ¿Es verdad que van a tocar el viernes? —Le pregunto antes de darle un sorbo a mi jugo. Él apoya la cabeza en la pared.

—Sí, pero Ceci y sus compinches.

—¿No tocas con ellos?

—No. —Miro hacia el pasillo. Hablar con Frederick es muy sencillo, pero por algún motivo sin razón aparente, yo prefiero no mirarlo a los ojos—. ¿Vas a participar en los juegos mentales? Son mañana. —Me informa, yo meneo la cabeza—. ¿Qué vas a hacer mañana? —Me encojo de hombros y masco la lasaña con lentitud, cuando la trago digo.

—Ver clases y luego pasar desapercibida, creo.

—Uh, dime. ¿No te gustaría hacer algo conmigo? —Giro el rostro, tiene una sonrisa en la boca y sus ojos brillan.

—No quiero meterme en problemas. —Él revolea los ojos y suelta una risa.

—¿Por qué todos creen que soy sinónimo de problemas? No, te divertirás, lo prometo. —Desvío su mirada hacia mi lasaña y como otro poco, él se limita a decir—. Nos vemos mañana, no te arrepentirás, lo juro.

Luego se pone en pie y se aleja por el pasillo. Cuando termino de comer voy a los lavados. Tengo planeado deshacerme de la basura, entrar en el último cubículo y quedarme allí un rato. Lamentablemente esta vez no podrá ser. A penas entro escucho las arcadas de alguien que vomita.

Aferro la correa de mi mochila y arrojo el envase del jugo y de la comida en una papelera, y miro hacia las puertas cerradas de los cubículos, unos segundos después Nicole sale del penúltimo. Tiene las mejillas húmedas y sonrosadas, se agarra su cabello color miel con una mano.

—¿Qué? —me espeta antes de dirigirse a uno de los lavamanos y abrir el grifo. Yo recuerdo su conversación con Marta.

—Lydia dice que colocaran un puesto de comida francesa mañana. —No tengo ni la menor idea de qué impulso irracional me hace decir esas palabras. ¿Compasión? ¿Estoy empezando a ganar confianza? ¿Qué diablos hago hablándole a Nicole? Ella asiente sin agregar nada—. Los franceses tienen como unas especies de crepes, las rellenan con helado o a veces con chocolate, son muy buenas.

—Gracias por la sugerencia. Lo tendré en cuenta. —Se seca las manos en la falda de su vestido amarillo y pasa por mi lado sin dirigirme la palabra. Cuando su brazo roza el mío siento su perfume olor a mandarinas y recuerdo que no es la primera vez que hablamos.


Zarzamora.

De la vida y otras cosas #1 [El blog de Zarzamora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora