#59. De los últimos días que Zarza estuvo presente

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La rutina en casa de Amanda es fácil de seguir. Me levanto temprano, ella me hace desayuno, usualmente panquecas con miel. Tomo mis cosas y voy para el instituto. El instituto está igual que siempre. Todos los chicos divididos por grupos. Damián siendo acosado por todos, las burlas hacia su persona son hirientes y no a muchos le importa.

Bruno tampoco la pasa mejor. A estas alturas todo el instituto sabe que el vientre hinchado de Nicole no es solo responsabilidad de ella y las miradas despectivas en la dirección de Bruno son muy comunes. Y él no parece querer hacer las cosas mejor. Tampoco se ve muy mal de ánimo, solo molesto todo el tiempo.

Nicole por otro lado, se ve un tanto mejor de lo que seguro está. Las miradas la persiguen y estoy segura que ella nota la diferencia de las de antes del embarazo y las de ahora. La gente es así. Juzgan con crueldad, les hace sentirse mejores, superiores.

Por aquellos días yo soy casi un zombie. Mis calificaciones son pésimas y al final de la semana citan a mis padres. Existe posibilidad de recuperarme para así poder graduarme. Pero la alarma ya está encendida. Algo me pasa, algo que no es normal.

Y escucho todas sus teorías a la distancia.

«El divorcio de sus padres, su timidez, su falta de atención, su imaginación inquieta.»

Y mientras mis padres están en la oficina del director, aquel día, Fred se acerca por el pasillo y se detiene a mi lado. Vale acotar que he estado evitándolo toda la semana. Su mirada, sus llamadas, sus mensajes. Cuando le veo allí de pie me pregunto. ¿Por qué le importo tanto? Y estoy segura de que nunca lo sabré.

Y él dice.

—No estás bien, ¿cierto?

Y no contesto porque él está en lo correcto. Pero sí le veo, su cabello, sus facciones, sus ojos que me buscan sin encontrarme. En ese instante sé una cosa: tanto lo quiero, que me da miedo hacerle perder su tiempo.

Nunca he tenido pensamiento más centrado. Porque me toca que poco a poco aceptar la verdad. Nunca me centro, nunca me concentro. Mi mente vuela y divaga sin control, porque yo no tengo control sobre ella, ni sobre las cosas que escucho o sentía. Y aunque los primeros meses de tratamiento son duros, con el tiempo logro mantenerme estable. Por lo menos lo suficiente como para despedirme de ustedes.

Así que ya lo saben. El padre de Fred tenía razón en su diagnóstico. Después de psicoanalizar a todos los amigos de sus seres queridos, por primera vez tuvo un resultado favorable. La amiga de su hijo tiene problemas mentales y sin aquel diagnostico su descenso mental hubiera sido más traumatizante para sus seres queridos de lo que fue.

Y no estoy cien por ciento bien actualmente, pero lo estaré. Lo sé.


Ana, alias Zarzamora.

De la vida y otras cosas #1 [El blog de Zarzamora]Where stories live. Discover now